Capítulo 8.

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Maratón 1/3


Los días pasaban tan rápidos en la mansión Zabini que parecían convertirse en horas y desde que fue anunciado su encuentro, Hermione ya había pasado varios días con su familia biológica. Y si alguien decía que el tiempo pasaba volando, no mentía en absoluto, pues en el día de  hoy se llevaría a cabo el baile de presentación. Hoy presentarían a Hermione como a la hija perdida de los Zabini frente a todos los mortífagos y sus familias, frente a la aristocracia mágica, tal y como Cassandra les había descrito cuando fue al antiguo hogar de su hermana pequeña.

Había estilistas en todas las habitaciones y también la ayudante personal de Zaniah Zabini, quien elegía la ropa de cada uno de los pilares de la familia, es decir, de cada persona que viva en la casa y tuviera que acudir a la presentación. Ningún miembro de la familia sabría que llevarían el resto, a excepción de Will. Él si sabría lo que llevaría su hermanita pequeña, porque desde que le dieron el alta del hospital no se ha separado de ella, y menos por las noches.


―Will, cariño, debes ir a prepararte ―le dijo la madre a su primogénito, mandándole una mirada para nada agradable, tras entrar a la habitación de la menor de sus hijos―. Hermione también debe prepararse y necesita privacidad.

―Madre, quiero estarme aquí, con ella. Debo ver si el vestido es adecuado para que ningún chico se pase de listo y vea más de lo debido.

―William, a arreglarte a tu aposento ―impuso la matriarca, con severidad.


El mayor miró a su hermana buscando ayuda pero la castaña negó con una sonrisa, no podía hacer nada. Las decisiones de su madre eran imposibles, nadie podía contradecirla y, aunque el mayor de los hermanos Zabini era consciente de ello y lo sabía, le hubiese gustado que Hermione le hubiese pedido que se quedase.
Salió de la habitación triste y hecho una furia. Furioso con su madre por no dejarle quedar con su hermana y enfadado  con su hermana por no defenderle y pedirle que se quedara. Y estaba triste porque no podía estar al lado de su hermana en estos momentos tan importantes, previo al baile que marcaría un antes y un después en su vida.

Se  duchó y peinó rápidamente, se puso el traje que tenía preparado, que uno de los estilistas le había dejado preparado anteriormente y buscó unos zapatos negros en el zapatero. Un estilista lo peinó mientras él refunfuñaba malas palabras y groserías. Tenía veintidós años y no podía decidir que ponerse ni como peinarse porque tenían que estar perfectos para el dichoso baile, al que no tenía ganas de asistir.

Por otro lado, Cassandra ya llevaba su vestido puesto. Dos estilistas la ayudaron a ponérselo y a arreglarlo del borde de abajo. La peinaron y maquillaron, se veía hermosa esa noche. Y era verdad, no parecía ella. O sea, si que parecía ella pero más bonita que casualmente va. Llevaba un vestido violeta, parecido a un vestido de dama de honor, largo. No tenía mangas y podía decirse que llevaba un escote en forma de V. Como peinado, habían optado por un recogido sencillo y simple, pero hermoso, en el pelo con unas horquillas negras que combinaban con el vestido y los tacones. Y un maquillaje notorio y casual, que la hacían ver más mayor, dándole importancia y seguridad a su mirada letal.

Blaise iba igual que su hermano pero con una camisa blanca y una corbata negra. El chico odiaba usar corbatas y a pesar que su madre y todo el cuerpo de estilistas lo sabían, le obligaron a ponerse una. Se hizo el nudo como pudo y se puso los zapatos. Ni siquiera hizo el intento de peinarse, sabiendo que siempre llevaba el mismo peinado y nunca nadie había podido cambiárselo. . . y no iba a ser esa noche la excepción, obviamente.

Finalmente, Hermione fue la que más se esmeró en arreglarse. Los estilistas y su madre escogieron un vestido negro largo hasta los pies, con una obertura desde unos centímetros más abajo de la cadera hasta el final de la pierna izquierda, con solo un tirante en el brazo derecho y la espalda descubierta; junto a unos tacones negros altos y ropa interior de encaje sin que se viera nada. Llevaba el pelo liso y estirado, con dos horquillas, una a cada lado de la cabeza, que tiraban dos trenzas pequeñas que dejaban su lindo, mejorado y maquillado rostro a la vista. Estaba muy hermosa, ya no parecía aquella niña que llamaban rata de biblioteca y sangre sucia que solía ser hasta hacía unos días. Ahora parecía una joven de verdad, en la que sabían cómo hacer destacar todas sus virtudes, tanto físicas como psicológicas.


( . . . )


La familia Zabini estaba lista para el baile de presentación pero ninguno de los hermanos Zabini, es decir Will y Blaise, querían que se acercaran a su hermana menor. A pesar que William seguía enfadado con ella, más que enfadado con ella estaba enfadado con su madre, no iba a permitir que ningún chico se le acercara.


―Lamento lo de antes ―susurró Hermione a su hermano mayor, una vez se encontró con él en la sala del piano―. Mamá es muy estricta y estaba estresada, lo sigue estando, y no quería que se enfadara. Pero tampoco quiero que tú estés enfadado conmigo.

―No estoy enfadado contigo pequeña, solo triste ―susurró el mayor. La castaña lo miró triste, no quería que eso fuese así―. Solo quería que dijeras que querías que me quedase allí, contigo. No pensé que le harías caso a madre y que no dirías nada.

―Bueno, piensa lo que quieras. Me iré con Blaise, al menos él no me reprocha nada y no me hace daño con sus palabras.


Hermione se sintió ofendida por las palabras de su hermano mayor y lo dejó hablando solo, porque tampoco quería discutir en un momento como ese, a pocos minutos de ser anunciada. Una de las cosas que más odiaba era que le reprochasen lo que hacía y más con el tono que William Zabini había empleado con ella, por lo que esa discusión, por decirlo de algún modo, no sería algo pasajero, sino que ambos tendrían que hablar detenidamente sobre esas situaciones, con tal de ponerle remedio si los dos querían estar bien.

✓ | Hermione, ¿Zabini?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora