✓ | Hermione, ¿Zabini?

Capítulo 5.

Aunque en la mansión Zabini no se puede aparecer, al igual que en Hogwarts o el Ministerio de Magia, porque está rodeada de hechizos anti aparición y otros tantos que la mantienen a salvo de aquellas personas que quisieran atentar contra ellos, Cassandra Zabini había conseguido un traslador especial para que nadie pudiera ver a Hermione antes de tiempo. Es por esa razón que le había dado tiempo a Hermione, porque ella se apareció fuera de los límites del territorio Zabini y cruzó la frontera tras realizar un hechizo que les permitía cruzarla, pero que solo conocían los miembros de la familia. Así pues, pocos minutos más tarde ambas hermanas ya se encontraban en la habitación de Hermione.

—Es preciosa —dijo Hermione al verla, aunque todavía no había investigado ni visto mucho—. Es demasiado para mí —añadió, con un suspiro.

—Mamá la decoró para cuando volvieras —la mayor se encogió de hombros, dejando una caja al lado del escritorio de madera oscura—. Si hay algo que no te gusta, díselo a los elfos, lo cambiarán con gusto y al momento.

—Todo es perfecto, no te preocupes —respondió, restándole importancia. Tan solo quería quedarse sola en la habitación para asimilar todo.

— ¿Recuerdas el plan? —Hermione asintió con la cabeza, luego prosiguió—. En dos horas te espero al final de las escaleras, papá y mamá estarán en la sala de estar junto a Blaise. Te lo digo ahora, tienen algo importante que contarnos pero al verte será todo más tranquilo. Ellos no esperan que ya estés aquí.

—De acuerdo, Cass, todo bajo control.

La mayor de los Zabini salió de la habitación y entró en la suya, también empezaría a arreglarse.

Hermione entró en el baño que había en su habitación y llenó la bañera. Primero se daría un baño relajante con sales marinas de frutas del bosque, las cuales habían encontrado en uno de los armarios del lavabo, y al terminar escogería la ropa, secaría su pelo y lo peinaría. Seguidamente, se vestiría con lo escogido, elegiría unos zapatos a conjunto y se maquillaría de forma muy natural, tal y como Pierre le comentó. Pero ante todo: relajación. Eso era lo que más necesitaba en esos momentos. . . pero no lo conseguiría con facilidad.

Media hora más tarde, salió envuelta con dos toallas, dispuesta a abrir el vestidor y escoger un conjunto. Se decantó por unos pantalones negros pitillos con piedras preciosas negras en el cinturón junto a un jersey de tirantes color tinto. Se puso la ropa interior de encaje negra y los pantalones y fue a peinarse. Eso llevaría su tiempo. Sentada en el tocador, se hizo un recogido simple con un par de mechones que caían por su rostro, atando ambas puntas con una pincita de color negro. El maquillaje era tan natural y delicado que a simple vista ni siquiera podía verse. Finalmente, se miró al espejo y se echó unas gotas de su perfume favorito, que tan solo usaba cuando tenía algún evento importante, puesto que en Hogwarts a diario nunca lo usaba. No era fanática de ello, a decir verdad. Ya estaba lista para dar la noticia.

Salió de la habitación y bajó las escaleras lentamente, aún no se había acostumbrado a andar con tacones. . . aunque ya no lo hacía tan mal como en el principio, todo había que decirlo. Rio por lo bajo ante ese comentario y visualizó a Cassandra en el pie de las escaleras, tan hermosa como de costumbre.

—Estás hermosa, hermanita —murmuró, tras echarle un vistazo—. Primero entraré yo, ya están todos sentados para cenar. Y diré que tenemos visita, allí entrarás tu como sorpresa.

―Estoy asustada, Cass.

Su hermana ladeó una sonrisa y la abrazó, para después depositar un beso en la frente impropia. Ese gesto tan bonito fue suficiente para proporcionarle toda esa tranquilidad que había buscado desde que llegó. Cassandra entró a la sala y dijo algo como "tenemos visita hoy, por esto hay una cena especial" y allí entró la sorpresa. Dejó todos los nervios atrás. Al fin y al cabo, eran su familia.