DRACUL

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-"Libertad, que agrado"

Dracul suspiro nuevamente al  no sentir el peso de un juramento. Que agradable no sentir más esa presión en el pecho, y el dolor incesante en su cabeza al pensar en cómo cumplir la promesa hecha. Se sentía de maravilla. Aunque no supiera bien como expresarlo.

Habían pasado dos meses desde que liberara a los vampiros de las mazmorras, y terminara con la vida de los cazadores.

A veces sentía la tentación de saber que era de ellos, pero cada vez que había tratado de entrar a hurtadillas en la mente de Ángel, solo para saber que pasaba con ella y los otros, ella y su enamorado estaban intimando, Dracul había salido de su mente enseguida, no era un mirón, y no tenía interés alguno en presenciar lo que ellos hacían, pero le causaba cierto coraje que cada vez que había intentado espiar a los vampiros a través de ella, no pudiera hacerlo.

Acaso no saben hacer nada más, se había dicho Dracul. Estaba bien que estuvieran felices de estar juntos, pero no podía ser que pasaran sus días sin quitarse las manos el uno del otro.
No podía ser para tanto.
Pero que sabía él de ese tipo de relaciones, No sabía amar, ni sabía si alguna vez había amado en su vida como humano, o humana, si es que era cierto lo que había dicho la vampira llamada Carmina.

Aún no podía creer lo que había oído aquel día, se negaba a aceptarlo cada vez que pensaba en ello.
Él no era Aryela Leppala, no podía serlo. Tenía la imagen de una joven mujer jugando con cuatro niños cerca de un pozo. Ella corría y los niños la seguían.
Podía sentir el amor de ella hacia los niños, y el de los niños hacia ella. Esa mujer era la madre de los pequeños, y estaba seguro que ella era Aryela Leppala. Él no podía ser ella. En él no había bondad, amor, o si quiera entendimiento de la vida de un ser humano.

Al recordar aquel día en el bosque en la hacienda de William, se arrepentía de no haberse quedado a escuchar el resto. Apenas oyó que la vampira dijo que él era Ary usó sus poderes y desapareció de allí. Había salido huyendo aterrado, no sabía aún  porque. Al llegar a su hogar había estado tan agotado por aquel uso extraordinario de sus fuerzas, que estuvo tirado a la entrada de su cueva por tres días. Agradeció que no hubiera llovido, aunque tembló de frío sin poder hacer nada para impedirlo, y su estómago no dejo de rugir de hambre en ningún momento. Cuando por fin se puso de pie en lo único que pensó fue en comer. El uso excesivo de sus poderes lo dejaba siempre agotado, y desafortunadamente no había tenido ningún vampiro a mano para beber un poco de su sangre y recuperar sus fuerzas inmediatamente.

Soy un verdadero estúpido, se decía Dracul cuando pensaba en ello. Se preguntaba qué tan malo hubiera sido pedirle un poco de sangre a alguno de ellos cuando todo hubo terminado. Estaba seguro que si le hubiera dicho a Ángel lo que quería, ella se la hubiera conseguido sin importar nada. Incluso puede que alguno de ellos se hubiera dejado morder un poquito. Si claro, se decía Dracul. Tenía grabadas en la cabeza  las palabras del vampiro llamado Luka.

Desgraciado, murmuro Dracul reprimiendo un feroz gruñido. Por alguna razón no podía quitarse de la mente el rostro de aquel vampiro, ni tampoco sus poco amables palabras refiriéndose a él.

Suspiro una vez más al recordar aquellos días.  Miro el pedazo de carne asada en sus manos y por un instante no supo cómo había llegado allí, pero al levantar la vista, vio los restos del animal, y se dijo que seguramente él lo había cazado. Solo que no lo recordaba. Por lo que podía ver, se había comido casi todo. Tendría que salir a cazar nuevamente.

Miro a su alrededor y vio que estaba cerca de su cueva, eso era algo bueno. No andaría vagando de un lugar a otro hasta recordar donde estaba, y como llegar a su hogar. Devoró la presa en sus manos y apago el fuego. Quería ir a dormir sin tener que preocuparse que algún ser humano viera  el fuego y llegara hasta allí de curioso. Se internó en su cueva y se durmió enseguida.

-"¿Quién crees que haya dejado esto aquí?

-"No lo sé, pero es mejor que lo aprovechemos antes que un animal lo huela y venga por él, ve por un poco de leña para prender una fogata, yo me encargo de la carne"

Dracul abrió los ojos de golpe al oír las voces humanas cerca de su cueva, y lo que era aún más impensable, estaban planeando quitarle su comida.

-"Rápido ve por los demás"

¿Por los demás?, repitió Dracul para sí mismo. Se sentó inmediatamente planeando como asesinar a los idiotas que andaban afuera.

Acaso no iba a poder estar en paz jamás.

DRACUL ( IV libro, Serie La Niña Y Los Monstruos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora