CAPÍTULO 3

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Después de tres días de viaje, llegaron al sur del Imperio Alvarez donde se encontraba el gran palacio oscuro.

El palacio del Rey Zeref se encontraba en la zona más apartada y montañosa, un lugar muy apartado de todo y de todos.

Pasar por esa zona con las carrozas era complicado, pero no imposible.

Era la zona con la temperatura más fría de todo el reino, por eso siempre estaba nevando.

Había habladurías que decían que asi estaba el corazón del Rey que así estaba el corazón del monarca, roto como las cumbres de las grandes montañas y congelado y frio como el tiempo en esos lugares.

Cuando estaban llegando los niños pudieron ver de lejos el gran palacio.

Era inmenso y desde esa distancia ya daba autentico miedo acercarse. Era oscuro y siniestro y eso estando lejos, más de cerca daba todavía más miedo y parecía más peligroso.

Natsu en todo el camino no pudo dejar de pensar en la mirada chocolate de esa chica rubia.

Decían que los ojos eran el espejo del alma, y esa chica era como un libro abierto.

A sus diez años nunca había visto una mirada así en ninguna niña ni ningún niño, ni siguiera en Gray o Lisanna.

Tenía una mirada decidida y salvaje, el miedo y la tristeza estaba en segundo plano, y eso era de admirar dadas las circunstancias.

Cuando los carros pararon ya se encontraban en el patio de delante del catillo, un sitio desierto que daba a la entrada del gran y majestuoso pero a la vez terrorífico palacio.

De repente la puerta de su carroza se abrió.

-¡Venga, bajad! No tenemos todo el día- dijo el guardia que empezó a bajar a los niños con fuerza y rudeza- Rápido salid ¡Más deprisa!

Rápidamente todos los niños de encontraban fuera de las carrozas. Todos se encontraban desorientados y con miedo, de esto Natsu se dio cuanta.

Nunca ninguno de ellos había salido del poblado para nada y de repente se encontraban frente al gran castillo del rey.

La zona de delante del castillo era muy espaciosa tanto que ahí cabían todos los ejércitos del rey y sus caballos. Todo estaba cubierto de una fina capa de nieve y hielo, lo normal por la zona en la que se encontraban.

Los guardias abrieron las grandes puertas de madera que daban al interior del castillo y los guiaron por los extensos y oscuros pasillos hasta llegar a la sala del trono.

Esta sala era enorme y no contaba con mucha luz, solo con la que entraba por las enormes ventanas, pero aun asi todo estaba en penumbras.

Tenía las paredes casi desnudas decoradas con algunos cuadros y muebles de excelente calidad, los suelos de piedra estaban brillantes y parecía que nadie nunca había caminado encima de ellas.

Delante de ellos había como una pequeña escalera que daba acceso a la zona donde se encontraba la zona del trono.

En esa zona se encontraba enorme trono de cuero negro con decoraciones en dorado.

Detrás de este se encontraba una gran tela con el emblema del reino Alvarez con todos los detalles hechos a mano de forma meticulosa.

Todo estaba excelentemente ordenado y cuidado al detalle.

Todos los niños y algunos soldados entraron y se quedaron parados delante del trono en la zona baja.

De repente se escucharon unos pasos y de los lados de la sala del trono salió el rey Zeref.

Este era bastante alto, de cabellos negros pulcramente peinados y unos ojos rojos terroríficos que destilaban seriedad siempre.

Vestía unos pantalones negros junto a una camisa de lino también negro. Encima de esto portaba un abrigo negro con decoraciones de oro en las mangas y el cuello. También portaba una túnica que le daba la vuelta al cuello y colgaba de detrás hasta sus talones.

Zeref se posicionó delante del trono de pie mirando a todos los niños.

Natsu se quedó sorprendido al verlo. Nunca había visto al rey en persona, a su pequeño poblado solo aparecían de vez en cuando un puñado de soldados que por orden del Rey dictaban órdenes y en ocasiones castigaban.

Todos los niños tenían miedo. Intentaban disimularlo, pero era bastante difícil. Les habían arrancado de los brazos de sus padres y ninguno sabía para que se encontraban en ese lugar.

Sin previo aviso el rey empezó a hablar.

-Sois afortunados ahora estáis conmigo y yo os ayudare a haceros fuertes para que no volváis a sufrir.

De repente se escuchan pequeños sollozos que intentaban ser retenidos.

Natsu se asomó entre el gran tumulto de niños y ahí pudo ver a Gray respirando irregularmente intentando guardar las ganas de echarse a llorar.

Zeref se acercó al niño ante las miradas de todos.

-¿Tienes miedo?-dijo suavemente pero con seriedad

El niño negó con la cabeza.

-¿Es a tu padre a quien echas de menos?- volvió a negar-¿A tu madre?

-Si- dijo asintiendo.

Zeref asintió con pasos cortos y lentosse acercó al niño hasta pararse delante de él.

-¿Cómo te llamas?-dijo este.

-Gray- dijo el niño.

Después de decir su nombre, Gray sintió como el rey Zeref le cogía la cara con una mano.

-Gray, el amor no es nada. Es un truco que hace que los fuertes se vuelvan necios y débiles- dijo apretándole la cara mientras de sus manos salían unas pequeñas sombras. Después dirigió la vista por todos ellos sin soltar la cara de Gray- Desterradlo de vuestras mentes. Jamás permitáis que os vuelva débiles de mente o voluntad porque en mi reino solo hay una ley ¡Prohibido amar!- Zeref solto la cara de Gray dejando a la vista una pequeña herida por la zona de la barbilla. Empero a darse la vuelta y en voz menos fuerte y agresiva agregó: -Es un pecado y no le permitiré.

Se acercó con aso tranquilo y lento a su posición original delante del trono.

-Esas ilusiones son indignas de vosotros. Os he ayudados a libraros de ellas y a cambio de ellas solo os pido una sola cosa. Vuestra lealtad- dijo con paciencia y seriedad- Os quedareis aquí y os entrenareis y os curtiréis. Os convertiréis en la elite, en mis cazadores y nunca nada podrá destruiros.

Después de decir estas palabras se dio la vuelta, pero antes de salir dijo:

-Olvidad lo que habéis vivido hasta ahora. Este es vuestro futuro.

Diciendo esto salió del salón del trono.

Los guardias dividieron a los niños en chicos y chicas y los llevaron a diferentes aposentos para que se cambiaran las ropas sucias que llevaban y descansar.

El día siguiente sería más duro que nunca.

El cazador de demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora