Amor psicótico [MutsUrie]

Egoísta

Esas voces y la soledad han sido mi acompañantes durante todo este tiempo, pero sé que alguien tan desagradable como yo lo merece, ¿no?
Sin embargo, ¿es egoísta desear la felicidad?, ¿es egoísta querer volver a sentir tu calidez?

Cuando apareciste mi vida se iluminó de nuevo, por un momento tú me hiciste olvidar la clase de horrible persona que soy, pero ¿dónde estás ahora?, ¿te cansaste de mí? o ¿será que todo este tiempo sólo has vivido dentro de mi cabeza?, sí es así ¿puedes aparecer únicamente para mí?

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—Mutsuki, ¿cómo has estado?

—Bien.

—¿Qué te pasa?, ¿Te sientes bien? —cuestionó preocupado el hombre.

—No es nada, estoy bien —respondió la joven con una sonrisa forzada.

El doctor la observó por unos minutos, era evidente que no se encontraba bien, y él conocía perfectamente la razón, Urie.

—¿Doctor?

—Lo siento, recordé que no he terminado unos pendientes, bien, te veré más tarde.

Sin decir más, se alejó de aquella habitación teniendo que disimular su preocupación, aunque parecía que Mutsuki había notado su extraña forma de actuar.

—Es por tu bien —susurró Sasaki para sí.

A lo lejos la joven veía como el doctor se marchaba, de nuevo se quedaría casi en soledad, de no ser por aquellas voces que amargaban su existencia.

~¿Lo ves?, al final todos se alejan de ti~

—Lo sé perfectamente.

~Ellos te odian~

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—¿Dónde estoy? —se preguntó el joven al encontrarse en un lugar completamente oscuro.

No sabía que estaba haciendo ahí, ni siquiera recordaba lo último que había hecho, sólo sabía que estaba en un lugar carente de luz, y aunque el principio permaneció estático, al final decidió moverse para encontrar la salida.

El tiempo pasaba y no encontraba como salir, poco a poco su paciencia se terminaba, comenzaba a desesperarse, en un intento por ser rescatado dió un grito que resonó por todo el lugar.

—No hay salida —pensó a punto de perder la cordura hasta que una luz se miraba a lo lejos.

Sus cansadas piernas comenzaron a andar, su oportunidad había llegado, no tenía que desperdiciarla, de lo contrario permanecería ahí para siempre.

Aceleró su paso pero por más que corría parecía que nunca llegaría a su destino.

—¿Desesperado? —a lo lejos se escuchó una voz.

Al escuchar que alguien había hablado decidió detenerse para mirar a su alrededor, no obstante, estaba sólo, o eso creía.

—¿Quién eres? —cuestionó confundido.