Capítulo 30

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Rogelio

Don Antonio y yo, nos encontrábamos en la sala viendo las noticias de la captura de Rodrigo, la cual por desgracia no pudimos impedir.

«En la madrugada de hoy se realizo la tan esperada y deseada captura de el sicario y narcotraficante Rodrigo Ferrer, uno de los jefes de El Cártel de los Ferrer, la policía federal y la DEA llevaban meses trabajando en conjunto, para lograr lo que muchos hoy celebran.
El agente Dávila de la DEA dijo: A pesar de no haber encontrado la droga y las armas que esperábamos encontrar en la casa y las bodegas, capturamos a uno de los integrantes principales de este cártel y no descansaremos hasta encontrar a los demás

Apagué la televisión, no tenía ganas de seguir viendo y oyendo las estupideces de ese imbécil hijo de puta.

-Nunca pensé que mi sobrino iba a estar en la cárcel -dijo don Antonio aun desconcertado por la noticia.

-Nunca lo hubieran agarrado de no ser por esa ¡perra de Ximena! -al exaltarme me dolió la herida del balazo.

-Cálmate -don Antonio puso una mano en mi hombro-. Necesito que te recuperes, sabes que eres muy importante para éste cártel -asentí. Después de Rodrigo el encargado total de las negociaciones soy yo-. También debes encarguarte de sacar a Rodrigo de la cárcel.

-A como sea lo sacaremos de allí, caiga quien caiga -El Flaco llegó en compañía del vato, a quien había mandado a llamar-. Don Antonio, él es El Vato, mi informante -El Vato se acercó a nosotros.

-Mucho gusto -saludó don Antonio.

-El gusto es mío don Antonio -El Vato y don Antonio se dieron la mano-. Dime compa, ¿a quién quieres que investigue?

-Al puto agente de la DEA, Dávila. Quiero que investigues dónde vive, con quien vive, si tiene novia, padres o al menos perro que le ladre -asintió-. En fin, quiero que investigues todo acerca del tipo, porque voy a hacer que se arrepienta de haber venido aquí a jodernos la vida.

-Está bien, en cuanto tenga todo te lo traigo. Bueno por el momento voy a ir a buscar algunos contactos -nos dimos la mano-. Recuperate pronto.

-Claro. Flaco llevalo a dónde te diga -éste sólo asintió y se fue.

-Ve a descansar Rogelio -dijo don Antonio.

-Está bien -di una palmada en su hombro y me fui a mi habitación.

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Rodrigo

Después del molesto interrogatorio me llevaron a la celda, en donde me puse a pensar en todas las peleas que tuve con Rogelio por defender a Ximena, y en que si le hubiera echo caso a sus advertencias no estaría donde estoy hoy. Ahora me arrepiento de haberlo golpeado y haberlo dejado solo cuando me necesito, aun sabiendo que el nunca lo habría hecho conmigo porque él si es un verdadero amigo y me atrevo a decir que un hermano.

-Al fin logre lo que tanto deseé durante mucho tiempo -una voz familiar me saco de mis pensamientos-. El tenerte aquí solo, indefenso y mejor aun encerrado -era el maldito agente de la DEA.

-Solo -me encogí de hombros-, tal vez -sonreí-. Indefenso, deberías ver como torturo a mis enemigos usando sólo mis manos. Y con respecto a lo de encerrado, eso no será por mucho -negué con una sonrisa.

-Soñar no cuesta nada- se río-, ya que yo me encargaré personalmente de que te trasladen a una cárcel de máxima seguridad y luego te extraditen a los Estados Unidos.

-Inténtalo, perro.

-Más pronto que tarde lo verás.

-Y más pronto que tarde saldré y lo primero que haré, será matarte -río-. Yo que tú iría pensando en que quieres que le pongan a tu lapida, si es que encuentran tu cuerpo -ahora yo reí.

-Eres un maldito asesino, infel...

-Eric ¿que haces? -Ximena interrumpió al imbécil-. Sabes que tú no puedes estar aquí.

-Y tú tampoco.

-Pero ese no es tu problema, así que vete -el idiota solamente la vio serio-. Necesito hablar con él.

-¿Para qué quieres hablar con él? Ya hiciste lo que tenías que hacer -el hijo de puta me vio con una sonrisa-, manipularlo como el imbécil que es y entregarlo -tomé lis barrotes y los apreté con todas mis fuerzas.

-Cuando salga de aquí voy a hacer que te arrepientas de tus palabras.

-Eso lo veremos.

-Eric, ya vete, por favor -pidió Ximena.

-Está bien -salió.

-¿Tú que quieres? -pregunté sin animo.

-Hablar contigo sobre lo que paso.

-¿Sobre tu traición? -me vio dolida-. ¿Sobre eso?

-Rodrigo yo pensé que tú eras el asesino de mi hermano, entiéndeme -tenía lágrimas en los ojos y estoy seguro que ni tardarían en salir

-Preguntármelo hubiera sido más fácil, ¿no crees?

-Rodrigo, perdón yo....

-Vete -la interrumpí-, no quiero verte más ¡vete!- las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.

Se acercó a mi, metió una mano a través de los barrotes de la celda y acarició mi mejilla.

-Te amo -dijo entre sollozos.

-No te creo -aparté su mano y le di la espalda.

-Sé que no lo haces, pero es la verdad -seguía de espaldas, no quería verla porque la amo, a pesar de todo la amo y verla llorar me duele, aunque no debería hacerlo-. Mi mayor castigo definitivamente es tu odio -empecé a escuchar sollozos- y no poder besarte una vez más y no... -apreté la mandíbula. Si me amará como dice, no me habría entregado-. Te amo, nunca lo olvides.

Lo ultimo que escuché después de eso fue el sonido de sus zapatos alejarse, coloqué mis manos contra la pared y sentí como las lágrimas se acumulaban en mis ojos. Una vez más me enamoré de la persona equivocada y lo peor es que dos malditas veces he amado y las dos veces han terminado en traición.

»-Sabías que fueron ellos, siempre lo supiste -mi rostro estaba cubierto de lágrimas-. Ellos mataron a mi papá y tú lo sabías, siempre lo hiciste.

»-Mi amor yo sólo... -trató de abrazarme, pero la aparte.

»-No me digas mi amor, porque si me amarás, no me habrías traicionado así.

»-Rodrigo, por favor -le di la espalda-. Perdoname -me giré y estaba de rodillas. Cargué el arma y la puse en su frente-. ¿Me vas a matar?

»-Debería, pero a diferencia de ti, yo si me enamoré de verdad y mis te amo, eran reales.

»-¿Me vas perdonar, mi amor?

»-No te confundas, las traiciones no se perdonan y la muerte de tu padre y tu hermano -señalé los dos cadáveres-, son sólo una pequeña muestra de eso. Lo que significa que si te vuelvo a ver, te mato, así que desaparece -di la vuelta y caminé hacia el auto, dejándola sola con los dos cadáveres a su lado y una fuerte lluvia.

Me senté en un rincón y empecé a llorar, no había nadie cerca, así que no me importo hacerlo. ¿Por qué estaba llorando? Por todo, pero principalmente por ella, por Ximena, porque la amo, porque sus caricias aun siguen sintiéndose en mi piel, sus labios aun los puedo sentir sobre los míos y porque su olor aun sigue impregnado en mi piel y en mi memoria.

Pero a pesar de todo eso, sé muy bien lo que debo hacer; vengarme y hacerla sufrir. Igual que a la otra.

El Sicario. Where stories live. Discover now