"Los elfos sólo lloran para curar"

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Idhrenniel abrió los ojos, llenos de lágrimas. Sintiendo las manos de Loki consolando su espalda, se sintió débil, expuesta y al mismo tiempo agradecida de que ninguno de los elfos pudiese verla de aquella manera. Una vez más lograba sentirse como una vergüenza para su raza.

––He dejado que esto le pasara a mi pueblo. ¿Con que coraje puedo llegar a pedir su ayuda para salvar a un reino que yo misma he ayudado a destruir?

Alejó a Loki de su lado, camino encima de la hierba caminando hasta el castillo y con cada paso, la poca hierba verde que quedaba se convertía en hierba marchita, de un color amarillento y triste como el sentir de la princesa en aquél momento.

Camino mirando la destrucción que había a su alrededor. Los hermosos valles que en alguna vez habían servido para la reunión de sus canticos felices, la petición a la Tierra y a la Naturaleza por la fertilidad del universo. Idhrenniel lo recordaba todo a la perfección. El Sol levantándose entre las colinas mientras ellos comenzaban su danza, Idhrenniel recordaba ser muy pequeña la primera vez que lo había visto, todos aquellos majestuosos elfos bailando al ritmo del arpa y las voces angelicales de aquellos que tenían un don del canto más allá de lo divino, eran considerados especiales pues sin aquellas voces, la Tierra y Naturaleza no se sentían satisfechas. Alrededor de cuatro árboles unidos por las ramas, se reunían todos los pobladores a observar el inicio del año, el inicio de la fertilidad. Vestidos de blanco, comenzaban dando círculos alrededor de los árboles, recogiendo las flores más hermosas que crecían a sus alrededores, poniéndolas alrededor de su cabeza, mientras el Rey las hacía crecer con una danza de manos.

Danzaban escuchando los cantos, el sol salía con más emoción, Tierra comenzaba a crecer a su alrededor, y de pronto de entre las montañas, un destello de luz esmeralda anunciaba que el ritual se había hecho con propiedad, que la fertilidad del universo seguiría su curso gracias a ellos.

––¿Princesa?

La voz de Laoghaire la hizo volver a sí misma. Estaban frente a las enormes puertas del que había sido su majestuoso castillo, aunque ahora se encontraban en completa ruina y aquello provoco más dolor en el pecho de la princesa, tomo la mano de Loki para armarse de valor, no se había percatado de que en todo el camino Loki no había sido capaz de quitarle la vista de encima, observando y admirando la tristeza que caía sobre su rostro.

"¿Dónde están todos?"¸ se preguntaba a sí misma, no veía, ni sentía alma alguna a su alrededor. Se sintió débil de pronto, ¿qué pasaría si habían llegado demasiado tarde? ¿Qué pasaría si todos ya habían muerto por culpa de su miedo?

Entró al castillo, temerosa de que sus pensamientos fueran una realidad. El patio adornado de bellas plantas, se marchitaba a cada mirada que ella daba, su cuerpo se sentía angustiado y su sentir culpable.

Caminaron a través del patio del castillo, el cual estaba completamente hecho pedazos. Loki caminaba observando las manchas de sangre color azul en el suelo, lograba reconocerla, su madre le había dicho más de una vez que los elfos no sangraban como alguna criatura conocida. Había algo que hacía a Loki sospechar y levantar su espada de pronto, la princesa lo miro confundida, no lograba ver nada a su alrededor que indicara que había algún rastro de vida.

––¿No lo ve princesa?

Ella negó, Loki uso toda su fuerza de voluntad para no gritarle que era una tonta, observo el suelo y lo señaló con su espada, abrió la boca para hablar pero antes de que esta emitiera sonido alguno, Laoghaire habló por él.

––El piso está lleno de sangre, pero no hay ningún cuerpo.

Idhrenniel y Loki la miraron sorprendidos, Loki no quería darle la razón ni acreditarla, aunque claramente había sido eso lo que había llamado su atención.

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