CAPÍTULO 8 [1/3]

221 18 0
                                    

Por los montañosos y desgastados caminos de tierra y piedra, el sonido de los cascos de los caballos rompía la calma y la tranquilidad que había por la zona.

-Hey Salamander- pregunto Gajeel al pelirosa que iba cabalgando y mirando alrededor desde que empezó su recorrido hacia las montañas del norte.

-Hmn... ¿Qué?- respondió Natsu sin pararse a mirarlo.

-¿Cuánto falta?- pregunto cansado deteniendo por unos instantes el andar del caballo mirando la espalda del hombre delante de él.

-¿Cuánto falta? ¿Cuánto falta hasta ese sitio que busco y no sé dónde está?- pregunto irónico Natsu sin dejar de mirar alrededor- Es difícil decirlo.

-¿Sabes por lo menos dónde estamos?- pregunto cansado Gajeel.

-Camino a las tierras del norte- respondió con simpleza Natsu.

Gajeel al ver que Natsu no detenía su paso lo siguió soltando un bufido mientras le dirigía insultos por lo bajo.

En un momento dado, Natsu paro a su caballo y lentamente bajo de este mirando alrededor. Se agacho y paso una mano por la tierra del camino donde se podía ver marcas de carro y cascos de caballo.

-Han pasado por aquí- dijo sin dejar de mirar las marcas y las huellas.

-Evidentemente. Por aquí se va al camino del norte que lleva directo al santuario- respondió Gajeel- No hace falta ser un cazador para saber eso. Iremos al Norte, han ido hacia allí.

Natsu levanto y se limpió las manos de la suciedad del camino para luego, con una sonrisa divertida, mirar a su compañero de viaje.

-En realidad han ido hacia el oeste. El camino del norte pasa por una llanura, es imposible cubrirse- dijo señalando el camino- El camino del oeste pasa junto a un bosque, ahí es donde acamparan y ahí es donde los pillaremos.

Todo eso lo dijo sin dejar la sonrisa divertida, que se extendió al ver la cara de circunstancias de Gajeel.

-Evidentemente- dijo este aclarándose un poco la garganta.

-Gajeel, deberías irte a casa- dijo Natsu subiéndose de un salto a su caballo y girándose a mirarlo.

-No me voy hasta cobrar mi recompensa- dijo este mirando con fieros ojos rojos a Natsu.

-Quieres oro, pero aquí solo encontraras la muerte- dijo empezando a seguir el camino hacía el camino del oeste.

-Un pelín dramático- dijo Gajeel siguiéndolo- Yo no tengo miedo a Zeref el "gran"mago Oscuro.

Natsu giro un poco su cabeza por encima del hombro para mirarlo fijamente a los ojos donde Gajeel pudo notar un pequeño destello de dolor e ira en ellos.

-Pues deberías- dijo volviendo a mirar al frente dejando un poco confundido a Gajeel.

❌❌❌

El camino siguió sin ninguna dificultada para los dos hombres.

Las huellas de los caballos y las carretas todavía se notaban en la tierra a pesar de que casi todo el camino montañoso estaba cubierto de piedras

Todo iba bien hasta que se encontraron con un cruce de caminos que daban a cuatro direcciones diferentes.

Natsu paró su andar y miro alrededor.

Por ninguno de los caminos se diferenciaba las huellas que habían seguido hasta allí. Seguramente el paso del viendo o demás personas o animales habían borrado el rastro.

De lejos se escuchó el fuerte sonido del graznido de varias aves, pero no cualquier tipo de aves. Eran carroñeras.

Con un mal presentimiento corriendo por cada parte de su cuerpo y con el instinto gritándole que siguiera el camino que llevaba a ese sonido. Sin dilación cogió más fuerte las riendas y se encamino por ese camino siendo seguido muy de cerca por Gajeel.

Pasaron por una zona donde las ramas de los arboles hacían una especie de túnel. Parecía como si el mismo bosque hubiera crecido consciente de que ahí había un camino.

Un frío viento apareció en el ambiente y junto a él una suave niebla que a cada paso que daban se hacía más espesa.

Al final del camino había una especie de claro donde había una imagen aterradora y a la vez perturbadora.

Todos los hombres que los reyes Erza y Jellal habían mandado al santuario se encontraban muertos siendo acechador por todo tipo de animales carroñeros que buscaban alimentarse.

Los soldados, muertos.

Los caballos, muertos.

Las carrozas de provisiones, destrozadas.

Era una escena horrible.

-Sera posible...- dijo Gajeel impresionado colocándose al lado de Natsu que estaba inmóvil ante tal escena- ¿Quién los habrá atacado en este claro?

-Estate atento, puede que sigan por aquí- dijo Natsu bajándose del caballo seguido de Gajeel- Busca huellas, rastros de sangre, lo que sea.

Natsu empezó a caminar mirando a su alrededor intentando imaginar que es lo que había podido pasar, pero no obtenía ninguna respuesta.

No era lógico.

¿Cómo algunos de los hombres más fuertes del reino había podido terminar así?

Natsu se acercó lentamente a uno de los cuerpos y asusto a unas aves que estaban encima de este, cuando estas salieron se dio cuenta de una cosa bastante extraña.

-Son sus propias flechas, sus propias armas - dijo sorprendido mirando alrededor para después centrar su mirada en Gajeel que se acercaba a él mirándolo extrañado- Se han matado entre ellos.

-Pero... ¿Porque?- pregunto con mucha sorpresa Gajeel mirando alrededor- Son todos hombres de la reina.

Más Natsu no contesto.

Este estaba mirando a su alrededor hasta que un punto, no muy lejos de ellos, le llamo la atención.

Gajeel se quedó mirando extrañado como Natsu empezaba a caminar hacía una zona que estaba cubierta de unas hierbas que le legaban hasta la rodilla y era un poco difícil caminar.

Lentamente se acercó donde él estaba acuclillado mirando el cuerpo de uno de los soldados que tenía una extraña flecha clavada en la espalda.

-El libro ha estado aquí- dijo Natsu señalando una zona donde las plantas del suelo estaban muertas, como quemadas. Con un pañuelo cogió la flecha que el hombre tenía clavada en la espalda y de un fuerte tirón la sacó- Desde luego que esto no es de ellos...

La punta de esa flecha estaba hecha de oro con decoraciones de piedras preciosas.

-Yo he vivido en las minas- dijo Gajeel ganándose su atención- Y eso vale un montón.

-Pues su dueño tiene el libro- dijo Natsu rompiendo la parte de madera y guardándose la punta en el bolsillo de su chaleco- Tenemos que encontrarlo antes de que Zeref lo haga.

Dándose la vuelta empezó a caminar donde estaba su caballo seguido de Gajeel que lo miraba extrañado.

-¡Salamander! ¡¿Qué mier...?!- empezó a decir, pero fue interrumpido.

-Tenemos que salirnos del camino- dijo dirigiéndole una mirada para luego empezar a avanzar por donde habían llegado.

Gajeel, soltando un bufido, se subió de un salto en su caballo y empezó a seguirlo.

-Maldito Salamander- musito en un susurro. Ese fue el primero de muchos insultos dirigidos hacía el cazador.

[MARATÓN 1/3]

El cazador de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora