Hall of Fame [Viktuuri]

Capítulo 12.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una hora? ¿10 minutos? Yuuri había perdido la noción del tiempo. No sabía cuánto llevaba sentado sobre las frías baldosas.

Al igual que Viktor.

El peliblanco no se había movido de la posición en la que se encontraba. Seguía igual de estupefacto que hace algunos ¿minutos?

Pero se percató de su inmovilidad cuando su teléfono sonó en la parte trasera de sus pantalones. Dirigió una de sus manos hasta su celular sin quitar la vista de aquel punto invisible que se hallaba en la pared, o eso hacía hasta que tuvo el aparato frente suya.

Una sonrisa instintivamente apareció en su rostro al ver de quién se trataba: era un mensaje de Christophe.

Mensaje de “Christophe”.

[Recibido a las 15:05]

Viktor. Te extraño~
Necesito verte de nuevo :(
Espero tu respuesta, para, ya sabes, jugar un poco. 😘

No había que ser un genio para darse cuenta de a lo que se refería cuando decía eso de "jugar."

Y así, en un dos por tres, todo rastro de culpa y tristeza se desvanecieron de su cuerpo. ¿Qué había sucedido anteriormente? Se le había olvidado. Ahora estaba más preocupado de lo que se pondría para ir a visitar a su "amigo."

Mientras tanto, el pelinegro se miraba al espejo secando poco a poco la humedad de sus mejillas y ojos. Aspiró hondamente y soltó gran parte del aire en sus pulmones. Cerró los ojos con fuerza a la vez que apoyaba sus manos sobre el lavamanos, tratando de quitar de sus pensamientos la posibilidad de salir y pedir perdón por lo ocurrido.

Se sentía el mayor idiota de todos, y esto provenía más que nada por llorar gracias a Viktor y, agregado a eso, tener en mente la idea de ser disculpado por él. Yuuri no tenía la culpa, claro que no. Él nunca la había tenido.

Lavó su rostro y se encaminó hasta la puerta. En eso, escuchó pisadas alejándose por el corredor. Se puso de piedra. Sus brazos se colocaron firmemente a ambos de su cuerpo, y su respiración se pausó de manera prolongada.

Oyó el ruido de una puerta cerrándose, y ahí fue cuando su mundo se derrumbó nuevamente en mil pedazos junto a él.