Catorce.

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Me habían dado el alta reculiao y lo primero que hice fue ir a ver al Benjamín y la Amanda.

-¡Benja culiao! -entré gritando sin darme cuenta de que estaba el papá -, o sea, amigo querido.

-Wena saco wea, mi apá nos entiende -se rió.

-¿Tú eres Fabián? -preguntó serio. Conchatumare.

-Papá, él tampoco sabe nada -lo miró y el viejo levantó una ceja.

-Voy a llamar a tu mamá -se levantó y salió de la pieza.

-Déjalo, anda preocupao -nos reímos y me senté al lado del culiao.

-Conchetumare, el hueón de las pastillas -me miró de reojo -, Oye...

-¿La Amanda y la Isidora están bien? -me agarró la mano.

-La Isidora sí pero la Amanda...-me mordí el labio y tocaron la puerta.

-Pase -se rascó un ojo.

Era la Amanda, entró en una silla de ruedas y con un vestido blanco.

-¿Estaí bien hueona? -nos asustamos.

-Sí, aún ando mareá, pero ya no tanto hueón -tenía los ojos rojos y se puso al otro lado de la camilla.

-¿No recuerdan nada? -los miré y se negaron.

-Yo...-titubeó la Amanda -, no, nada.

-Hoy día me dan de alta hueón, por fin -el Benjamín cerró los ojos.

-Hay que saber qué pasó -los miré y me paré porque mi mamá me había dicho que iba a estar esperándome a las 3 y faltaban 5 minutos.

-Oye -la Amanda me agarró el brazo antes de irme.

La miré y se puso a llorar.

-¿Qué te pasó? -le saqué las lágrimas y me agaché.

-Después te digo -me soltó el brazo y sonrió.

¿Qué weá? Salí y afuera estaba mi mamá con el auto.

Me subí y la miré.

-¿Me perdonaí? -le sonreí y ella igual lo hice.

**

-¡No hueona! Estoy seguro de que era chico hueón, no me pasaba -me paré y empecé a dar vueltas como hueón.

-Conchetumare -me miró y se paró conmigo.

-El Yerko debe saber quién fue po' -me empujó.

Verdá po'. O sea si le preguntábamos, él nos diría y mataríamos al culiao, ah. Chilean Crimen Story, Fabián culiao fome.

Le tomé la mano a la Isidora y fuimos al paradero.

-¿A dónde vamos? -oh la pregunta hueona.

-A culiar -nos subimos a la micro y se sentó en el único puesto vacío.

Se rascó el brazo.

-Oh hueón me duele el brazo -se lo tocó con cuidado.

-Aer -le levanté la manga y tenía todo morado.

-¿Qué tengo? -me miró y después se miró el brazo -, ah. Debe ser porque me caí -se bajó la manga rápido y se puso roja.

Una señora me miró feo pensando que yo le había pegado.

-Isidora, me daí pena -toqué el timbre pa' bajarme. Me importaba un pico si tenía que caminar.

-No espérate -se bajó conmigo y me tomó la mano -, perdón -me abrazó.

-No hueona, dejaí que te peguen, ¿no tení dignidad? -me enojé, es que. Cómo tan hueona de dejar que le peguen.

-Me dijo que nunca más, yo le creo -suspiró y me hizo abrazarla.

Me senté en una banca. La culiá hueona.

-Te odio -apreté el puño.

Me abrazaba y eso me dolía, porque sabía que le estaban pegando y no podía hacer nada.

Se dió la vuelta y empezó a caminar. Dejándome solo en la banca.

**
-No recuerdo hueón, pensé que estabaí muerto -se rió y siguió fumando.

-Pero haber, ¿nadie te dió pastillas a tí? -¿a nosotros nomás nos ofrecieron?

-Eh, no -se rió, oh hueón volao culiao.

-¿Y quién vino? -miré sus cosas. No había fotos de él, estaba todo desordenado e igual de cochino que como había quedado.

-Vo' creí que yo sé quiénes vinieron -apagó el cigarro en el suelo -no sé qué cursos vinieron hueón, culiaron hasta en mi cocina, o sea -sacó 3 paracetamoles y se los tomó de una.

-Bueno, gracias -me fuí.

O sea, a él no le dieron pastillas, o tal vez sí, no lo recordaba. ¿Por qué nos darían pastillas solo al Benjamín, la Amanda y a mí?
























Fuimos tan hueones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora