~ Uno ~

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Serví un poco de café humeante sobre una taza para la mesa 4, recién abriamos el negocio y afuera en la playa se percibía un clima fresco de verano lo que hacía que unos cuantos turistas y gente que salía a caminar por la mañana le dieran una visita a la cafetería para tomar un café caliente matutino.

Mi pequeña hermana, Melody, llegó corriendo hacía mi con una hoja entre sus manos, me la tendió sonriente y la tomé después de dejar el café sobre la barra.

-¿Qué es esto?- pregunté aguantando la risa mientras miraba el manuscrito de mi hermanita.

Ella saltó en su lugar y me miró con unos ojos enormes.

-Es de la mesa de allá- señaló con su dedo a una mesa a un lado de la ventana de la cafetería en dónde se encontraba un chico viendo por el cristal, por lo cual no pude ver su rostro.- Yo tomé la orden.

Sonrió orgullosa de si misma y yo le devolví la sonrisa intentando descifrar lo que decía.

-¿Un café mocca y un muffin de chocolate?- pregunté dudosa y ella asintió emocionada- vaya Melody, veo que ya eres una niña grande, ahora entrego esta orden, mientras lleva este café a la mesa 4.

Asintió nuevamente y tomó la taza entre sus manitas dirigiéndose a la mesa. Suspiré mientras preparaba el café de mocca y tomaba un muffin de chocolate de la estantería. Coloqué las cosas en una charola para ir a servirlo a la mesa, pero cuándo el chico volteó y pude ver quién era dejé la charola sobre la barra.

No me estaba mirando, cosa que agradecí infinitamente al cielo porque seguramente me había puesto más pálida que un zombie. Tragué saliva con nervios. ¿Porqué me ponía así cada que se trataba de Ashton Irwin?

-¿Nerviosa, Summers?- preguntó una voz burlona a mis espaldas, dí un salto en mi lugar hasta que miré a Clarisse, mi mejor amiga, sonriendo enormemente mientras me miraba y luego veía a la mesa en dónde se encontraba Ashton esperando su orden.

Una orden que tardaría en llegar porque no me atrevía a ir hacía él, esperaría a Melody para que ella lo atendiera.

-Por supuesto que no- me defendí con una mentira, rogando para que el color ya hubiese vuelto en mí.

Miré la orden sobre la barra, por supuesto que estaba nerviosa, Dios, el chico que esperaba por esto era Ashton, ¿cómo no iba a estar nerviosa?

-Vamos Lili, sólo es Ashton- sonrió mi amiga con picardía y la miré con incredulidad.

¿Qué sólo era Ashton? ¡Era Ashton! Para mí no era como cualquier cliente de la cafetería, jamás lo había visto por aquí, pero... ¡Oh Dios! ¡Estaba temblando!

Mi mamá entró con prisa por la puerta del local sonriendole a los clientes que se encontraban ahí, su mirada se posó en mí y comenzó a negar con la cabeza.

-Liliana, ¿qué esperas para entregar esa orden?- dijo mi madre viéndome acusatoriamente- No hagas esperar a los clientes.

Comenzó a ponerse su delantal con prisa, mordí mi labio inferior, me sentía atrapada.

-Pero mam...- intenté excusarme pero ella me interrumpió rápidamente.

-Sin peros, ¡date prisa!- ordenó y seguido de eso entró a la cocina. Toda la sangre se me fue a los pies.

-Ya escuchaste- canturreó Clarisse con burla- yo debo irme.

Y salió corriendo como si hubiese estado en un maratón. Increíble.

Tomé nuevamente la charola y caminé despacio hasta la mesa en la que se encontraba Ashton. Faltaba poco para llegar hasta que definitivamente estuve parada enfrente de él

Posó su mirada en mí y sentí como mi corazón golpeteaba fuerte, como si estuviese atrapado en alguna clase de habitación y tocara fuertemente la puerta para salir. Pude ver sus rizos, sus ojos verdes, su piel bronceada y esos hoyuelos irresistibles que yacían sobre sus mejillas.

-¿Café Mocca y muffin de chocolate?- pregunté con una pequeña sonrisa tímida esquivando un poco su mirada, después me di cuenta de que había quedado como tarada.

-Así es- sonrió él haciendo notar sus hoyuelos, ¿él me había sonreído a mí?

Mi mirada se había desviado hacía el cristal del local, coloqué primero el muffin sobre la mesa pero mi mirada no quería chocar con Ashton, seguramente me veía patética y él pensaba que era una completa boba.

Cuatro chicas pasaron caminando por la acera en ese momento, eran muy bellas e iban sonrientes captando la atención de todos. Turistas, pensé.

Me quedé embobada observándolas, como caminaban al mismo paso y su cabello era ondeado por el viento de la costa.

-¡Lili!- exclamó Ashton poniéndose de pié. Salí de mi trance y lo miré sorprendida.

Le había derramado todo el café encima.

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