Capítulo 4. Anwar.

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Gotas de agua.

Capítulo 4. Anwar.

Los besos para su cultura eran un acto íntimo entre parejas, que incluso pocas veces se hacían en público para mantener la privacidad y no incomodar a los demás. Un beso significaba algo muy claro: deseo carnal. Los besos en otras culturas quizá signifiquen otras cosas menos intensas como cariño, amor, pero para un japonés era algo muy importante y privado, algo que debía compartirse con la pareja en la privacidad de una habitación.

Y este hombre no era su pareja.

Al comienzo se resiste a los besos con bastante terquedad, ocasionando que los intentos del rey, en su mayoría, se vean frustrados y se aparte para verlo con las cejas fruncidas.

Diablos, ni siquiera quiere pensar en cómo se ve él ahora, ni verse reflejado en los ojos dorados de Sinbad. Cierra los ojos y niega con la cabeza, indispuesto.

Have sex. Let's relax together.

— No...

¿Qué puede decirle? ¿"No me van los hombres"? ¡Eso era una mentira! Pero no significaba que debía ser tan fácil. Además... Está, o estuvo, enamorado de su hermano. ¿Cómo sabe si no le sigue interesando a Judal, qué clase de hermano sería él si...?

— Sinbad, no quiero...

— ¿Contigo tengo qué insistir? Con tu hermano no era así.

— ¡Rey Sinbad!

No es que esté enfadado por saber que este hombre estuvo así de... íntimo con su hermano, pero es incómodo que le diga algo de intimidades pasadas cuando justo está intentando tener una con él.

Pero no va a funcionar.

Lo empuja por los hombros y niega.

— Usted es bastante apuesto y me halaga... pero no es mutuo. Por favor, yo no quiero hacer esto. —suficientemente nervioso como para que suene completamente sincero.

Pues vaya, si se lo dice así... Indeciso, Sinbad le toma la mano. Siente que de alguna forma acaba de ofenderlo. ¿Acaso habló de más?

Pues claro que sí, idiota. Piensa para sí, frunciendo más las cejas y sin querer poniendo a Judar más nervioso. Estás hablando de su hermano, el cual por cierto lo traicionó y por eso está aquí contigo, no porque quiera ser parte de tu harem.

Por ahora, dejará sus planes de conquista de lado. Pero es que era tan difícil, este tampoco estaba nada mal, y si de por sí el dormir con él era un placer no quiere imaginarse cuánto más sabe este.

Seguramente es igual que Judal.

— Si me rechazas tan formalmente sentiré que no estás siendo sincero. —apoya una rodilla en la cama y se inclina un poco más.

No puede no hacerlo.

Idiota, para ya. Pero es que no lo puede evitar. El rey ignora demasiado el sí está ansioso porque se parece mucho a Judal o si Judar también le atrae con tanta fuerza, en todo caso está perdido entre ambos gemelos.

Aunque como si Judar atrajera por fin algo de buena suerte, tocan la puerta. Sinbad pudo haber alzado la voz y ordenar no ser molestado hasta más tarde, pero al ver de nuevo el rostro asustado de Judar chista la lengua y termina retrocediendo una vez más, ahora sí para dejarlo libre.

El japonés no tarda en sentarse y en atraer una almohada, es tonto pensar que con eso piensa defenderse pero es la verdad.

Otro golpe de buena suerte. Sinbad se dirige hacia la puerta para abrirla, y aún desde atrás Judar puede ver que la pose de sus hombros se vuelve más tensa apenas abre la puerta lo suficiente como para ver al exterior.

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