Respiré hondo y traté de no quejarme. Lo único positivo que le veía a mi actual situación, era que estaba siendo cargado por un vampiro que casi me viola horas antes. Bien, lo admito. Eso no es nada, pero nada positivo. Me siento un princeso.
—¿Estás cómodo? —preguntó él, tratando de observarme sin reírse.
¿Qué será lo gracioso, no? Un vampiro cargando a un adolescente herido, como una princesa en peligro. Para mi hermosa suerte, era de mañana y la gente empezaba a ir al trabajo. Todos nos observaban como si fuéramos el espectáculo del año. ¿Debería acostumbrarme más de lo que estoy?
—Sigue caminando, es aquí a la derecha. —Traté de ignorar su pregunta, guiándolo hasta mi casa. Claro que no me sentía cómodo. Nadie podría sentirse cómodo con un chupasangre violador. ¡Él me había humillado!
—Molee, ¿tu rodilla se encuentra bien? —insistió—. Si quieres puedo llevarte hasta el hospital. Puedo guiarme a través de tus recuerdos.
—Estoy bien. —gruñí. Me sonrojé un poco. Me molestaba bastante que él supiera todo sobre mi siendo un desconocido abusador. A pesar de que admito que me agradaba que los vampiros en verdad existan, me desagradaba la idea de que uno de ellos me bese de la nada y tome mi sangre sin convertirme en inmortal.
—Te llevaré al hospital entonces. Sé que le tienes miedo al Dr. Jhonson por lo de las inyecciones, pero como no puedes caminar, creo que deberías ir para curar...
—¡No hables de mis recuerdos como si nada! —lo observé enojado, frunciendo el ceño. ¿Quién se creía para hacer eso?—. ¿Sabes qué? Bájame. Iré yo solo hasta mi casa. Tú sólo sígueme.
—No te bajaré, ¿estás loco? Debe dolerte mucho. Cuando estábamos en el cementerio empezaste a llorar un poco por el dolor.
—¡Suéltame! —me removí con fuerza. Que sea un vampiro no significa que pueda humillarme a cada rato con lo que ve.
—Está bien... —suspiró y me bajó, poniéndome de pie con facilidad.
Lo bueno de ser vampiro —cosas que leí, obviamente—, es que tienes muchísima fuerza, rapidez extrema, y oído bastante agudo. Lo único que podría fallarte, sería la vista, ya que los murciélagos no ven muy bien. Ahora que lo pienso... ¿él puede convertirse en murciélago, como los vampiros en las películas?, ¿o puede volar?
Di un paso con la pierna sana y suspiré, aliviado. Al menos podía dar un paso, ¿cierto?
—¿Puedes caminar? —preguntó él. Lo ignoré.
Di otro paso con la rodilla lastimada y una mueca de dolor invadió mi cara. Largué un quejido sin darme cuenta. Apreté la mandíbula y, con toda mi fuerza de voluntad, traté de aguantar un poco el dolor.
Dos pasos. Voy bien.
Miré hacia el frente y me alegré de que faltaran tan solo unas cuantas casas de distancia para llegar. Di otros dos pasos, apretando los puños. Quizás apretar mi propia mano no ayudaba mucho. De todas maneras, podía aguantar algo.
—Molee...
—Cierra la boca, Ednar. —Gruñí.
—Habrán pasado unos cinco minutos y tú ni siquiera te has movido un metro —comentó—. Ahora, Mr. Orgullo, ¿me dejas llevarte?
Suspiré. ¿Por qué insistía tanto en llevarme? Como si podría preocuparse tanto por mí. Apenas me conoce, ¿cierto? Que haya visto visto mis recuerdos y/o memorias, que sepa desde mi comida favorita hasta mi color favorito, no significa que me conoce. ¿O me equivoco?
—Está bien, está bien. —Me giré como pude y esperé que me cargue, cruzando los brazos.
Desvíe la mirada cuando sentí que me tomaba de ambas piernas y de la espalda con sumo cuidado. Me levantó como si no pesara nada, al igual que la vez anterior. Los vecinos comenzaron a tomarnos en cuenta y a observarnos fijamente. A mi no me molestaba en lo absoluto, ni me importaba si a él le interesaba.
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Sed de amor (Yaoi-Gay)
RomanceMolee Brawson es un adolescente de dieciséis años simple. Va a una academia, no vive solo, tiene algunos pocos amigos como cualquiera... pero algo lo destaca del resto. Todos lo definen como una persona gótica y emo, por el simple hecho de que a Mol...