Capítulo 1

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-Entonces compa ¿cuándo piensas buscarte una mujer? -vi a Rogelio y negué al ver esa sonrisa maliciosa. Todo el tiempo se la pasa jodiendo con lo mismo -. Ya te hace falta no mames.

-Que jodes con lo mismo, mejor concentrate en el camino -iba conduciendo la camioneta que nos llevaría a nuestro destino.

-En serio te hace falta una mujer -se río. Cerré los ojos un momento y respiré hondo, a veces me dan ganas de dispararle.

-¿Te puedes callar? -tenía el ceño fruncido-. Necesito concentrarme -más que todo quería que se callará porque no me gusta que me toque ese tema.

-Ay no mames, ni que fuera tu primera vez -rodó los ojos.

-Ya sé que no es mi primera vez, pero debo concentrarme para hacer bien mi trabajo.

-Por cierto, ¿quién es el suertudo? -cambio de tema.

-Un político pendejo que le está jodiendo los negocios a mi tío.

-Pobre, de hoy no pasa, por que donde pones el ojo pones la bala.

-No lo dudes cabrón -chocamos nuestros puños-. Estacionate aquí -le indiqué cuando llegamos al lugar de trabajo del tipo-. Cuando salga lo seguimos.

-Y lo matas.

-Exacto -después de esperar un rato, el tipo salio. Los seguimos unas cuadras y cuando se paró en un semáforo, me puse un pasa montañas.

Bajé de la camioneta, cargué el arma, caminé hacia su auto y me paré al lado del copiloto, sin detenerme a pensarlo, disparé cinco veces seguidas. Sin duda alguna estaba muerto. Subí de nuevo a la camioneta y Rogelio arrancó, nos fuimos de allí directo a la casa de mi tío, Antonio Ferrer, el narco más poderoso de todo Culiacan.

Cuando llegamos a la casa, mi tío ya me estaba esperando en su despacho, me despedí de Rogelio, quien se fue a comer. No sé como hace para tener hambre todo el tiempo. Lo dejé y me fui a hablar con mi tío.

-El trabajo ya está hecho tío -le informé en cuanto entré a su despacho.

-Ya lo sé hijo, ya lo sé -me vio con una sonrisa llena de orgullo-. Acabo de verlo en las noticias y no cabe duda de que eres el mas fregón de todos los sicarios.

-Gracias tío -asentí.

-Toma -me extendió un shot de tequila y lo tomé-. Necesitamos brindar - mi tío y sus brindis.

-Salud -dije mientras chocabamos nuestras pequeñas copas-. Salud por un trabajo más, realizado con éxito.

-Salud por ti, porque eres el mejor de los sicarios -no es por presumir, pero sé que lo soy y cada vez que me tío lo dice me siento orgulloso de mí mismo-. Que digo el mejor, eres El Sicario.

-Salud por eso -brindamos y nos quedamos un momento en silencio, hasta que mi tío habló.

-Rodrigo sabes que para mí eres como un hijo, el hijo que algún día me mataron -uno de los peores días en la vida de mi tío y en la mía.

Ese mismo día mataron a mi padre y a mi primo. Ese día mi papá fue a buscar mi primo a la casa de un amigo y en el camino de regreso a casa los emboscaron y mataron a ambos.

-Lo sé tío y desde que me mataron a mi papá tú te convertiste en un segundo padre para mí -extendió sus brazos y me acerqué a él. Me abrazó fuerte y yo respondí a su abrazo de igual manera.

Amo a mi tío y sé que él a mí.

-¡Oh! lamento interrumpir -nos separamos y nos encontramos con, Rogelio, que estaba en la entrada.

-Tranquilo pasa -le indicó mi tío quien de inmediato sacó un pequeño fajo de dólares-. Rogelio toma, éste es tu pago.

-Gracias -Rogelio, tomó el dinero y lo metió en su bolsillo trasero.

-No, gracias a ti por hacer bien tu trabajo y cuidar a mi sobrino -cuando dijo eso yo lancé una fuerte carcajada- ¿Qué pasó dije algo gracioso? -Rogelio y mi tío me miraban serios ya que no entendían porque me reía.

-Es que... Rogelio no me cuida -lo dije aun con la respiración entre cortada por tanto reírme-. Al contrario, siempre soy yo el que lo termina cuidando a él.

-¡Cállate pendejo! -mi tío sólo se río de nuestra "pelea"-. Por tu pendejada ya hasta se me había olvidado que llamó Esteban y dijo que nos tiene un trabajo -dejé de reírme y me puse serio.

-Entonces vamos -con un asentimiento de cabeza señalé la salida-. Nos vemos luego tío -le di una palmada en el hombro.

-Hasta luego don Antonio -Rogelio, elevó su mano.

-¡Va! Cuidense. Los dos -fue lo último que alcancé a oír luego de salir del despacho.

Mi tío se preocupa por nosotros y no entiendo porque, si ambos sabemos cuidarnos.

-Mi tío nos ama -reí mientras subíamos a la camioneta.

-El sentimiento es mutuo.

Rogelio ama a mi tío tanto como yo, ya que cuando sus padres murieron y él era sólo un bebé, mi tío y su esposa lo cuidaron, según lo que me contó mi tío, él y su esposa querían adoptarlo, pero apareció un hermano de el papá de Rogelio, dispuesto a hacerse cargo de él y ya no pudieron hacerlo.

El Sicario. Where stories live. Discover now