Un campamento.
De todas las cosas interesantes que podemos hacer como familia, se les ocurre hacer un campamento, en donde no sólo iremos nosotros - Y con nosotros me refiero a Alejo, Ana, Matías y Carol como colados en mi familia -, sino que también la familia de Mario, y su mojigata protegida; María.
Tomo la pequeña maleta entre mis dedos y comienzo a bajarla por las escaleras mientras todos corren de un lado a otro con rostros muy felices y llenos de energía. Nico baja a la sala desde el barandal de las escaleras, seguido de estampar su cara contra el suelo y hacerme reír como una idiota. Juanpa invade mi campo de visión y él también comienza a reír cubriendo una parte de su estómago con ambas manos.
- Ustedes dos van a irse al infierno, ¡Pecadores! - Dice Nico levantándose del suelo poniendo una mano en su mejilla.
- Si, si. Cierra la boca y comienza a caminar, que llegaremos tarde. - Indica Juanpa tomando su mano.
- ¿Escucharon ese crujido?, fue mi órgano palpitante rompiendose. - Dramatiza de nuevo mi mejor amigo.
Yo me echo a reír mientras camino a cada uno de sus costados, viéndoles con diversión. Mis padres y los de Mario esperan afuera. Mi sonrisa cesa en cuanto veo a la irritante acompañante de los Bautista; María.
Dejo de caminar, y por un segundo, siento todos los fluidos de mi estómago revolverse hasta el punto de querer vomitar, pero envío todas esas emociones a lo más profundo de mi corazón. Me digo una y otra vez a mí misma que Mario y yo dejamos atrás lo que tuvimos y ambos podemos hacer y conocer personas.
Puedo ver un deje de diversión en la mirada de Jan Carlo, y quiero golpearlo ahora mismo. Subo al auto, y sin decir una sola palabra ni hacer caso a ninguna petición o comentario, coloco los auriculares dentro de mis orejas. Puedo escuchar algunos murmullos incoherentes, pero los ignoro sean de quien sean.
(...)
- Pesas más de lo que deberías... - Dice Juanpa segundos después de cargarme sobre su espalda.
- Has ejercicio. - Reclamo alzando los brazos.
- Come lechuga. - Escandaliza de la misma forma.
- Idiota... - Mascullo por lo bajo, sintiendo ganas de patear su trasero.
Él sigue caminando conmigo a cuestas por la casi interminable colina que hemos estado subiendo hace ya más de dos horas. Mario y Daniel se ven como nuevos, y quisiera golpearlos con mi pie hasta dejarlos sin...amigos. Ustedes saben a que me refiero.
Por otro lado, Alejo ha pasado todo el camino cargando a Carol. Ella apenas dio un paso y estaba agotada, se parece tanto a mí. Estamos muy cerca, según mi padre, en el que ya no confío desde que nos perdió hace media hora; ¿no se supone que los padres son responsables y maduros?, ¿a caso mi padre llegó tarde a la repartición de ambas virtudes?, porque es como un niño pequeño al que debes cuidar y no escuchar en lo absoluto.
Me pierdo en mis pensamientos, hasta que la escandalosa risa de María me saca de mis cavilaciones. Aprieto los ojos con fuerza para aminorar el dolor de cabeza que sus cantos de guacamaya me han provocado y bajo de la espalda de Juanpa, sólo para darme cuenta de que hemos llegado.
Un terreno gigante, con un bosque aún más grande al lado, tierra e insectos por todos lados existentes. Maldigo por lo bajo mientras me abrazo a mí misma. Nico se pone a mi costado y recargo mi cabeza sobre su hombro descubierto por la camiseta de playa que lleva puesta.
Esperen, Nico se quitó la camiseta desde que salimos de casa.
Me giro bruscamente encontrando la figura divertida de Mario a mi lado. Me aparto un poco, y para este momento, la sangre ya está acumulada en mis mejillas. Él se ve muy entretenido, yo por otro lado, luzco como si quisiera aventarme de un sexto piso, desnuda y de cabeza.
- Carol, te juro que cuando seas grande, nos vamos a casar. - Le dice Alejo a la pequeña rubia a su lado. A veces es rara la manera en la que esos dos se aman.
- Y cuando tú seas grande, también nos vamos a casar. - Susurra Mario cerca de mi oído, enviando vibraciones por toda mi espina dorsal.
Odio el efecto que tiene en mí. Odio que aún después de tres años siga haciendo mis piernas temblar.
- Ni en tus más grandes sueños, Bautista. - Ruedo los ojos y aparto la mirada.
- ¿Quieres apostar? - Me reta con una mirada lasciva.
- Te daré un millón de pesos si alguna vez nos casamos. - Ni siquiera sé que estoy diciendo, o por qué.
- Prepara ese lindo vestido, Valladares. - Intenta besar mi mejilla pero me aparto.
- ¿No tienes algo que hacer por allá? - Me quejo moviendo los brazos en dirección a María.
- Venga ya, entiendo, jovencita celos. No te rayes mucho, puede que termines matándonos a ambos. - Se burla con arrogancia.
No sería una mala idea.
Joder, que cosas pienso.
Me giro sobre mis talones y comienzo a caminar en dirección a mi maletín donde está mi casa de campaña. Casi todos han armado la suya, menos yo, por perder mi tiempo con ese imbécil. El silencio reina por unos momentos, hasta que Alejo habla.
- ¡Tú gritas, yo grito, grita si quieres helado! - Canta aquella jodida canción del camión de helados.
Para empezar, ¿qué mierda hace un camión de helados en el Bosque?, eso no tiene ni un poco de sentido. Todos comienzan a caminar, y debido a mi mal humor y pesadez, todos van delante de mí. Mario toma la mano de María, y desde mi punto, puedo ver la sonrisa socarrona y estúpida en su rostro. El idiota trata de hacerme enojar.
No puedo creer cuán inmaduro es, hace apenas dos días estaba con sus manas ancladas a mi cintura. Se muere por mí, pfff. No perderé mi tiempo con cosas como estas, Mario estará superado, pronto, y será lo mejor para ambos, y para María y su irritante risa de vaca.
Hola chamaaaas.
Publiqué a tiempo......¡Va a temblar!
Espero que les haya gustado el capítulo, lo hice con mucho amor Kawaiidesuuuuu. Voten y comenten, las amooooooo.
¿Cuál es su película favorita?, la mía es "El niño con el pijama de rayas.", ¡Pedazo de película, PEDAZO!
Les dejo la foto de un taco.
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Quiero casarme contigo, imbécil. « Mario Bautista.
Losowe» Estoy de vuelta, y esta vez será peor. «