Capítulo 29

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Eric

Llegamos a la estación de policía al amanecer y de inmediato pedí que hicieran todos los tramites para encerrar a Rodrigo, el cual en todo el camino estuvo tranquilo y callado, algo que verdaderamente no esperaba.

Desde que dejamos la cabaña no he visto a Ximena, osea desde la madrugada. Me acerqué a un grupo de oficiales, que estaban conversando sobre la captura, para pedirles información de Ximena.

-¿Han visto a la oficial Navarro? -pregunté.

-Sí, está en la oficina del jefe -respondió uno señalando hacia la oficina.

-Gracias -caminé hacia la oficina, como la puerta estaba abierta me asome y vi que Ximena estaba sola- ¿Se puede? -pregunté llamando la atención de Ximena, quien de inmediato se giro dejándome ver sus ojos rojos e hinchados.

-Claro, pasa -limpio su rostro con un pañuelo.

-¿Estas bien? -asintió.

-Estoy cansada.

-Aún nos falta ver el interrogatorio de Rodrigo -su semblante cambio de inmediato con lo que dije- ¿No quieres estar presente?

-Si quiero, sólo que... -suspiró-. Nada, olvídalo -negó-. Mejor vamos a ver el interrogatorio.

Salimos de la oficina y nos dirigimos a la sala desde donde íbamos a ver y a escuchar todo.

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Ximena

Rodrigo estaba esposado a la mesa frente a él, con la mirada centrada en sus manos esperando su interrogatorio. La oficial que lo interrogaría entró y él ni siquiera se inmuto.

-Rodrigo Antonio Ferrer -dijo la oficial mientras leía el expediente-, alías El Sicario -Rodrigo ni siquiera la volvía a ver-. Bien Rodrigo, creo que es hora de que hables -éste solo río de una forma irónica y sarcástica-. Que bueno que te de risa que vas pasar el resto de tu vida en prisión.

-Sueñen -sonrió maliciosamente-. Y ya de plano deja de joderme con tus pendejadas, que no voy a decir nada.

-¿Estas seguro? Por que si cooperas podrías obtener algunos beneficios.

-Me importan un carajo sus putos beneficios.

-Es un maldito imbécil -dijo Eric golpeando la pared.

-Tiene todo el derecho a quedarse callado -mi tono era muy relajado a pesar del dolor que me provocaba ver a Rodrigo así.

-Quieras o no tendrás que ver unas fotografías -la oficial se sentó frente a él y sacó unas fotografías del expediente- ¿Reconoces a este hombre? -le mostró una de las fotos.

-Si, yo mismo lo mande al infierno -sonrió orgulloso.

-¿Y a estos los conoces? -le mostró tres fotografías más.

-Los putos hermanos que quisieron pasarse de listos conmigo -se encogió de hombros-. Yo los maté.

-¿Te sientes orgulloso de eso?

-Claro, tengo que presumir lo bien que hago mi trabajo -le guiñó un ojo.

-¿A este lo reconoces? Supongo que si ya que tu lo mataste- le mostró la foto de mi hermano y el rostro de Rodrigo cambió de uno sonriente a uno serio.

-Yo no lo maté -dijo con el rostro serio.

-Claro que si, ¡tú lo mataste!

-¡Yo no lo maté! -apretó su mandíbula y sus puños a la vez.

De inmediato salí de la sala en donde estaba con Eric y me dirigí a donde estaba Rodrigo.

-¿Por qué dices que no lo mataste? -pregunté confundida en cuanto entre.

-Maldita traidora -escupió con odio, cuando me vio.

-Responde lo que te pregunté -dije ignorando el dolor que sus palabras me provocaron.

-Lo digo porque yo no lo maté - en su rostro podía ver que decía la verdad-. Julián era mi amigo, mi mejor amigo, claro después de Rogelio, pero si era mi amigo.

-¿Por qué tenías esta fotografía? -saqué la fotografía de mi hermano de la bolsillo de mi pantalón y se la mostré.

-A parte de traidora chismosa -negó-. Eres toda una cajita de sorpresa, Ximena. Aunque ya ni siquiera sé si es tu nombre real o tal vez eso sea lo único real que dijiste -me mordí el labio inferior. El que lo amo es real-. Me contrataron para matarlo y como no acepté enviaron a otro, traté de advertírselo pero llegué tarde.

-Entonces ¿quién lo mató? -sentí como se formo un nudo en mi garganta.

-¿Por qué tanto interés?

-Porque era mi hermano -unas lágrimas corrieron por mis mejillas. Rodrigo se sorprendió por lo que dije.

-Que buena hermana eres -sus palabras me confundieron-. Tan buena que te aliaste con el culpable de la muerte de tu hermano -no sabía a que se refería con eso-. El padre del Tommy mando a matar a Julián, por petición de su hijo.

-Maldito infeliz -El Tommy me dijo que Rodrigo había matado a mi hermano, por esa razón ahora estamos aquí.

-A diferencia de ti, yo sí me encargue de los culpables -se giro hacia la oficial que lo interrogaba-. Agregué en la lista a Tomás Rubio, también maté a ese y a su padre y a muchos otros más -hizo un ademán con la mano-. Ahora tú -me vio a mi-, lárgate antes de que encuentre la forma de matarte aquí mismo.

-Rodrigo yo -estaba completamente arrepentida de haberlo entregado-, quiero...

-¡Largo! -mis ojos se llenaron de lágrimas-. Y escondete muy bien, porque cuando salga de aquí te voy a buscar y no para tomarnos un café, eso tenlo por seguro -podía ver el odio que me tenía en sus ojos, esa mirada fría, me lo decía porque nada comparada con esa mirada llena de amor con la que me veía hace unas horas.

Sin decir más salí de la sala, con total certeza de que había perdido al hombre que amo y al que prácticamente destruí por una promesa que ni si quiera cumplí bien porque él no fue quien mató a mi hermano. Eric trató de detenerme pero no lo dejé y caminé hacia el baño de mujeres en dónde me encerré a llorar, por las estupideces que hice.

Por perder a Rodrigo y por no cumplirle la promesa a mi hermano. En fin por el sólo hecho de existir.

El Sicario. Where stories live. Discover now