2 - La sorpresa

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Maxon

Cuando te hayas marchado, me habré quitado un peso de encima

Me arrepentí de haber pronunciado aquéllas palabras apenas salieron de mi boca, pero no me iba a echar para atrás. De  cualquier modo, sabía que me dolían mas a mi que a ella.

Me gire hacia Kriss, buscando una forma de distraerme, y caí en la cuenta de que esto sería así por el resto de mi vida.

-Maxon, no hagas esto.

-¿Que has dicho?

Kriss me miraba tristemente, pero sonreía.

-Tú quieres a América.

Y yo te quiero a ti, América Singer, te quiero con toda el alma

-Kriss, querida, no te estaría pidiendo que te cases conmigo si no te quisiera.

-No digo que no me quieras. Lo haces, lo sé.- Kriss bajó la mirada y añadió - Pero con América es diferente, todos lo vemos. Aunque me aprecies, Maxon, por ella sientes algo mucho mas fuerte ¿Por que quieres casarte conmigo en su lugar?

Me golpeó la realidad. Yo lo tenía bastante claro: América era lo que hacía de mi mundo un lugar maravilloso, y estaba loco por ella. Pero ella amaba a alguien más. Me pregunté si mis sentimientos eran tan obvios para todo el mundo o sólo era Kriss quien lo había notado.

Gavril se nos acercó en ese momento, salvándome de la incómoda respuesta que en realidad no quería ni podía dar.

-Alteza- me saludó con un asentimiento que yo correspondí en silencio para evitar preguntas, sabiendo que la ira y el dolor se filtrarían en mi voz, ¿quien se siente así el día que anuncia su compromiso?

-Lady Kriss, Lady América - Gavril las saludó también con un gesto de la cabeza y prosiguió - esto será bastante simple: se abrirá con una breve introducción y después le haremos algunas preguntas para pasar directamente a la proposición. -me miró durante la última parte y me quedé callado. Realmente no estaba listo, no quería compromoterme con Kriss, pero no había marcha atrás. América seguía queriendo a Leger y yo había permitido que Kriss se quedara precisamente en caso de que aquéllo sucediera. La gente había estado siguiendo la Selección desde el principio por que esperaban una boda, y habría una. Era mi deber como príncipe, y aunque no fuera con la mujer que yo quería, estaba seguro de una cosa: nadie iba a volver a romperme el corazón.

-Si me lo permite, Alteza...-añadió Gavril- me alegra muchísimo saber que encontró a la indicada. Estoy seguro de que todo el pueblo de Iléa se alegra por usted.

Me dí cuenta de que mis ojos habían ido a caer en América de nuevo, a pesar de que mi cabeza seguía orientada al frente, y rogué por que lo anonadado que me había dejado no se notase. La había mirado ya varias veces desde que entró al salón, pero aún así estaba... Estaba preciosa.

-Te lo agradezco Gavril- hablé, esperando que su comentario no se debiera a una mala interpretación de mi pequeño descuido -  para mi es maravilloso poder compartir este momento con el reino.

-Quizá debamos guardar las respuestas para cuando estemos transmitiendo - Gavril sonrió, pero su mirada vagaba por algún sitio detrás nuestro -si me disculpa...

-Claro, no hay ningún problema. - respondí, aliviado, suponiendo que la señal del inicio de la transmisión lo había distraído. ¿Por que de pronto todas las conversaciones terminaban siendo acerca de lo que sentía?

-¡Buen día, habitantes de Iléa! - había empezado demasiado pronto. Gavril parecía verdaderamente entusiasmado mientras iniciaba la presentación al reino. -Todos nosotros hemos seguido de cerca la Selección de nuestro querido príncipe Maxon. Desde que treinta y cinco hermosas chicas llegaron aquí a palacio, el príncipe ha ido conociéndolas, descubriendo cosas sobre cada una de ellas y buscando a aquélla cuyas cualidades encajaran mejor con lo que se espera de nuestra nueva princesa- mi padre se revolvió incómodo en su asiento y yo miré a América de soslayo. No lo miraba, pero de pronto parecía mas erguida, más regia. Perfecta. Como una princesa-¿No es así majestad?-continuaba Gavril

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