Prólogo: La apuesta.

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-Dicen que si caminas en el cementerio solo en la medianoche, una persona muerta te poseerá matando a todos tus seres queridos. -Habló Gerard con el aliento saturado de alcohol.

-¿Ah, si? -Molee ya llevaba su tercera botella de cerveza negra. No era la primera vez que tomaba, ni tampoco la primera que se encontraba en una fiesta llena de adolescentes drogados y a punto de estallar. Aunque, de alguna manera, encontraba esa noche diferente.

Gerard asintió mirando al vacío de la calle.

-Lo encontré en internet -agregó-. Aunque creo que todo lo que encuentras ahí es mierda, esto puede ser real.

Molee sonrió al escucharlo. Su mejor amigo, Gerard-aún borracho y tal vez drogado-, siempre daba buenas teorías respecto a todas las cosas que le daba interés. En cambio, él sólo escuchaba sin decir nada.

-Necesito otra. -Su amigo se levantó de la acera que estaban sentados y tiró la lata, en donde recientemente se hallaba una pareja besuqueándose-. ¿Quieres que te traiga una cerveza?

Molee negó con la cabeza. Si tomaba la botella que sostenía en su mano, más otra; sabía que en la mañana siguiente sentiría que su cuerpo estaba en medio de un terremoto.

Su mejor amigo suspiró y se adentró nuevamente a la casa de Delneir. Delneir era uno de los chicos más populares de la academia. Gracias a sus grandes fiestas, era un gran conocido del pueblo donde vivían.

Molee estaba sentado enfrente de la casa mirando el cementerio. Aún no creía la teoría de su mejor amigo, pero pensaba que estaría bueno experimentar tal cosa de que te posean. Claro que como cualquier otro fantasma luego te mataría, pero que tal... ¿Sí ese fantasma te ayuda? Un ejemplo es que un fantasma inteligente se adentrara en tu cuerpo y haga todas tus tareas, o que un fantasma deportista te haga bajar peso. Bueno, no es como si él necesitara esas cosas. Era inteligente, pero a la vez no. Era flaco, pero no desnutrido. Era físicamente como una persona normal. Lo único que lo diferenciaba, era su oscuro cabello peinado de una forma que su flequillo tapa el ojo derecho; sus oscuras ropas y su estatura mediana de un metro ochenta aproximadamente.

-¿Qué piensas? -Gerard volvió con dos latas de cerveza extraña que sólo él y unas pocas personas más tomaban, era ridículamente amarga. Algo que Molee no entendía y odiaba.

Se sentó al lado de este y comenzó a beber la bebida.

-Pienso de que... ¿Qué tal si un fantasma o espíritu te poseería, sólo te ayudaría? -se encogió de hombros-. Sé que es muy idiota pensar en eso, pero tal vez...

-Sí, es idiota. Un fantasma no dudaría en matarte y tomar tu cuerpo totalmente muerto. -Gerard lo interrumpió.

-Supongo...-No insistió. Si quería debatir con su mejor amigo sobre algo que él niega, debería tener varias y lógicas razones para que le dé la razón.

Gerard terminó la lata y la lanzó hacia el cementerio.

-Te hago una apuesta -eructó-. Si pasas toda la noche en el cementerio sin que un fantasma te posea, te haré la tarea por dos semanas.

Molee sonrió. Aunque no lo crean, que este tipo le haga la tarea es algo halagador. Gerard era uno de los tipos más inteligentes de la clase. Algo como un nerd, pero con el estilo de lo que las personas llaman emo. Molee también tenía un estilo así, pero sin lo inteligente.

-¿Y cómo sabré si vas a cumplir? -Preguntó Molee. Gerard se encogió de hombros.

-Si no cumplo, puedes romper mi colección de Batman.

-Hecho.

Era algo obvio, Gerard amaba su colección de Batman más que a su propia madre, cosa que él si entendía perfectamente, ya que tenía su propia colección de piercings. Ahora mismo tenía uno de ellos puestos, en la perforación que se hizo en el labio inferior.

Se puso de pie y caminó hacia el cementerio -que quedaban a unos cuantos metros, ya que quedaba enfrente de la casa de Delneir- y dio una mirada rápida a su amigo. Gerard levantó su pulgar en modo de aceptación y bebió otra lata.

El pelinegro siguió caminando hacia el gran y oscuro cementerio y se sentó en un árbol cuando perdió de vista a su acompañante.

Trató de respirar hondo. Los cementerios realmente no le asustaban, y el de aquí sólo contenía tumbas más antiguas que los zapatos de su abuela. Aunque, aún así, la oscuridad lo consumía por dentro y por fuera.

Cerró los ojos y trató de dormir aún incómodo en la maleza. Esto valía la pena. Prometía por su madre que si su amigo no cumplía, haría polvo su colección del hombre murciélago delante de sus ojos.

Un ruido, parecido a un golpe lo obligó a abrir rápidamente los ojos. Asustado, trató de calmar su pulso acelerado. ¿Qué ocurriría si lo encontraban?. Sabía que era ilegal andar en el cementerio de noche debido a los "robos de cuerpos", y su madre lo mataría si la llamara desde una celda para que lo sacara de un cuarto gris y frío.

Se incorporó y trató de adaptar sus ojos en la oscuridad. Pero, algo le llamo la atención; detrás de dónde estaba escondido, se hallaba un ataúd de piedra abierto, y a su lado, sólo yacía el viento.

Extrañado, parpadeó varias veces. ¿Estaría como testigo en un robo de cuerpos? Negó con la cabeza. Eso sería algo imposible ya que se encontraba solo y no veía a ningún humano... vivo.

Dejó al miedo plantado y se dirigió hacia el ataúd con el alcohol golpeándole el cráneo.

A dos pasos delante suyo, se encontraba el objeto, y adentro de este... Una persona. Pero no una persona hecha polvo y puro huesos con sólo cabello y uñas. Esa persona parecía viva, y recién pintada.

Tomó valor y se acercó más. Aquel cuerpo tenía cabellos rubios platinados. Su piel era como la porcelana, y sus ropas parecían del siglo XVIII. Con bastante curiosidad, miró la tapa del ataúd, dónde contenía los datos.

«Ednar Wallen 1878 - 1896»

Molee negó con la cabeza para alejar pensamientos extraños. ¿Cómo podría yacer un chico de dieciocho años que murió hace más de doscientos años, intacto? ¿Eso sería imposible, más aún con todas esas tecnologías anti-edad? No se podría hallar esto al menos que esté congelado como el Capitán América o algo por el estilo... Pero esta persona estaba encerrado en un ataúd. Un ataúd sin oxígeno y enterrado debajo de montones de tierra. ¿Será que este cuerpo... esté vivo?

Acortó la distancia y tocó las manos del joven. Estaban completamente frías como el Ártico. Bajó su cabeza hasta el pecho del parecido muerto. No oyó nada. No sentía el ritmo de su corazón ni su pulso. Esta persona estaba completamente muerta y fría.

Pero aún quedaba ahí la duda, ¿cómo ocurrió esto?

Suspiró.

Esto ya se hallaba más de su propia imaginación.

Aún con curiosidad, tocó los cabellos de aquel. Eran más suaves que el algodón y más sedoso que la seda. Era como un maniquí.

Bajó su mano hasta su mejilla... y luego hasta sus labios completamente rojos. ¿Será como el cuento de la bella durmiente?. Negó nuevamente con la cabeza. El alcohol lo estaba matando. Seguramente esto era una pura alucinación, o simplemente un sueño; en cualquier momento despertaría y se levantaría en el árbol.

Pero no fue así.

Molee se sobresaltó al sentir que algo frío tocaba su mano. Abrió sus ojos -que los contenía completamente cerrados- y se encontró con los ojos de aquel cuerpo. Este chico estaba vivo. Aunque eso no fue lo que le llamó la atención. Sus ojos lo fueron; eran completamente rojos como la sangre, pero con un brillo iluminado.

-¿Estás bi...? -Molee quiso hablar, pero no pudo. El no-muerto, se sentó de golpe y pegó sus rojos labios a los de Molee, haciendo que abra completamente la boca por sorpresa. Aquel tomó ventaja e introdujo su lengua dentro de la boca de él. Movió aquella extremidad con movimientos feroces.

Y para sorpresa mayor, a Molee le encantó. El muchacho de ojos rojos terminó con el beso e hizo una mueca.

-Hueles a alcohol. -Le regañó aquel. Molee, abrumado, lo observó por unos instantes. Él estaba vivo. Aún cuando sus manos seguían frías.

Llevó una mano a sus labios, en dónde seguía el tacto de aquel muerto.

¿Qué rayos había pasado?

Sed de amor (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora