LA GUARDIA DE SIEMPRE

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La jungla de Hakuna Matata se mantenía en calma; el canto dulce de las aves adornaba el lugar, el viento apenas soplaba algunas hojas y el clima era caluroso hasta el punto de hacerse pesado.

A pesar de ser un paraíso, había cierta tensión en el aire.

No era un día cualquiera aunque a primera vista así lo pareciera.

De un momento a otro las aves callaron su canto y salieron disparadas al cielo; algo las había espantado.

La calma se desvanecía para dar lugar al sonido inconfundible de pasos corriendo. El crujir de ramas y arbustos abriéndose para dar paso a quien sea que traía carrera, hacían más evidente el hecho. Un joven león parecía estar escapando de algo... o alguien.

El sudor caía por su frente y el corazón se aceleraba a más no poder. Correr bajo esas condiciones hacía difícil la tarea, requería de una gran condición.

Sus orejas apuntaban hacia atrás y a los lados, a donde quiera que escuchara un ruido cerca de él... estaban por todos lados. Levantó el rostro sin descuidar el camino que tenía delante. El abundante follaje apenas permitía ver el cielo. En una oportunidad donde el azul del cielo se asomó, una silueta que pasó por encima de los árboles a gran velocidad se robó su atención. Estaban más cerca de lo que creía en un inicio.

El hijo de los reyes de Prindelands sabía que era inútil correr de por vida, más tomando en cuenta de que en menos de un segundo podría ser alcanzado pues tenía la desventaja en velocidad. Ella sería la primera que lo descubriría si seguía escapando.

Kion se detuvo de golpe para esconderse detrás de un gran tronco, pegó su espalda a la madera y aprovechó la oportunidad para llenar sus pulmones de oxígeno, lo cual también se le complicó en ese ambiente húmedo y caliente.

Su pecho subía y bajaba descontroladamente.

Si algo caracterizaba al adolescente era la seriedad y dedicación para con las tareas u obligaciones asignadas.

Cerró los ojos y dejó a sus oídos hacer el trabajo.

Parecía estar todo tranquilo hasta que un nuevo sonido le alarmó. Alguien había pisado una rama, revelando que no estaba solo. Supo que estaba cerca... al otro lado del árbol, tratando de captar su olor.

No eran pasos ligeros, era alguien más grande que él, lo que lo relajó un poco.

Ramas encima de Kion se agitaron, dejando caer algunas hojas. Estaba siendo acorralado.

Sin más opción, y durante un breve silencio, Kion echó a correr nuevamente tan rápido y fuerte como sus piernas se lo permitieron. Había revelado su posición pero sabía que dejaría atrás a ellos dos si hacia un esfuerzo extra.

Rápidamente escuchó como comenzaron a seguirlo y al mismo tiempo como poco a poco los dejaba atrás.

Lamentablemente para Kion, su victoria no le duró lo suficiente... Alguien volvía a alcanzarlo pero... esa vez sonaba diferente, no eran los mismos que lo perseguían. Fue aquí cuando el adolescente se alarmó... Estaba en problemas.

Ahora detenerse no era opción, sería capturado fácilmente o descubierto por su olor. La única vía de escape era seguir corriendo, aunque los músculos comenzaban a fallarle.

Los pasos tras él se hacían más fuertes. Entre ambos la distancia estaba desapareciendo y se le terminaba el tiempo.

En su desesperación, Kion intentó cambiar de dirección abruptamente ir por caminos en los que difícilmente podrían seguirle el paso. Saltó, esquivó e incluso atravesó vegetación de todo tipo del lugar; lo hizo de todo... pero de nada sirvió.

Astrológicamente CompatiblesWhere stories live. Discover now