L.
Estaba perdido, ciego.
Buscaba la felicidad en el lugar equivocado, en las personas equivocadas, en los lugares equivocados.
∞∞∞
Su trabajo no lo absorbió de inmediato, fue un proceso paulatino y sin retorno. Empezó como pasante en el estudio de animación para ir ascendiendo. Había estado en el equipo de animación, revisó las primeras etapas de los storyboards e incluso revisó un par de guiones en todas sus etapas posibles. Y justo hacía eso aquella mañana caminando alrededor de la casa, con el guion en la tabla de apoyo y una pluma de tinta morada en la mano contraria.
—No tienes novio, Elena —leyó en voz alta. Elevó la mirada al cielo, suspiró y siguió leyendo.
Movía la mano marcando el ritmo, además le ayudaba a hacer los tonos. Cualquiera que lo viera se moriría de risa por sus expresiones, excepto Tabatha.
Había despertado por los rayos de luz que se filtraban entre las cortinas, justo sobre sus ojos. Era a propósito, durante esa estación del año siempre despertaría a las siete y media de la mañana. Por supuesto, siempre podría entrar Sabina en escena antes y arruinarle sus horas de sueño, por eso debía aprovechar que la niña seguía durmiendo después de un día lleno de emociones.
Se puso la bata encima y fue al baño para empezar su rutina de belleza, que incluía varias visitas al balcón. Durante la primera, cuando se cepillaba los dientes, lo vio sereno como siempre. Caminaba con largas zancadas, se detenía, anotaba, seguía caminando.
«Un día... sólo un día. No por mí, por tu hija», pensó, una vez más, decepcionada.
∞∞∞
Abrió silenciosamente la habitación de Sabina, escuchó un movimiento en el interior, un juguete caer y un gritito de sorpresa. Rápido terminó de abrir la puerta, de inmediato reparó en Sabina, que estaba parada en una silla pegada al estante forrado de peluches y unas cuantas muñecas.
—Ten cuidado, Sabina. —Advirtió Tabatha apresurándose a llegar hasta la pequeña, no quería accidentes.
—Sí, mamá —dijo la niña parada de puntitas, mientras se apoyaba con ambas manos en el estante—. No puedo —decía con el brazo estirado, abriendo y cerrando la mano—. ¡No puedo! —Insistió, su voz la delataba, estaba a punto de caer en desesperación. Lo que significaba llanto.
Tabatha llegó hasta ella.
—¿Cuál quieres? —Preguntó con cariño y una inmensa sonrisa.
—¡Ese! ¡El cochinito! —Señaló un peluche en el tercer nivel, ni de chiste conseguiría alcanzarlo por sí misma. Se le fue iluminando la cara cuando Tabatha lo agarró y empezó a mover los pies emocionada—. ¡Ah!
Sabina abrazó dadivosa al peluche y le dio un beso, lo acunó en sus brazos como buena madre.
—¿Cómo se dice, Sabi?
—¡Gracias, mamá!
∞∞∞
Para cuando Tabatha se internó en la cocina a hacer el desayuno, Luciano ya se había apropiado de una banca a la sombra de uno de los árboles que marcaban el final del terreno. No necesitaba moverse para observarlo, o ver a dónde iba Sabina, las amplias ventanas de la cocina estaban exactamente en esa dirección.
—Pregunta a papá si ya desayunó.
—Mhm. —Dio un brinco de la silla y corrió al jardín, donde fue interceptada por Calixto.
![](https://img.wattpad.com/cover/77947004-288-k438116.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La niña de los unicornios (DU #1)
Chick-LitTabatha sueña con vida libre de violencia para su hija, lejos de las inseguridades de la gran ciudad. Sin otro lugar a dónde ir, decide regresar a su pueblo natal, un lugar que lleva evitando durante años y la obligará a compartir techo con el hombr...