Capítulo 15

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Ximena

Esperó haber sido muy convincente con Rodrigo, necesito que se quedé, aquí por lo menos tengo a Tomás, en cambio en Mazatlan, seria más difícil porque es su territorio. Sin contar que, el que Rogelio se vaya, sería una ventaja para mí, ya que no le caigo bien, eso se le nota de lejos, y estoy segura que quiere alejar a Rodrigo de mí. Algo que no pienso permitir. No si antes vengarme por lo que hizo.

Entré a la casa de Tomás, la cual estaba en penumbras, porque las cortinas estaban cerradas, caminé hacia las escaleras, pero la voz de Tomás me detuvo a medio escalón.

-¿Por qué vienes hasta ahora? - preguntó. Me giré y lo vi, por su expresión, pude deducir que estaba enojado, pero me importa muy poco, al fin que yo estoy haciendo lo que él no ha podido en años.

-¿Se te olvida que estaba con Rodrigo? - se levantó de su asiento.

-¿Qué tanto hacías con él? - caminó hacia mí, con pasos firmes, pero lentos -. Estoy esperando a que me digas, ¿que puta hacías con él?

-Fuimos a la pista de carrera dónde lo conocí ayer - se lo dije porque no quería discutir.

-¡Ah! -asintió. Llegó hasta donde yo estaba- ¿Y ahí estuvieron todo el día? - su cara estaba tan cerca de la mía, que podía sentir su aliento, olía a whisky, ha estado tomando.

-No. Luego me invitó a comer con sus amigos. Pero en fin -subí un poco mi tono-, ¿desde cuándo yo te tengo que dar explicaciones a ti? Te recuerdo que tú y yo estamos juntos, solamente porque tenemos un objetivo en común. Tú y yo, no somos nada, aparte de socios y nuestro negocio es apoyarnos mutuamente para acabar con Rodrigo Ferrer -hizo el intento de hablar, pero no lo dejé-. Así que espero que sea la última vez que me pides explicaciones. Porque ten por seguro que no te las voy a dar.

-Está bien -su tono era más relajado, pero estoy segura de que estaba más enojado que antes.

-Perfecto, ahora me voy a dar un baño, me voy a cambiar y voy a salir -simplemente asintió.

Subí a la habitación y tomé un baño rápido, eran las cinco y a las cinco y media, debía llegar a mi destino. Así que no tenía mucho tiempo. Cuando estuve lista, salí de mi habitación y bajé por las escaleras, Tomás seguía en la sala.

-¿Ya te vas? -preguntó poniéndose de pie.

-Sí. Y necesito que me des las llaves de mi auto - puse ambas manos sobre mis caderas.

-¿Para qué si ahí está el chofer? -señaló la salida.

-Primero -le mostré uno de mis dedos-, porque es mi auto. Y segundo -le mostré otro dedo-, porque quiero ir sola y ese no es tu problema.

-Sabes muy bien que no puedes andar sola por...

-Dije que quiero ir sola; sola conmigo misma, sola con mi soledad -me harta que siempre me quiera andar vigilada-. En fin, quiero ir ¡sola! ¿Entendiste? - apretó la mandíbula, pero asintió.

-Sí, ya -extendí mi mano y me dio las llaves-. Espero que no te pase nada por andar sola.

-Claro que no me va a pasar nada -le lancé un beso y caminé hacia la puerta-. ¡Ah! Y más te vale -me gire-, que no mandes a nadie para que me siga- sin esperar respuesta alguna me fui.

Cuando salí de la casa me fijé que nadie me siguiera, no vi a nadie, pero no me quise confiar, así que di unas cuantas vueltas por seguridad. Cuando estuve completamente segura de que nadie me estaba siguiendo, conduje rumbo a mi destino.

Me estacioné frente al hotel en el que me esperaba mi jefe. En cuanto llegué a la recepción supieron quien era, así que de inmediato me dieron la llave de dicha habitación. Cuando entré m encontré a dos hombres, uno de ellos, mi jefe el otro nunca lo había visto.

-Oficial Navarro -saludó mi jefe-, que gusto tenerla, aquí.

El Sicario. Where stories live. Discover now