6#: No eres nadie, Molee.

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Al día siguiente, luego del gran conflicto y de la hermosa explicación del "profesor" Ednar, ya no podía quejarme del calor en mi cama. El gran idiota vampiro, dormía conmigo sin mi permiso. Pese a los grados que hacía afuera, su piel fría me daba escalofríos.

—Ednar, ponte una jodida camiseta —me quejé en la cama.

—Déjame dormir... —susurró, abrazándome con un poco más de fuerza.

Ya era de mañana y yo no había dormido nada. Aparte de mi insomnio, tenía que aguantar los abrazos cariñosos de alguien que apenas conocía hace... ¿dos días? Si, dos días. A mi me parecían una eternidad. Aunque debía acostumbrarme, ¿verdad? Si quería ser un vampiro como él...

Sentí su nariz rozando mi cuello y me estremecí. ¿Cómo podían dormir tanto los vampiros? ¡Se supone que ni siquiera dormían o soñaban! ¿Acaso Crepúsculo mentía?

—E-Ednar —farfullé—. Despierta y déjame en paz.

Escuché como resoplaba.

Por fuera, desde que lo conocí, Ednar me pareció de esos chicos modelos de la televisión. Si esto era un sueño... déjenme en coma. Es decir, bueno. Podrían dejarme al menos diez minutos, ¿no? Aún cuando su piel era fría y era un chupasangre, seguía siendo alguien. Alguien que me abrazaba mientras estaba acostado.

Sentí mis mejillas arder y olvidé el tacto frío de Ednar por un instante. Me concentré en ambas respiraciones y noté que ambas estaban igual de tranquilas.

Ahora que lo recordaba, yo era así con Dennis. ¿Tierno, verdad? Todas las noches que estábamos juntos, desde que él cumplió trece años, nos acostábamos y nos abrazábamos. Él se dedicaba a susurrarme frases bonitas en el oído y yo a sonrojarme mientras sonreía y le agradecía por estar a mi lado. No era como si lo extrañara a él...

Salí de mis revoltosos pensamientos en cuanto Ednar bostezó contra mi cuello. Tenía suerte de haberle dado la espalda en cuanto dormíamos. Bueno, en cuanto él dormía... 

—Buenos días... —murmuró. 

Cerré los ojos con fuerza y traté de no observarlo. En la noche, en medio de la oscuridad, Ednar se había sacado la camiseta por incomodidad. No me sorprendí mucho. Él estaba acostumbrado a pijamas caros de seda y esas cosas extrañas del siglo del que viene.

—¿Te pusiste la camiseta? —pregunté.

—Si, Molee. Ya me puse la camiseta.

Abrí los ojos y me giré para verlo. Lo primero que vi, fue su sonrisa coqueta. Lo segundo... su torso desnudo con pectorales perfectos. Podría describir aquella vista con tantas palabras que escribiría una Biblia de chicos sexys.

Debí haber abierto la boca abierta en algún momento, ya que lo siguiente que sentí fue mi propia saliva caer por mi mentón.

Mierda que Ednar estaba bueno. ¿Yo en verdad dormí con él?

—Ew. —Hizo una mueca y se colocó la camiseta con rapidez—. Creo que la próxima vez te haré caso.

Fruncí el ceño y me limpié la saliva con la manga de mi pijama.

—Mentiroso —susurré.

Soltó una carcajada y me besó en la frente con cariño. No quería  admitirlo, pero tal vez esto podría llegarme a gustar. ¡Claro! Mientras pueda hacerme vampiro al final de todo. No es como si estuviera obsesionado con ello... pero tenía la oportunidad de tener inmortalidad, poderes... ¡Ser una estrella! ¿Quién no querría ser un vampiro?

—¡Molee, ya está listo el desayuno! —Escuché el grito de mi madre proveniente de la cocina y me levanté de inmediato.

En cuanto mi madre daba un grito como ese, era como una alarma. Si yo no iba en los próximos cinco minutos, ella entraría en mi cuarto. ¿Saben cuando supe ello? A la edad de quince años. Hubo un acontecimiento y... yo estaba haciendo algo vergonzoso y... ella entró y...

Sed de amor (Yaoi-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora