CAPITULO 11

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Volví a casa... un tanto aturdida, no entendía qué había sucedido, cómo ese joven me hizo sentir que me sacaba de serie por un momento. Como si todo el dolor que había sentido unos pasos atrás, estaban fuera del paréntesis que él había creado. Paréntesis que me desconectó tanto de mi pena, que me sentó bien.
Es difícil interpretar... que una persona te haga escapar de tantos meses de dolor, insomnio, trastornos con tan solo sonreir. Supongo... tal vez supongo, que nunca vi una sonrisa salida de un alma tan pura, en mi vida.
Siempre estuve a la sombra de las locuras de mi madre, los agravios de mi novio, la clara descendencia de mi madre, es decir mis hermanos. Excepto Liz... hay cosas que aún no sé, pero entiendo su partida, fue la mejor decisión alejarse de casa y nunca volver. Ella tuvo la chance. Yo también la tuve, pero fue una mala decisión irme con Pedro, teniendo a Irina o a papá.
Y vuelvo a Fermín. Sus ojos oscuros, su pelo negro, su piel aterciopelada apenas tostada, su sonrisa... vuelvo ahí porque, es un paraíso terrenal. Y me pierdo.
Todo esto lo pienso en la terraza, escuchando Bon Iver y no veo como las horas pasan desde ahí... lo acabo de descubrir. Liz hizo un gran esfuerzo por decorarlo, flores por todos lados, con silloncitos cómodos y uno que pende de un gancho, y le permite girar, donde me encontraba sentada, con una vista increíble que se forma entre los árboles en dirección al mar, todo un sueño de paz. Ahí pase el resto de mi tarde hasta que se hicieron las 18.00 hs y recordé que pronto teníamos que ir al restaurante, así que bajé.
-¿Conociste la terraza, Mai?- dijo mi hermana, sacandome del trance en el que estaba, con una sonrisa relajada.
-Si, perdón. Estabas durmiendo y no quise molestarte para pedirte permiso, subí, vi lo hermoso que es y no pude resistirme.
-¿Permiso? ¿En serio? Estás en tu casa, Mai- tomándome por los hombros- Podes estar donde desees... ponete cómoda.
-Gracias, Liz, por recibirme. Me hace muy bien estar acá y reencontrarme con vos.
-A mi también, cielo.- Con una sonrisa maternal que nunca vi en mi madre y siempre anhele. Al fin la tenía y de quien menos lo esperaba.- Anda y preparate tranquila con Iri, yo me voy al restaurante, y Jano las espera, aún quedaron cosas pendientes acá.
-Bueno, dale.- Dije, y salí disparando a la pieza a buscar algo que ponerme.
-Mai, ¿Dónde te metiste?
-No te hagas la preocupada, que ni un mensaje me mandaste, de seguro te dormiste la vida jaja
-Bueno... si jaja pero quiero saber.
Le conté la experiencia que había vivido con lujo de detalles, mientras nos preparabamos.
-¿Me estás cargando? Pero... es un ángel caído del cielo. ¿Y cuándo lo voy a conocer?
-Probablemente hoy. Dijo que iba al bar de Liz.
Mientras mi amiga emitía gritos de loca, mi cuñado nos llama al pie de la escalera...
-Chicas, perdonen, pero apuren, por favor... son las nueve de la noche ya..
Bajamos con nuestros vestidos de verano, maquilladas y peinadas como si fuéramos a una gala.
-Me parece que es demasiado, pero si se siente cómodas.

FermínWhere stories live. Discover now