Pasado

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Minnie era balanceado de delante hacia atrás por los pasos del pequeño JungKook. Caminaba a un ritmo constante sin perder detalle de su alrededor, no porque estuviese haciendo turismo, sino porque recordaba como su madre siempre le decía: ve siempre con mil ojos. No podía fiarse de nadie y mucho menos cruzar las calles sin ver antes la luz verde iluminada en el semáforo. Cosas muy lógicas y esenciales que hasta un niño de su edad debía tener marcado ya en su mente, pero aún así siguió el consejo de su madre y miró a cualquiera que lo mirase con desconfianza y a los cruces, no con mil ojos, sino con diez mil.

Llegó hasta el restaurante que una vez le hizo sentir nostálgico, no por su fachada o recuerdos pues jamás había visto ese restaurante hasta que llegó a la ciudad con los chicos, pero sí el dichoso nombre que éste poseía, uno que había escuchado muchas veces antes de que fuera a dormir; mucho antes de cambiar de familia y hogar, el nombre de la canción de cuna con la cual cerraba sus ojos y se dejaba caer en los brazos de Morfeo.

찔레꽃 (Jjilrekkot)

Miró por unos segundos más mientras abrazaba muy fuerte su peluche, y entonces entró en el restaurante.

No le hizo falta preguntar, ni siquiera buscar en el local por la persona que había decidido escapar antes de que sus padres lo llevaran de vuelta al pueblo y perdiera su oportunidad de saber más. No era tan malo querer saber un poco más, conocer dónde nació, de donde vino y de quién fue alguna vez. "No es tan malo", se repetía una y otra vez JungKook.

La mujer que hasta hace un día le había revelado que era su madre biológica, lo vio entrar con un peluche de gato entre sus brazos, con los ojos fijos en ella y decisión en sus pupilas. Cogió una vez más su mano y aprovechando que el restaurante estaba muy calmado, salieron juntos al patio trasero y allí soltó su mano para sentarse en un banco pintado de blanco que había junto a muchas flores rosas; tan cuidadas y relucientes que parecían pintadas.

— Me alegro de que hayas vuelto —JungKook no respondió, se mantuvo con la vista fija al frente, hipnotizado por el color de las hermosas flores—. Tu peluche es muy bonito.

— Es muy especial —dijo abrazándolo más fuerte.

— ¿Quién te lo regaló?

— Jimin hyung.

— ¿Y quién es él? ¿Alguno de los chicos que vinieron a buscarte ayer? —asintió— Debes de apreciarlo mucho.

— Lo quiero mucho —respondió con una bonita sonrisa en los labios.

— JungKook... —el pequeño la miró con la sonrisa ahora borrada— ¿Por qué has vuelto?

— Quiero saber por qué tengo dos madres y no una. Siempre he sido consciente de que la mujer que recuerdo como madre no es la misma que tuve en un principio.

— ¿Te trata bien?

— Sí, y la quiero mucho. Es mi mamá —la mujer tragó saliva con dificultad, como si ésta fuera cemento; tan difícil y desgarradora de digerir—, pero también la recuerdo a usted. Aunque está un poco borroso, pero puedo hacerlo cuando la miro.

— Te llamas Jeon JungKook —dijo finalmente la señora Jeon con las lágrimas agolpadas en sus ojos. Ya no podía permanecer por más tiempo en silencio, no cuando dolía tanto permanecer en silencio—. Y naciste en esta ciudad, en el hospital que hay casi al principio y dormiste y viviste conmigo en la habitación que viste arriba —aclaró su nudo en la garganta y continuó. JungKook cuando vio que por fin sabría la verdad, se agarró fuerte al peluche, tanto, que si pudiera hablar se quejaría por estar ahogándolo—. No siempre tuve el restaurante, lo pude conseguir no hace mucho. Antes sólo era un almacén alquilado. Pero eso no es lo que quiero contarte. Lo que quiero que sepas es que... de joven tuve muchos problemas, no tenía a nadie y cuando supe que venías en camino sentí mi vida venirse completamente abajo. ¿Qué podía ofrecerte? No tenía nada, apenas podía mantenerme a mí misma. Pero aún así asumí mi responsabilidad e intenté darte un hogar.

Escape [BTS/BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora