Capítulo 5.

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El ambiente se volvió tenso. Todas aquellas cosas que habían sucedido desde la partida de Phichit, de seguro lo impresionarían hasta a él mismo. Más que nada por toda la persistencia que ha tenido con Viktor. Los desprecios, las lágrimas, los encierros y el despojo repentino de amor.

El pelinegro tomó una bocanada de aire, y comenzó.

Cada palabra que salía de su boca dolía como los mil demonios. Revivir el pasado no era muy agradable. Unas cuantas veces tuvo que hacer pausas, y es que a medida que el relato avanzaba, el llanto amenazaba cada vez más con salir a relucir humedeciendo otra de tabtas veces sus mejillas.

Por otra parte, Phichit solo asentía, mientras todos sus sentidos estaban atentos en el chico frente a él. Trataba de no verse tan asombrado, pero aquello le era imposible. Hubiese deseado algo distinto para su amigo; mucho más distinto. Era algo que no costaba demasiado comprender, ya que cualquier persona que estima más de lo que piensa a otra, quiere lo mejor para ésta. Verla sonreír; llena de júbilo y sin preocupaciones por parte de terceros.

Los minutos pasaban, y Yuuri no paraba de hablar entrecortadamente.

La luz del exterior comenzaba a desaparecer, y la luna poco a poco hacía su aparición en el cielo. Una que otra estrella se lograba distinguir en lo alto desde la ventana de la habitación del pelinegro.

Cuando ya no quedaba mucho por decir, y las palabras ya estaban sobrando, Yuuri suspiró hondamente bajando la mirada hacia sus pies descalzos.

– Yo... No sé qué decir. De verdad... Lo siento, Yuuri– empezó a decir Phichit. Su mente estaba en blanco, y le costaba más de lo que él quisiera comprender y ordenar toda la información que había salido de la boca de su compañero–. Sé que debe ser doloroso para ti toda esta situación, pero debes entender que es muy poco probable que las cosas vuelvan a ser como eran antes. Las personas no cambian de la noche a la mañana, y Viktor no es la excepción. Quizá su actitud fue algo que para todos era impredecible, y es que nadie se hubiese imaginado jamás que él se convertiría en la persona que es hoy en día. Soy tu amigo; te aprecio y quiero como en varias ocasiones te he dicho, por lo que deseo lo mejor para ti. No quiero verte llorar por alguien como él. Ya no eres el chico lleno de luz. Cambiaste; cambiaste demasiado. Si antes eras una persona sensible, pienso que en la actualidad ese adpecto ha ido en aumento gracias a Viktor– La verdad dolía, pero si ahora no decía todos aquellos pensamientos que se guardó por Yuuri, no los diría nunca, y si de su boca llegaba a salir todo este discurso, sería aún más doloroso–. Yuuri... Debes alejarte de él.– sugirió casi en un susurro. Desvió la mirada hacia un punto invisible entre la pared y el picaporte de la puerta.

El pelinegro no quitó la visión de sus pies. Las palabras de Phichit le habían llegado en lo más profundo de su ser. Sabía que tenía razón, no se tenía que ser demasiado inteligente para darse cuenta de ello, pero sus sentimientos por Viktor no se desvanecerían por más que lo quisiese en un abrir y cerrar de ojos. Habían pasado por tanto antes de que cambiara. Los recuerdos danzaban de manera veloz por su mente. Pero solo eran eso: recuerdos.

– Phichit... No puedo. Lo quiero; lo amo. Por favor, no me pidas que cambie todo lo que siento en un dos por tres. Simplemente no puedo.– respondió con la voz quebrada. Nuevamente, las lágrimas pedían a gritos dejarse ver.

– No voy a perdirte eso. Yuuri, me destroza verte en este estado, entiendeme también– habló el moreno jugando nervioso con sus dedos–. Dime, ¿cómo estarías si me vieras como tú en estos momentos? Me dirías exactamente lo mismo que yo te estoy diciendo– la habitación quedó sucumbida por un largo rato en el más absoluto silencio. Se oían algunos autos pasando por la calle; vocinas resonando, y uno que otro perro ladrando a la nada. Ambos chicos se habían quedado sin palabras. El ambiente era tenso, y la conversación peor que eso. De pronto, Phichit volvió a corromper aquella calma que los mantenía rodeados–.  Solo espero que no te tome demasiado tiempo darte cuenta de que te haces daño a ti mismo por no alejarte de Viktor. Quizá suene un poco egoísta lo que ahora diré, pero, piensa en ti y tu bienestar antes que el de los demás. Tú eres quien está saliendo más lastimado de todo esto, no otro.–

Phichit se acercó un poco a Yuuri, lo bastante como para alcanzar a rodearlo en un caluroso abrazo. El pelinegro le correspondió sin pensárselo.

– Gracias.– agradeció cerrando los ojos fuertemente, y haciendo aquel abrazo un poco más apretado.

– Hey, no tienes nada que agradecer. Sabes que siempre estaré para lo que necesites.– respondió Phichit sonriendo levemente a sus espaldas, a pesar de que su amigo no lo viera.

Estuvieron unos cuantos segundos más en ésa posición, para luego separarse y sonreírse el uno al otro.

El moreno instintivamente vio su móvil chequeando la hora. Abrió los ojos de par en par, impresionado.

– Vaya...– fue todo lo que dijo.

– Si quieres te puedes ir, no tengo problema, Phichit.– dijo Yuuri sonriendo débilmente de lado.

– ¿Estás seguro? ¿Puedes quedarte sólo?–

– Claro, no soy un niño de diez años.– respondió el pelinegro rodando los ojos divertido.

– Bien– el moreno se levantó de la cama con un poco de dificultad. Estar sentado por tanto tiempo siempre le había incomodado. Era demasiado inquieto como para permitir seguir torturarándose–. Cuidate, Yuuri. Adiós.–

– Adiós, Phichit.– y con una última sonrisa, su amigo desapareció de la habitación cerrando la puerta tras de sí.


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