10#: Los celos reinan

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—¡Suéltenme, suéltenme! —La voz de él se escuchaba desde el otro lado de la habitación.

Si alguien pensó alguna vez que los ángeles eran... bueno, unos ángeles; estaban equivocados. Definitivamente eran hijos del rigor. ¿A quién se le ocurría traer a un invitado —de honor, encima—, atado, con una bolsa de tela en la cabeza y sin palabras?

Creo que un "hola, somos tus salvadores, conocemos a Molee y te queremos ayudar, ven con nosotros", hubiera ayudado de sobra.

El niño que presuntamente era mi padre, suspiró mientras que Ednar seguía desviando la mirada hacia otra parte. Movía sus manos, poniéndome nervioso. ¿Qué tanto le molestaba que mi ex, la persona por la cual yo estaba enamorado, fuera la persona más importante para todas las razas, incluyendo la de él? Es decir, ¿tanto le molestaba el tener que cuidarlo más que su propia vida? Parecía gracioso.

Los tres estábamos sentados junto a los otros ángeles «superiores», en una mesa común y corriente.

—¡Maldición, ¿qué quieren?! —gritó Dennis.

La puerta del lugar se abrió y dejó ver a dos ángeles, con cuerpos de hombres de edad ya madura. Al principio me preguntaba el porqué no había bastantes mujeres, hasta que recordé lo que había dicho Senar. ¡No hay mujeres ángeles! Pero sí mitad. 

Los ángeles sentaron a Dennis en una de las sillas y le quitaron la bolsa de la cabeza. Él tardó en observar a su alrededor. Había parpadeado varias veces, y hecho una especie de mueca de miedo al ver a todos nosotros.

Bueno, hasta que me vio a mí.

Grité internamente como doncella enamorada.

—¿Molee? —preguntó, sonriendo.

Sentí mi pulso acelerarse. ¡Maldición, esa sonrisa! Esa sonrisa era la que siempre me había mostrado. Simple, bella, brillante. Cariñosa, amorosa, protectora. Era una de aquellas sonrisas que te alegraban el día. Que te decían "vamos, sonríe, si eres genial".

Oh, no, Molee. No caigas de nuevo. Tú no eres el único que recibe aquella sonrisa de su parte.

—¡No tengas miedo! —exclamó Ednar, sin dejarme decir algo. Se había puesto de pie—. Esto es una secta. ¡Una gran secta! Puede que te sacrifiquemos para el bien de la Tierra y de la raza humana, pero no debes de preocuparte. Ya sabes, tu vida es una mierda y a nadie le interesa que estés vivo.

—A mí sí —susurré en voz baja, desviando la mirada.

Sentí como una aura de odio me caía encima, dándome escalofríos.

—Ednar, deja de darle más pánico —se quejó papá, con su voz aniñada.

—¡Pero...!

—¡Ednar! ¿Te callas o quieres que te mande a volar de nuevo?

El vampiro se calló, y Dennis y yo apretamos los labios a la vez para no reírnos.

¡Esa era la conexión que quería! Hacer las cosas ambos a la vez. Como cuando éramos pequeños, y a él no le interesaba la experiencia con mujeres o el ser popular entre nuestros compañeros de instituto. 

¿Qué debía hacer para regresar a ese tiempo...?

No, no. ¿Qué debía hacer para olvidarlo?

—Lamentamos el comportamiento de aquel espécimen demoníaco —dijo uno de los ángeles—. Solo estás aquí para estar a salvo, así que no debes preocuparte.

—¿Para estar a salvo? —preguntó Dennis, extrañado—. ¿Por qué? No hice nada malo.

—¡Uff! ¿Serle infiel a alguien no es malo? —gruñó Ednar.

Sed de amor (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora