No puedo decirlo

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Me incorporé en la cama, abriendo los ojos de golpe.
Recordando lo que pasó ayer a media noche, cuando tuve ese horrible sueño.
Urie vino a consolarme, brindándome ese cálido abrazo, reconfortándome en su pecho, el cual me hace sentir protegida, sin embargo, él no estaba cuando desperté, tal vez regresó a trabajar.
(...)

—Oye, Urie... ¡Urie! — el chico de cabellos dorados alzó la voz para captar la atención del otro.

—¿Q... Qué pasa? — preguntó con un aspecto tétrico.

—Al parecer que alguien no durmió bien.

—Quieres callarte un momento, tu voz me fastidia — habló irritado.

—Parece que alguien anda en sus días — comentó burlón.

—No estoy de humor para tus estúpidos chistes Shirazu — se levantó de la mesa para dirigirse a la salida.

—Es por Mutsuki, ¿no es así? — soltó cambiando su expresión a una seria — Tal vez sea un tonto pero no un distraído.

—Eso a ti en qué te... — fue interrumpido.

—Escucha, por tu bien es mejor que te alejes de ella — sentenció.

—Esa es mi decisión — dijo déspota.

—¡No seas estúpido! — lo tomó del cuello de su camisa - Haise es muy allegado a ella, y si algo le pasa por tu culpa, creéme que no saldrás ileso — lo soltó — Escucha, existen rumores sobre él, en los cuales...

—Asi que aquí estaban — interrumpió al joven — Los estuve buscando por todos lados.

—¡Sassan! — se impresionó.

El hombre de exuberante cabello sonrió y palmeó los hombros de los chicos.

—Shirazu, necesitó que hagas una limpieza en el pasillo cuatro, y Urie, bríndanos tu apoyo con los pacientes.

—Como ordené, jefe — hizo una reverencia antes de salir del comedor.

—Como sea — Urie le siguió.

Haise sólo los observó retirarse, su intuición le decía que había llegado en buen momento, aunque podría estar en un error.
Sin embargo, no debía bajar la guardia, mucho menos con Urie, un joven psiquiatra que tenía varios meses de estar trabajando allí.

Al principio le agrado, aunque desconfiaba un poco de él, pero cuando lo descubrió buscando unos archivos, en donde cabía la posibilidad que fuera el suyo, supo que se encontraba en lo correcto.
Quería despedirlo, pero no tenía pruebas, no podía hacer nada mientras careciera de evidencias, sólo deseaba que no formará parte de "ellos".

Pero lo que más se temía era que él conviviera mucho con su paciente Mutsuki, sobre todo porque parecía que ella se había encariñado con este.

—Esperó que sólo sean pensamientos míos, pero en el caso de que no sea así... ¿Qué es lo que haré?
(...)

—Joven Urie necesitamos que esté con los pacientes de la sección cuatro — habló un superior.

—Como usted diga — respondió adusto.

Se retiró del lugar para dirigirse a esa sección, aunque no tenía ánimos de nada, últimamente le hartaba el trabajo, y ¿por qué no? Si en realidad nunca le gustó, sólo se hallaba ahí por dos razones, una era la más importante para él, pero la otra la tenía que cumplir aunque no quisiera.
¿Por qué había elegido esta vida?

Se mantuvo pensativo por unos segundos.
Quería que el tiempo pasará para poder ver esos hermosos ojos y esa sonrisa de nuevo, ella, la única que lo mantenía cuerdo ante todo.

Amor psicótico [MutsUrie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora