6-El amanecer

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Maxon

La pregunta de mamá seguía colgando en mi cabeza como un asunto constante que necesitaba resolver. Me había prometido hablar con Kriss después del funeral, que era lo más próximo.

Mi tía Adele había llegado hacía dos días, y la princesa Nicoletta, junto con su padres y la familia real francesa, habían llegado el día anterior. Yo había hecho todo lo posible por evitar a Daphne desde su llegada, alegando ocupaciones referentes al funeral, pero mamá estaba enterada de que los últimos detalles estaban en manos de Carter y Marlee. Mientras tanto, yo pasaba casi todo mi tiempo en el ala del hospital, junto a América, que aún no despertaba. Había tenido que hablar con Marlee y con mi madre acerca de lo que había ocurrido con Daphne antes de la selección, para que Marlee pudiera ayudarme a evitar un encuentro incómodo y mamá no lo considerara una falta de cortesía sin razón.

Así que la noche antes del funeral me encontraba sentado junto a América  con los codos sobre las rodillas y la bandeja de la cena intacta a un lado, dándole vueltas a un pequeño sobre rectangular cuyo contenido había ido escribiendo en momentos libres desde que hablando con Marlee tuve la idea. Aspen ya se había recuperado lo suficiente como para que lo dejaran terminar de curarse en el pabellón, donde Lucy dedicaba cada minuto de su tiempo libre a cuidar de él. Mary y Paige habían estado conmigo toda la tarde allí mismo, en la enfermería, mientras Carter me mostraba los últimos arreglos que habían hecho para el funeral de mi padre y Marlee hacía lo mismo con mamá. A la hora de la cena los envíe a todos a descansar y a cenar mientras yo me dedicaba a terminar la carta que tenía ahora entre los dedos, indeciso del lugar donde debía colocarla. ¿Que sería lo primero que vería América al despertar? ¿La mesa junto a su cama, las flores que había sobre ella o...o a mi?

Mi propia pregunta me tomó desprevenido. Aunque lo que mas deseaba en el mundo era que América despertara, sabía lo que me podía esperar cuando lo hiciera. Estaría molesta, dolida...Y probablemente no querría saber más de mi.

¿Cómo iba a explicarle todo?

Había un sinfín de posibles situaciones, ninguna de ellas predecible, porque se trataba de América Singer. Ella era así, como un vendaval, un huracán que no se dejaba domar por nada ni por nadie. Y aunque no era de los que destruían todo a su paso, después de estar cerca de ella era imposible volver a ser el mismo.

Por lo menos, para mí lo había sido.

Opté por colocar el sobre cerca de una de sus manos. Así al menos lo sentiría en cuanto se despertara. Se me escapó el tiempo mientras acariciaba sus manos y al fin el cansancio pudo conmigo, ilusionándome con los brillantes ojos azules de América justo antes de quedarme dormido.

-¿Maxon? -soñé que me llamaba. Su voz débil me hizo un nudo en el pecho, y rogué para que cuando despertara de verdad estuviera mucho más fuerte de lo que mi cansada imaginación me decía que estaría.

-¿Ames?- no supe si había pasado un segundo o una eternidad cuando escuché la voz de May resonar en la estancia -¡Ames!

-Oh, May.

El corazón se me detuvo y me incorporé de golpe. La carta que había quedado bajo mi brazo cayó al suelo, pero ni por un segundo se me pasó por la cabeza levantarla.

Lo único que pude procesar era que, por fin, los preciosos ojos azules que tanto había echado de menos me devolvían la mirada desde los almohadones, cuyo blanco impoluto contrastaba con el rojo  brillante de su cabello.

Tenía que disculparme. En alguna parte dentro de mi cabeza sabía que tenía que explicárselo todo y rogarle para que me perdonara. Pero no encontraba mi voz. No encontraba las palabras adecuadas ni la forma correcta de empezar a decirle cuánto la amaba y lo mucho que la necesitaba junto a mí.

-América- fue el único sonido que pudo salir de mis labios, con el alivio recorriendo mi cuerpo.

-¿Qué es lo que...? -se interrumpió con un quejido a media frase cuando intento levantarse.

-¡Ames, no!- May corrió a ayudarme y entre los dos la tomamos por los brazos para ayudarla a recostarse de nuevo.

-No puedes levantarte, querida. Necesitas descansar- supliqué. Lucía confundida.

-Pero debo ir a casa- respondió. Me quedé helado hasta que escuché lo que dijo después -Necesito ir. El funeral de papá, ¿cuándo...?

Sus ojos se llenaron de lágrimas. May y yo nos miramos con pánico, sin saber que decir.

-¿Por qué estás aquí? -América se dirigió a su hermana menor- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué...?

Frunció el ceño, como si le costara hilar las ideas. El miedo comenzó a hilar posibilidades en el interior de mi cabeza. Ninguna me gustaba.

-Yo...papá- consiguió decir.

-Ames, papá...

-No debes preocuparte, cariño -interrumpí a May y le hice un pequeño gesto con la cabeza. Tenía la certeza casi absoluta sobre lo que sucedía, pero no quería decir nada hasta que Ashlar no estuviera allí -llamaremos a Ashlar y él nos dirá lo que podemos hacer, querida. Tranquila.

Le besé la frente antes de darme la vuelta. May me miró y asintió una sola vez para indicarme que había entendido lo que pensaba.

Caminé con tranquilidad hasta la puerta del despacho del médico. Toqué dos veces, con delicadeza, y abrí con toda calma cuando la voz desde dentro me indicó que pasara.

Una vez dentro la máscara se esfumó y dejé que lo que me quedaba de cordura fuera diluida por el pánico. Ashlar se levantó de inmediato, dejando caer los papeles que había en sus manos sobre su escritorio.

-Alteza- me saludó sobresaltado.

-Ha despertado- dije sin más. El médico exhaló con fuerza y rodeó con rapidez el escritorio, dirigiéndose hasta la puerta; donde se detuvo en seco cuando añadí -pero hay cosas que al parecer no recuerda. Quiere irse a casa, al funeral.

***

¡No me maten! Jajaja no, enserio. No había planeado eso, de pronto salió. Tengo algunos capítulos adelantados así que probablemente estos días suba más, aprovechando el tiempo libre 😊💖
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Gracias por leer 👑🌻

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