Hace muchos años, en mi tierra los seris bailaban al son del sol y sus rayos. En la tierra de mis padres, los yaquis y los ópatas ni se miraban, porque sabían en qué terminaría. En la tierra de mis abuelos, los chichimeca, los purépecha, los texcaltecas y los mexicas se disputaban. En este viejo México del que me enamoré, hay historia, cultura, arte, literatura, gastronomía, bailes, guerras, disputas, personajes, pirámides, y mucha mucha fiesta. Mi hermosa bandera, con su sangre y su patria, su esperanza y su valor, su águila y su serpiente, impone ante todas las naciones que nuestros pueblos fueron fuertes, valientes y orgullosos, como nosotros. Me siento orgullosa de mi piel y cabello seri, de mi estatura yaqui, de mi nariz y boca española, de mi sonrisa ópata, de mis ojos prehispánicos, de mis antepasados y mis porvenir. Me siento en casa en Teotihuacan, en la Isla Tiburón, en Chichen Itzá, en Uxmal, en el desierto de Sonora. Me siento en casa cuando voy por los mercados de artesanías indígenas. Me siento en casa cuando estoy en México. Y aunque vencieron a mis mexicas, no vencieron a mis seris ni a mis yaquis, ni a mis mayas ni a mis mayos, ni a mis chichimecas. No vencieron a México, lo construyeron. Mis Insurgentes forjaron la arcilla, mi Maximiliano la moldeó, mi Porfirio Díaz la transformó, mi Zapata y mi Villa la hicieron valiente, mi Elías Calles le enseñó a comportarse, mi Cárdenas la hizo sabia, mi Díaz Ordaz le mostró el lado oscuro, mi Salinas la hizo mundial, mi Fox la hizo populista, mi Carstens la engordó, mi Peña le bajó el perfil, pero nostros, tú, yo, ellos, todos, la hicimos México. Hicimos una nación, una república, un imperio, una tierra, un hogar para 119 millones de seres humanos de piel morena y ancha sonrisa. Hicimos de México marquesitas, pasando por tamales, mariscos y tacos de canasta, llegando a la carne asada y las coyotas. Amo a México, no por sus políticos ni su Constitución. Amo a México por sus vestidos de adelita, sus trenzas con listones, su mole con ajonjolí, sus tortillas, sus mujeres indígenas que sonríen haciendo sus blusas, sus hombres trabajadores, sus niños alegres, su cultura, sus lenguas, sus valores, hasta sus mañas. México me llevó serenata con el Mariachi Vargas de Tecaltitlán, me llevó de fiesta con los Ángeles Azules, me dio una noche bohemia con Fernando Delgadillo, me llevó a la playa con Maná, me hizo reír con Tin Tan y Cantinflas y Chespirito, me besó con una flor de cempasúchil, me regaló un cachorro de xoloscuintle, me hizo llorar con Agustín Lara y mis amados Pedro Infante y Vicente Fernández (ah, y mi José Alfredo Jiménez), me llevó hasta la raíz con Lafourcade, me recitó a Octavio Paz, me acusó con Sor Juana, me enseñó a la mala con Porfirio Díaz, me enseñó a la buena con Maximiliano y Cárdenas, me mostró su pasado con Chichén Itzá y Uxmal y Teotihuacan, me hizo suspirar por María Félix, me mostró la crueldad del amor con Diego Rivera, me desahogó con Juan Gabriel, me enseñó a bailar con la danza del Venado y el Huapango de Moncayo, me regaló unas Noche Buenas, y sobre todo, me dio la vida. Me vio nacer, crecer, cantar, llorar, odiar, creer, mentir, escribir, todo. Y lo más importante,
¿Cómo no amar al país que me vio amarte?
YOU ARE READING
Once Upon A Time...
ПоэзияRecopilatorio de historias junto a una canción, para que disfrutes de las profundidades de mi mente junto a una melodía tranquila, agitada, entre otros que encajen con el relato. Encontrarás poesías y cuentos, amor y frialdad, bellas mentiras o r...