La verdad en la luz

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Los pies de los guerreros ardían, parecían caminar sobre el fuego a cada paso que daban. Tenían que detenerse cada ciertos minutos para poder calmar el dolor de las ampollas en carne viva que les consumían los pies.

Habían perdido la cuenta del tiempo en el que habían estado caminando y Thor comenzaba a perder la fe sobre su camino por aquél desierto que solía ser un imponente prado. Los guerreros gemían con dolor a cada paso, pero seguían su camino al ver a Thor caminar, el cual caminaba sin detenerse, sin descansar, Thor seguía su camino. Lo seguía pensando en Asgard, en el hermoso palacio que le esperaba cuando pudiera volver a casa, su cómoda y mullida cama, el aire fresco que le acariciaba el rostro cada vez que se asomaba por el balcón. Todos aquellos eran buenos motivos, pero el que hacía que la sed se aplacara, el hambre desapareciera y el dolor fuera inexistente, era el pensar en Idhrenniel y que ella estaría esperándolo cuando volviera a casa, a su hogar, volver significaba que Idhrenniel se convertiría en su nuevo hogar.

...

Idhrenniel se miró en espejo, el vestido color marfil en su piel blanca relucía brillante como tela abrazando su piel. El vestido parecía adherirse a su piel pálida y hacer que esta brillara tal y como una hermosa estatua de porcelana.

–¡Luce hermosa su Alteza!

La voz de Marie la hizo desviar la mirada de su propia imagen. Idhrenniel le sonríe como respuesta, ha pasado el tiempo suficiente con Marie como para que esta pueda interpretar algo tan simple como lo es una sonrisa.

Se alisa el vestido en un intento de que este sea más suyo. Un toque tan sencillo como el tocar aquel vestido que veía como algo ajeno, algo que no reflejaba en lo más mínimo quien era ella.

–Debe ajustarse un poco más de la cintura

Laoghaire jaló sin cuidado alguno la cinta que recorría la cintura de la princesa, robándole el aire durante unos cuantos segundos.

Idhrenniel lo había notado, así como había notado la manera en la que Laoghaire había evitado mirarla a los ojos, hablarle incluso. Las únicas palabras que Laoghaire le había dirigido desde su compromiso con Loki, habían sido palabras secas y bruscas, sin ningún rastro del amor que solía profesarle, aquella hermandad que se había formado y los pocos días de felicidad se desvanecían con cada desprecio que le hacía Laoghaire. Para Idhrenniel era como si una extraña se hubiese apoderado del cuerpo de la mujer que ella adoraba como un pilar en aquella situación en la que se veía completamente perdida.

–¿Puedes hacerlo con más cuidado, mi querida Laoghaire?

La voz de Idhrenniel es dulce y suave, su petición es completamente sincera, el vestido no le deja respirar como es debido y el abdomen comienza a dolerle a pesar de que han pasado unos cuantos segundos.

–Lo que su Alteza ordene, como siempre

El sarcasmo en Laoghaire fue obvio incluso para Marie, quien la miro lleno de reproche. Las manos de Laoghaire se mueven con la misma brusquedad con la que le había ajustado la cinta, solo que ahora lo hacía para retirarla.

–¡Laoghaire, si novas a hacerlo con cuidado será mejor que te retires de la habitación!

El tono usualmente tranquilo de Marie se ve reemplazado por un tono fuerte y reprendedor. Laoghaire se aleja de ambas, se mira las manos como si tuviera algo extraordinario creciendo en ellas. Pasan los segundos y la tensión no se desvanece entre las tres mujeres hasta que Idhrenniel se atreve a hablar.

–Laoghaire, ¿Estás bien? Últimamente te he notado extraña, y no lo entiendo, ¿he hecho o dicho algo malo?

El rostro de Laoghaire comienza a enrojecerse, sus manos tiemblan y finalmente deja de verlas, pero su mirada se mueve hacia el rostro de Idhrenniel, sus ojos cargados de ira se llenan de lágrimas, lágrimas con sabor a pura furia.

Lealtad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora