Capítulo 22

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Narra Alexander

La furia me dominó, la excitación me denominó, esta mujer es hermosa, por primera vez veo sus pechos, aunque no desnudos, sólo a través de su sostén pero algo es algo.

Hice un gran esfuerzo en controlarme, ella me desafía, en parte me gusta esa personalidad pero no cuando me desafía hasta hincharme las pelotas.

La única puta cosa que quiero más en la vida a parte de tener mi propia familia, es hacerle el amor a MÍ mujer, bueno aunque de todos modos tengo que hacerla mía para poder tener mi propia familia, ella es solo MÍA y la única razón por la que no le he hecho el amor es porque quiero respetarla.

Ya es mucho que la haya traído conmigo a cambio de la deuda de su padre, aunque si o si la traería en algún momento, fue una gran coincidencia que ella fuera la hija del hombre que le preste dinero.

Nunca pensé que prestándole dinero a un hombre que estaba tan desesperado por tenerlo, encontraría a mí mate, una historia poco tradicional se podría decir, las historia que contaban mi familiares era que se conocieron desde pequeños, la secuestró, la enamoro y se la trajo con él.

Pero la nuestra es diferente, empreste dinero y la conseguí a ella, no quiero que suene como si la hubiese comprado por que no es así, el dinero fue lo menos que me importó cuando la vi, aunque intente disimularlo pero quede fascinado con ella.

Cuando la vi sentí que ella era diferente a las demás, cuando descubrí que le hablo a su mamá cuando le di tiempo para que pudiera empacar sus cosas me sorprendió su valentía, esta mujer tiene coraje, en ese momento me encanto más.

Ella no me conoce realmente como soy, lo único que sabe es que soy un mafioso, pero no sabe lo otro, es un secreto que hasta mis hombres de confianza no saben.

Ser hombre lobo no es fácil cuando encuentras a tu mate y no son del mismo mundo, mí mujer es humana, para los humanos nosotros somos enemigos, aunque para ellos sólo pasamos a hacer una leyenda, piensan que ya no existimos y están realmente equivocados.

Soy hombre lobo, Alpha, mafioso, difícil ¿no? Liderar con dos asuntos bastantes importantes es difícil y sobre todo si eres el líder de ambos.

Temí por la seguridad de mi mujer, esto no se quedara hací, a mi mujer nadie la toca, ella es lo más sagrado que tengo...

En este momento la tengo acorralada contra un árbol, la beso salvajemente, introducí mi mano en sus bragas, muero por hacerla mía, aunque ahora se esta resistiendo pronto sedera.

Me tuve que separar de ella por la maldita falta de aire, ¡malditos pulmones!.

-Alexander detente- intento separarse de mí

-No cariño, tu provocaste esto- hable cerca de su oído

-Por favor- habló bajo

-Por favor ¿que?- hable en su cuello

-Por favor detente- me suplicó

-No cariño, no me detendré- la miré a los ojos

-Alexander no quiero- sus ojos estaban brillantes, quería llorar

-No te haré daño- puse mi mano libre en su mejilla

-No quiero- corrió su cara para la izquierda

-La pasaremos bien- le susurré en el oído

-No, no quiero- intento sacar mi mano que estaba en su short

-Vamos cariño, te va a encantar-

-Ya te dije que no, no quiero por favor- su voz se quebró

La volví a callar con un beso, no quiero que lloré, no quiero obligarla pero de verdad deseo esto.

-Jefe- nos interrumpió una voz de hombre, lamentablemente me tuve que separar de sus deliciosos labios y tuve que retirar mi mano.

-¿Que quieres?- respondí enojado

-bueno... Es que, como usted se demoraba pensamos que le paso algo por eso venimos a ver- hablo Brian, tras él estaban Félix y Carlo.

-Primero que nada dejen de mirarla- ellos bajaron la mirada -segundo estoy bien ahora vayan a casa, nosotros igual iremos-

-Esta bien jefe- ellos se fueron por donde vinieron.

-Vístete- le dije a Nicole, ella rápidamente se subió su short y polera, yo hice lo mismo.

-¿lista?- le pregunte, ella solo asintió, la tome de la mano y comenzamos a caminar.

Todo el maldito camino ha sido puro silencio, ella no me habla ni yo a ella, al fin llegamos a casa, me estacioné, apenas hice eso ella se bajó, la vi entrar a casa.

Saque las llaves, me baje y comencé a caminar hasta la casa, cuando entre pude ver a mi mujer en el segundo piso, comencé a subir las escaleras, cuando iba aproximadamente en la mitad escuche como se cerraba una puerta.

Al terminar de subir las escaleras me dirigí a nuestra habitación, sin dudas ella estará ahí.

Al entrar no la encontré por ningún lado, de seguro debe estar en el baño, necesito hablar con ella.

-Cariño- dije en la puerta, la no recibir respuesta, tome la manilla y abrí la puerta me encontré con mi mujer en el suelo llorando.

-Amor, no llores- me acerque a ella

-¡No te me acerques!- me miró

Maldita sea, se me rompe el corazón verla así.

Propiedad De Alexander (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora