Capítulo 5. Conocerse

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Gotas de Agua.

Capítulo 5. Conocerse.

Esta mañana se comenzó un rumor entre la servidumbre. Un rumor sobre el rey comenzó a esparcirse entre cada empleada y centinela en el castillo. El rumor sobre el rey que durmió una noche en el pasillo fuera de su habitación por culpa del jardinero. Algunas cocineras, sin poder creérselo, se asomaban con timidez por los extremos del pasillo solo para confirmarlo con sus propios ojos y sorprenderse.

Sentado y recargando la espalda en la pared, el rey permanecía inmóvil mientras su tranquila respiración llenaba y vaciaba sus pulmones. Tenía una pierna flexionada y un brazo encima de ella como si nada, con la cabeza un poco hacia adelante. El largo flequillo estaba suspendido en el aire mientras el rey dormía sin más, como si nada estuviera pasando.

Ninguna se atrevía a acercarse y tampoco a despertarlo, solo se iban hablando entre ellas no con burla o chisme sino con preocupación. Cuando el rey se enfada siempre da órdenes muy difíciles de hacer, y esta vez seguramente les ordenará trabajar con carne en cuatro de cinco comidas hoy.

Ninguno de los dos adultos consiguió una buena siesta. Judar apenas y pudo dormir de la preocupación que sentía encima y Sinbad... puede decirse que de algo similar. Estaba enojado, y quizá cuando despierte va a seguir enojado. Sinbad no sabe cómo manejar esta clase de sentimiento muy bien porque es un hombre bromista y relajado.

Cansado, Judar sale del cuarto de baño con ropa limpia y el cabello húmedo por un baño, pero ni siquiera la tibia agua consigue hacer que su rostro no se vea tan cansado. Hasta bosteza y todo mientras quita la silla de la puerta y la deja a un lado. Todavía no se atreve a abrir la puerta.

El rey estaba muy enojado anoche, y aquella promesa sigue.

¿Disculparse servirá de algo?

Lo duda mucho, prácticamente mandó por la borda toda la confianza que el rey pudo haberle dado y sus esperanzas de volver a Japón a su antigua y tranquila vida comienzan a desaparecer. Como si no fuera suficiente insultó al rey de un país e cultura prácticamente desconocida para él.

No se siente orgulloso.

Tras secar su cabello rápidamente con una toalla mira a la nena durmiente sobre la cama. Por el contrario de Judar ella parece cómoda entre la suavidad de las cobijas reales, quizá todo lo que necesitaba era compañía.

Le alegra un poco poder prestarle la suya.

Vuelve al baño solo para colgar la toalla y finalmente decide dar la cara. ¿Arriesgado? Bastante. Y todavía no conocía los motivos del rey para repudiar así a su propia sangre pero tampoco iba a esperar sentado toda la vida, le fastidiaba un poco preguntar y no tener respuestas, era muy frustrante.

¿Pero el rey entendería sus motivos?

Tras una última mirada a Anwar, decide tentar suerte y gira por fin la manija hasta que la puerta hace el clic y tira de ella hacia él para abrirla. Sale al pasillo y mira alrededor, encontrándose con el rey dormido.

¿Durmió aquí toda la noche?

Ahora se siente culpable...

Cierra la puerta en silencio y se acerca al rey, se hinca a un lado y estira el brazo hasta que su mano alcanza al rey.

— Rey Sinbad... —Lo llama, apartándole el flequillo de la cara. Ahora que está dormido no siente tanto miedo, a ver si cuando abra los ojos sigue sintiéndose tan seguro.

Sin el flequillo en medio se toma la libertad de acariciarle la mejilla, y no se sorprende cuando Sinbad se niega a despertarse. Quiera o no en estas semanas aprendió de este hombre y sabe que nunca despierta temprano. Pero tampoco puede dejarlo aquí a mitad del pasillo. Se levanta pero luego se inclina hacia adelante para pasar las manos por debajo de los brazos del rey y hace el primer esfuerzo para levantarlo.

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