CAPITULO XI

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Se cumplieron los dos meses de la competencia. Y otros dos más. Durante el tiempo a su lado había soñado con ese día. Quizá nunca me di cuenta que en definitiva iba a haber un final.

Llevaba tres meses sin él. Él me enseñó que la Galaxia siempre será eterna. Los sueños vienen y van a manera efímera. Hoy sueñas con un futuro, hace tres meses soñaba con ese día, en el que entregábamos nuestros resúmenes y nos felicitaban. Seríamos el primer lugar. Sin embargo, él ya no estuvo, él ya no está.

El que ya no estuviera se podía comparar con las nubes. La mayor parte de las vacaciones estuvieron ahí. Evitando que se viera el cielo despejado. No se nos permitió gozar de las estrellas, pero sí de nuestros ojos.

Hoy es uno de eso días en los que parece que va a llover, sin embargo no lo hace.

Hoy no llueve. Justo ahora no.

Y yo estaba decidida a empezar a vivir. Ya no era suficiente creer en los cuentos que alguna vez llegué a escuchar, ni en las palabras que escuché de su voz. No en estos momentos.

Había empezado a ver la vida de otra manera. Mis sueños y mis ideales habían volado al cielo, todas esas estrellas habían sido mías y lo volverán a ser cuando volvamos a estar juntos.

Pero esta vez no se veían las estrellas pues hoy no eran mías, por primera vez no me dolía que no se vieran, pues ya había aprendido. Esta vez ya lo había hecho.

Venía en camino de la secundaria.

Me llegó una notificación de la biblioteca, era una disculpa por el retraso de la premiación dos meses después de haber finalizado el concurso. Nosotros habíamos quedado en tercer lugar y deseé pasar por una última dona, probarla otra vez para seguir con la tradición de haber logrado nuestra meta aunque él ya no estuviera aquí para saborearla.

Y por promesas habladas mi memoria me transportó a esa tarde donde me dio miedo perderlo y me dijo que recordaría ese día mientras comiera mi nuevo postre favorito.

Entonces iba a sonreír discretamente y miraría el cielo y diría "La Galaxia es tan cambiante que mis gustos van cambiando a conforme su alineación".

Pero lo único que hago es recordarlo porque la Galaxia nunca estuvo alineada para nosotros así que mis gustos aún no cambian.

Giré a la derecha y tomé la calle principal, la que iba directo a la biblioteca, nuestra biblioteca. Mientras recorría esas calles llenas de recuerdos escuché por última vez esas tres canciones que eran nuestras. Y llegué, me metí al local y pedí dos donas, una para mí y otra para él (como si él se la fuera a comer).

Justo cuando estaba pagando, Josh se me quedó viendo.

- Altaira, entiendo que tal vez no me incumbe y tú tengas antojo de dos pero, ¿eres consciente que él ya no está?

- Sí Josh, ya me di cuenta –le dije con algo de desgane.

Y justo cuando estiré la mano para pagarle recordé que no había escrito el último capítulo, aún no había escrito el final de nuestra historia. Y yo prometí hacerlo. Le prometí que con mi final y su historia lograríamos un gran libro. Nos lo prometimos.

Lo prometimos, y lo dijimos con las palabras clave.

Entonces tomé la bolsa con las donas y me dirigí a la puerta pero esta vez sabía en cómo terminarnos.

Y ahí estaba...

Ahí estaba...

Ahí...

Estaba...

LA GALAXIA Y LUEGO YO.

La galaxia y luego yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora