Capítulo 3. Ahogado.

345 52 3
                                    

Gotas de Agua.

Capítulo 3. Ahogado.

Nadie en su sano juicio disfrutaría tanto de clasificar plantas como Judar lo hace ahora mismo. Eso es lo que piensa cierto rey mientras ve fijamente todo eso que escribe.

No entiende mucho, pero sabe que se trata de plantas. Recientemente esto es lo único en lo que el japonés se ha preocupado, más que en su propia libertad.

La verdad eso es bueno para Sinbad, ¿entonces para qué quejarse? Así está todo bien. Pero su curiosidad ahora mismo es grande. Siendo tan parecidos que hasta el mismo rey lo confundió, ¿Judar habrá tenido este mismo problema antes?

A simple vista, con lo poco que ha llegado a conocerlo, piensa que Judar tiene una vida realmente tranquila y monótona en un país pequeño pero abundante de gente. Como profesor, ¿qué tanta diversión puede tener?

Seguramente no la suficiente, al menos eso piensa Sinbad.

— ¿Te molesta que te lleguen a comprar con Judal?

Judar para de escribir un momento, pero tan rápido como se detiene vuelve a seguir.

Qué repentina la pregunta, casi siente que rompe todo el sonido que la naturaleza nocturna les prestaba para relajarse.

— Realmente nadie lo hacía antes de que yo hiciera este viaje. Verá... mi hermano y yo nos hemos distanciado un poco. Bueno, bastante en realidad... —Conforme va diciendo esto su tono va bajando poco a poco hasta hacerse apenas un murmullo, por alguna razón se siente avergonzado. — Tan solo póngase en mi lugar. —Suspira. — Aunque él sea un modelo tan famoso, no me ha pasado que me confundan con él en la calle. —Al menos que él se dé cuenta.

Pensativo, el rey lleva una mano a su mentón en gesto filosófico.

— Debe ser duro a veces. Pensar que alguna chiquilla se te acerque pensando que eres él. Debe ser algo... ¿Humillante?

— No lo sé, no me ha pasado. —Insiste, con una sonrisilla.

Y no miente, en realidad no le ha pasado. Quizá porque su zona departamental no está en una especialmente transitada de gente joven así que en el barrio nada de eso. Ni siquiera en la facultad sus alumnos se lo han mencionado.

— Pues ahora sé la verdad, pequeño japonés. Esperaremos a que él se digne a venir y cumpla la parte de su trato para que puedas irte a casa. —Pero aunque se lo dice con un tono bastante seguro, la verdad es que no piensa dejarlo ir así de fácil. No luego de descubrir el tesoro de este hermano.

No se siente especialmente culpable cuando Judar le sonríe. La sonrisa se va de boca del rey en cuanto este vuelve a mirar la libreta y luego sigue haciendo notas.

Con toda tranquilidad, se pone un poco más cómodo al apoyar su mejilla en su puño, con el codo sobre el escritorio.

Era una noche tranquila, diez días después de que Judar llegó por primera vez a su palacio con toda la buena intención de pagarle una supuesta deuda que nunca existió.

— ¿Terminaste? —Le pregunta cuando lo ve soltar la pluma y estirarse, dándole un vistazo rápido a todo aquello que escribió. Eran kanjis, vaya. Se le escapa una sonrisa estúpida. — No sé leer la mayoría.

La hoja está dividida en dos columnas, con una caligrafía impecable, hasta daba gusto ver apuntes así de bien hechos.

Que le muestre algo de su trabajo.

— Es la clasificación de las plantas que tiene. —Sale de sus pensamientos cuando el japonés le dirige la palabra, está señalando una de las columnas con la pluma. — En esta parte están enlistadas las plantas de acuerdo al tamaño de sus hojas, la hice hace un par de días pero apenas pude terminarla hoy. En esta otra —Y ahora señala la otra columna con la pluma. — Son las mismas plantas pero ahora clasificadas de acuerdo al tipo de clima que necesitan. Por suerte la mayoría son de clima húmedo, pero tiene este par que son de clima seco y que no deberían estar aquí. —Y las señala y no solo eso, las encierra con un óvalo. — Pero puedo solucionarlo. Aunque necesitaré más materiales...

Gotas de aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora