XX. Decisión

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L.

No soy el Príncipe Encantador.

Pero te amo más de lo que él amará a su princesa.

∞∞∞

Familias, parejas, jóvenes... gente de todas las edades subía la montaña rumbo al pequeño templo de roca desde donde se podía ver las luciérnagas en su máximo esplendor. Las mujeres iban con vestidos blancos y coronas de flores, mientras que los hombres combinaban una camisa blanca con pantalones beige... y el collar de flores que Luciano abogó por no ponerse... hasta que Tabatha le ofreció un beso —corto, muy corto— a cambio.

Resultaba extraño tener esos pequeños intercambios de afecto tras los cinco meses separados que tenían detrás de ellos, todavía muy frescos en la memoria, deprimentes y dolorosos. Al mismo tiempo, a Tabatha le agradaba sentir cercano a Luciano. No sabía cuánto tiempo duraría esa segunda luna de miel, si de verdad podrían arreglar sus deferencias, pero... intentar la estaba haciendo feliz, después de todo, él también estaba intentando.

Entonces, lo miró de reojo.

«¿Dejar de huir?», pensó Tabatha. Bajó la mirada a Sabina, a la mano que agarraba él y luego a la que ella tenía entre la suya. Regresó al perfil de Luciano, quien chiflaba una canción religiosa que cantaba un grupo adelante de ellos. Aunque no lo aparentara, Tabatha sabía que él seguía esperando respuesta a esa particular pregunta.

«Podemos seguir así y ver hasta dónde llegamos...»

Sonrió para sus adentros. ¿No era eso lo que más quería? Desde un inicio siempre deseó poder arreglarlo todo, regresar al camino y andarlo con Luciano. Había sufrido por meses porque no veía interés de su parte y ahora que sabía el motivo —producto de un malentendido— tenía la oportunidad que tanto añoró antes de darse por vencida.

La emocionaba, no podía dejar de sonreír como estúpida. Lo quería mirándola, tomándola de la mano, sonriéndole; quería sentir sus brazos rodeándola por la cintura al despertar, quería girar por las mañanas y encontrarse con él, con Luciano; quería verlo bajar a desayunar y disfrutar de su comida, quería que él le preparara sus deliciosos platillos, escuchar reír a Sabina al jugar con su padre, quería verlo corriendo detrás de la pequeña.

Quería esa larga historia que creyó arrebatada.

∞∞∞

EL DIARIO DE TABATHA

Porque lo quiero más de lo que jamás imaginé.

Porque regresó.

Porque está luchando por nosotros.

Porque es lo que ella necesita.

Y si tropiezo una vez más, me levantaré.

Julio 2016.




PENÚLTIMO CAPÍTULO.

La niña de los unicornios (DU #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora