¿Quién soy?

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La tarde transcurría tranquila, no había mucho movimiento a causa de que algunos fueron a pasar el día con sus madres.
Pero aun así, los recuerdos daban vueltas en mi mente, tratando de hacer encajar lo que ocurrió momentos antes.

Todavía no puedo creer el hecho de que nos hayamos besado, tal vez sólo fue un impulso por parte de ella, pero, para mí, fue lo mejor que me pudo pasar. Tanto tiempo deseándolo y finalmente ocurrió, sin embargo, me odio ¡soy un estúpido!, ¿cómo fui capaz de aprovecharme de la situación?

Estaba tan inmerso en mis pensamientos hasta escuchar un grito conocido.
Dejé de lado lo que estaba haciendo y corrí en dirección a su habitación, abriendo la puerta de golpe, percatándome de su expresión. En su rostro se notaba una mezcla de sorpresa, desesperación y miedo.

Intente preguntarle que le ocurría, pero comenzó a decir cosas que no capte en un principio.
Analicé de forma rápida lo que estaba hablando, y fue cuando lo entendí. ¿Cómo era capaz de decir eso?, ella nunca sería algo así.
Trate de acercarme, y fue entonces cuando lo vislumbre... Un papel que yacía al lado de ella, mi intuición me decía que su contenido era el causante de todo esto.
Lo tome decidido para leer lo que estaba escrito en el.
(...)

Hola ¿Urie?, ¿Cómo te va en la vida? De seguro estás bien y sólo llamas para saludar — se oyó al otro lado de la línea.

—Déjate de estupideces, sé que tú fuiste ¡maldito infeliz! — reclamó.

No de que me hablas.

—¡Yo sé que fuiste tú el que escribió la carta! — gritó molesto.

Oh, ¿de verdad? — dijo con sarcasmo.

—Mirá imbécil...

Ah, la carta... Ya recordé... Dime, ¿le gustó mi regalo? — en su voz denotaba burla.

—Escucha... — se encontraba muy enfadado.

No, escúchame a mí — cambio su actitud — Necesitaba una garantía de que harías bien el trabajo.

—Pero, ¿por qué contra ella?, ¡si yo soy el responsable!

Esa es la mejor parte — rió — ¿Qué haré para dañar a alguien con el corazón de piedra?, pensaba, pero encontré tu debilidadsu voz cambio a una seria — Realiza bien tu trabajo, a menos que quieres que siga dañando a tu preciada "amiga".

—¡Tú! Imbécil... — quería soltar todo lo que pensaba sobre su jefe, pero no podía hacerlo, tenía que mantenerse bajo control.

No toleraré que me faltes al respeto, claro, si deseas que siga guardando tu secreto escuchar esto hizo que Urie sintiera un escalofrío recorrer por su cuerpo, la "verdad" estaba en juego.

Pero así eran las cosas, su jefe utilizaba las debilidades de los demás para su propio beneficio, manipulándolos a su antojo. A ellos no les quedaba más que obedecer, porque de lo contrario lo pagaban caro.

—Está bien, como lo ordene — dijo tratando de calmarse.

¡Esa es la actitud! felicitó al joven — Pero, si me traicionas o no cumples con tu parte, te arrepentirás.

Amor psicótico [MutsUrie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora