Capítulo 3

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Hoy, después de tanto tiempo, por fin será el día en que estaremos juntos, hoy será el día en que acabaré con todos tus problemas amor, y podrás estar conmigo.

Y podrás ser libre.. y mía.

Libre y mía, para siempre mi amor.

Cuatro meses.

Cuatro meses han pasado desde el día en que me confeso todo aquello que le pasaba.

Estoy un poco decepcionado por no poder haberlo visto antes, y porque hay muchas cosas que mi pequeña Ámber no me ha contado.. ¿Será que no confía en mi?.

Cada vez ha estado peor, mi dulce Ámber ha bajado mucho de peso, ha estado llorando mucho y ya casi no me habla.

¿Será por mi?

¿Hay algo mal en mi?.

Mire sorprendido mi reflejo, estaba hecho un completo asco. Las ojeras bajo mis ojos delataban el insomnio que me provocó Ámber y su indiferencia hacia mi, su rechazo y sus problemas.

Todos estos meses estudiando minuciosamente lo que iba a hacer, quedándome a altas horas de la noche planeando cada detalle, y pensando en la reacción que tendría Ámber al enterarse.. seguro estaría feliz. Sus ojos volverían a brillar con la intensidad que le caracterizaban, con la intensidad de la que me enamoré. Todos estos meses valdrían la pena ahora.

Lo único que no quería era que ella viviera aquello en primera persona. No, no quería que viera lo que iba a hacer, no quería crearle un trauma aún mayor, no soportaría que mi pequeña Ámber viera aquello, no.

Es muy inocente para eso, el daño que le provocaría... No quería ni pensar en eso.

Enfócate Daemon.

Todo esto lo hago por ti, pequeña.

Nueve cuarenta y seis de la noche las luces del cuarto de Ámber se apagan.

Diez cincuenta y siete las luces del cuarto de Tyler, el hermano de Ámber, se apagan.

Once en punto de la noche la familia Reed apaga las luces de toda la casa.

Tan predecibles como estúpidos, sus manías controladoras los llevarán al peor destino que se podría tener, haciendomelo de lo mas fácil.

Lo que no va a ser fácil será sacar a Ámber de la casa, que aceptara venir conmigo.
Ella es tan... Inocente como para hacer algo así. Simplemente no lo haría.

Pero estoy seguro que mi pequeña confiaría en mi y en algún momento aceptaría.

Me escabulliré por su ventana y la despertaría con un beso, ella me miraría confundida, pensando que sería un sueño, pero no va a ser así, reconocerá que esto es real y se lanzaría en mi brazos.. La estrecharía con fuerza pero cuidado y la llevaría a lo que sería su nuevo hogar.. Y muy pronto su nueva vida.
Ella sería mía y yo sería de ella para siempre.. viviríamos felices y le daría todo lo que ella pidiera.

Una sonrisa se extendía por mi cara lentamente y me costaba respirar ante la intensidad del pensamiento.

Ella. Yo. Juntos.

Mía. Suyo. Por siempre.

Solo los dos, hoy se cumplirían nuestros sueños y yo seré quien los haga realidad, yo volveré a ser merecedor del brillo de esos intensos ojos gris plata que tanto me volvían loco y de esa sonrisa dulce que siempre me cautivaba, yo volveré a ser el motivo de su felicidad.

Once cincuenta y seis, ya es hora.
Caminé de Cuclillas a pesar de saber que todos estarían dormidos y que no y había nadie vigilándome o que pudiera verme, me había asegurado de ello.

Sus vecinos, los Hastings se habían ido en un viaje de trabajo a las afueras de la ciudad, llevaban meses hablando de ello y me aseguré de saber la fecha de ida y llegada.

De un salto me aferre a una pequeña fisura en la pared y en otro salto mis dedos se encontraron con una sobresaliente. Llegué al marco de la ventana.

Y así me quedé.. Colgando del marco de la ventana, mi corazón se había acelerado golpeándome las costillas y me inundó el miedo de la reacción de Ámber, ¿Vendrá conmigo..? ¿Estaré haciendo lo correcto? ¿Me amará a pesar de todo?.

Sacudí la cabeza para alejar aquellos pensamientos, con un poco de esfuerzo y ayudandome del marco logre incorporarme.

Sonreí, lo había logrado, ahora a darle una pequeña sorpresa a mi pequeña Ámber.

¿Como se vería somnolienta?.. Seguramente igual de hermosa.

Pero la sorpresa me la llevé yo al mirar por la ventana.

Me quede perplejo al ver aquella imagen, mi Ámber.. Oh mi pequeña y dulce Ámber.

Su depresión, la falta de brillo en su mirada, la ausencia de su sonrisa.. A mi pequeña Ámber la rompieron, la destruyeron por dentro. Oh mi dulce Ámber ¿Que te han hecho?

La furia me inundó las venas y todo se volvió más lento, solo la podía ver a ella. Mi corazón se calmó de una manera alarmante y de un solo golpe rompí el vidrio de la ventana.

Había llegado tarde y no había podido protegerla, me fallé a mi mismo y le fallé a ella.

Y eso solo aumentaba mi furia.

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Daemon PetrovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora