Capítulo 19

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Ya tengo una semana de haber vuelto a Culiacan con Ximena, en todo éste tiempo en lo único que me he enfocado es en buscar a la gente del Tommy, a quien realmente me ha costado hallar, los perros al parecer sabe esconderse, aunque no me sorprende porque las ratas como ellos siempre están escondiéndose. Hasta ahora sólo he conseguido capturar a cinco de sus perros y por más que los he torturado no me dicen nada.

Ya me estoy hartando de esto. Necesito encontrar al Tommy y estos perros no me dicen nada, sé que está Mazatlan, pero no exactamente dónde y sin esa información no puedo hacer mucho que digamos.

-Creo que te has vuelto, débil -dijo Rogelio, detrás de mí, devolviéndome a la realidad-. Si, creo que es por eso que no logras sacar información.

-Hasme el grandísimo favor de callarte -tomé unas tenazas-. No estas haciendo nada, así que no estés jodiendo.

-Que sensible te han vuelto -apreté los dientes.

-No empieces, con la misma pendejada de siempre, Ximena no tiene nada que ver -me acerqué al tipo que tenía atado con unas cadenas que colgaban del techo.

-Lo que tú digas -dijo Rogelio en un tono de burla.

Para desahogarme el encabronamiento, que me provocaba Rogelio con el tema de Ximena, sujete al tipo de la mandíbula, le metí la tenaza en la boca y le arranqué un diente de un tirón, a lo que el tipo gritó como loco.

-¿Vas a hablar, puto? - pregunté sujetando el diente entre la tenaza. Negó con la cabeza, mientras se quejaba de dolor -. Bien, mas diversión para mí.

Volví a meterle la tenaza a la boca y realicé el mismo proceso, nada más que esta vez le arranqué dos dientes. Volvió a gritar y a quejarse.

-¿Y ahora vas a hablar? -pregunté mientras tiraba los dientes al piso.

-Vete a la mierda -gritó y me escupió.

El muy perro se atrevió a escupirme.

-Te vas a arrepentir -amenacé. Tome un martillo y lo golpeé en las costillas. Se retorcía de dolor, cosa que a mi me causaba satisfacción.

Que puedo decir, soy muuuy vengativo.

-No te va a decir nada -habló Rogelio una vez más-. Mejor mátalo, esto es una perdida de tiempo.

-Sí, creo que es lo mejor -tomé mi arma y la cargué, antes de dispararle le di una vez más con el martillo, no le di tiempo de gritar, porque le di un balazo en la cabeza.

-Vámonos tengo hambre -Rogelio se puso de pie-. Voy a mandar a que limpien.

-Si, hazlo, antes de que apeste -me limpie la sangre que me había escupido el imbécil y la que me había salpicado al golpearlo y dispararle. Sin duda ésta es la peor parte de mi trabajo, esto de terminar todo salpicado es asqueroso.

Salí del almacén y me dirigí a la camioneta en dónde me esperaba, Rogelio.

-Vámonos- dije subiéndome a la camioneta.

-Ya le avisé a tu tío, que vamos para allá -me dijo Rogelio, antes de poner la camioneta en marcha.

-Está bien -desde que fuimos a Mazatlan y conocí a Ximena, mi relación con Rogelio ha cambiado, mejor dicho el ha cambiado. Desde entonces es muy distante, casi no me habla y cuando lo hace es solo por trabajo y lo peor de todo es que a mi tío tampoco le cae bien Ximena, y no me explico el porque, si a penas la conoce.

En fin esta situación me está cansando, les he dicho más de una vez que ya la investigue, y no más no entienden.

Llegamos a la casa de mi tío -en donde por el momento vivimos todos- y de inmediato nos dirigimos a su despacho. Entramos y ahí estaba con un vaso en la mano.

-¿Ya tienen información? -preguntó mi tío.

-Todavía no, don Antonio -se adelantó a responder Rogelio.

-Y eso, ¿por qué? -pude notar que mi tío se encabrono y no es para menos.

-Hemos tenido algunos contra tiempos, tío, pero...

-No me interesa, lo único que quiero es que me traigas al perro del Tommy - se puso de pie.

-Está bien - recordé que no había visto a Ximena-. Tío, ¿y Ximena? ¿La has visto?

-Ximena, ¡esa pinche vieja me tiene harto! - dio un golpe al escritorio -. No sé dónde está y no me interesa. Aparte, yo no soy niñera de nadie.

No dije nada, porque luego no quería arrepentirme. Así que solamente asentí y di la vuelta. Me fui a mi cuarto, creyendo que allí iba a estar Ximena, pero cuando entré no más no estaba.

El Sicario. Where stories live. Discover now