prefacio.

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  Me miré al espejo y no podía creer lo cambiada que estaba. Mi cabello rubio oscuro estaba mucho más largo y ondulado, mi rostro no era más el de una niña y había crecido mucho en altura. Estaba lista para continuar con mi vida y ser la chica de casi 18 años que sé que seré.

La enfermera me acompañó hasta la planta baja junto con mis pertenencias.
Al abrirse la puerta del ascensor, ahí estaba. Mi hermano, a quien realmente adoro con la vida estaba allí esperándome. Al verlo sonreí, y noté que el también sonreía hacia mí. Corrí hacia él y lo abracé como nunca antes. Él aceptó mi abrazo, sujetándome con mucha fuerza. De repente, comencé a soltar algunas lágrimas mientras me separaba de él.
—Niall—pronuncié sollozando—realmente eres tú. Has cambiado mucho—dije al ver su rostro más de cerca. Ahora tenía el cabello rubio y ya no tenía la estatura ni la fisonomía de un niño.
—Tú cambiaste también, Olive—acarició mi cabello y yo reí. Tomó mis pertenencias y salimos del hospital.
Al subir al auto y dirigirnos a casa, obviamente lo bombardeé con preguntas como "¿Cómo está papá?", "¿qué tal la escuela?" y "¿Cómo estás tú?". Lo sé, creo que lo estoy sofocando un poco, pero a pesar de eso, él respondió todas mis preguntas encantando. Esa era una de las cosas por las que amaba a mi hermano: él siempre me soportaba en todo, incluso en mis situaciones más desesperantemente insoportables.
Al llegar, miré la casa mientras salía del auto. El mismo estilo americano, la fachada blanca. Cuando Niall giraba la perilla de la puerta, estaba emocionada; por fin, estaría de nuevo en mi hogar. Cuando la puerta se abrió y entramos, vi que algunas cosas estaban movidas de lugar, pero que todo seguía igual: las paredes pintadas de color durazno, la escalera de caoba, el comedor, y el living donde yacía mi viejo piano de caja blanco. Sonreí al verlo. Me recordaba a esos largos días en los que no se podía salir a jugar afuera, o solo cuando tenía ganas, practicaba siempre.
Subí junto a Niall a mi cuarto. De seguro estaba igual que antes, o tal vez lo cambiaron. Entré y vi que sí, todo seguía más o menos igual: las paredes pintadas de fucsia; mi baúl blanco donde guardaba mis juguetes; la cama sí era distinta, todavía no tenía puestas sábanas ni un cobertor y el gran espejo enmarcado que llegaba hasta los rosados zócalos en el suelo.
Le pedí a Niall que me dejara un tiempo sola, y él accedió a retirarse al piso de abajo. Miré detenidamente cada detalle, como si esa imagen fuera a desvanecerse para siempre.
Dejé mi bolso sobre el baúl y me senté en la cama. Largué un suspiro y comencé a recordar no muy nítidamente mi infancia: cuando jugaba con mis peluches y juguetes, cuando andaba en bicicleta con Niall y otro chico al que no puedo recordar... Qué extraño, por lo que recuerdo era muy amiga de él, pero no puedo visualizar su rostro.

Cuando bajé, vi a mi hermano hablando con papá. No podía creerlo, él estaba ahí. Solía verlo en el hospital, pero ahora era diferente: no tomé tantos medicamentos y por fin podía abrazarlo más que nunca. Corrí como nunca antes, y lo sujeté fuerte. Hoy era un día emotivo para mí, ya que no pude contener mis lágrimas.
—Hija, por fin estás aquí—dijo él soltándome y viéndome detenidamente—estás más bella que la última vez que te vi.
—Gracias papá—dije con una sonrisa enorme en mi rostro. Estaba feliz, no había nada más en el mundo que quisiera más. Estar con mi familia, eso era lo único que quería en este momento.
Ese mismo día, Niall y papá me ayudaron a remodelar mi cuarto. Lo pintamos de verde manzana. Ese es mi color favorito y me encantó como quedaba en combinación con el resto... incluso, con los zócalos rosados.

El sábado, salí con Niall a pasear. Me comentó que dejó de salir con sus amigos para estar conmigo. No lo veía de hacia seis largos años. Papá no quiso que me viera en el deplorable estado en el que estaba siendo tan pequeño... en realidad, él y yo somos gemelos fraternos, o sea, teníamos la misma edad, pero si era duro para mí, para él peor.
Fuimos a una cafetería a beber algo y contarnos todo. Él me contó de sus amigos, que los seguía viendo, que hizo nuevas amistades, y que además, le iba de maravillas en su carrera de músico. Bueno, no exactamente así, per le va bien en la escuela: la Academia de Arte y Música de Wolverhampton. Yo también asistiré allí, pero en especialidad de música.
Luego de una tarde memorable, volví a casa.

Pasé también el domingo con mi familia, recordando viejos tiempos y recobrando el tiempo perdido. Sabía muy bien que no podía volver a ser una niña, ya que mi enfermedad me arrebató mi infancia y la parte más importante de mi adolescencia. Eso me hacía muy mal, pero tengo que superarlo, crecer a los golpes y seguir adelante.  

VOICE ➳ LIAM PAYNE {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora