capítulo 38

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Editado: 08/ 08/ 2021

[Hima]

Me despertó un golpe en la entrada, rápidamente miro la hora en mi móvil, son las cinco de la mañana... al verlo entrar me levanto de golpe, viene despeinado y su traje está mal puesto por todos lados, parece dolido y sostiene su cabeza como su hubiera bebido demasiado.... Mi preocupación me hace avanzar, pero la furia me llena al ver el labial sobre su piel, una bofetada es lo que le propino.

— ¡Eres un idiota!

Las lágrimas fluyen por mi enfado y su confusión es clara, pero aun así me giro para buscar mi ropa y cambiarme cuanto antes... él se acerca y se aferra a mi cintura frotando su rostro en mi hombro, lo empujo sin dudar separando ese maldito perfume dulce de mi cuerpo.

— ¡No te atrevas a abrazarme maldito imbécil! ¡Estaba... —aprieto la ropa sobre mi pecho —muriéndome de preocupación por ti y te atreves a entrar tan descaradamente sin siquiera intentar borrar los besos que otra tipa te ha dado! —comienzo a cambiarme — ¡Ni siquiera entiendo como demonios te embriagaste! Como demonios... pudiste hacerme esto.

Me largo de la habitación sin poder mirar su cara. Es un imbécil, un maldito y estúpido ¡Imbécil! La furia me llena a tal grado que no quiero pensar en absolutamente nada, pero al subir al ascensor todo se mezcla en mi mente y las lágrimas fluyen sin control, estoy desconsolada y simplemente no puedo creerlo... y que alguien me diga como creerlo, si él... yo sé que no sería capaz de hacerme algo tan bajo, pero al forma en la que entro con esos besos, el cómo el perfume de otra mujer invadía su cuerpo... al verme llegar al lobby trato de limpiar mis lágrimas y controlarme, trato de abandonar el hotel como si nada hubiera ocurrido avisando que volvería tarde.

Al salir del lugar comienzo mi andar por la acera, es tan de madrugada que el sol ni siquiera ha salido aun... estoy desarreglada y ni siquiera tengo conmigo mi monedero o celular, al ver que no hay nadie alrededor me detengo y cierro mis ojos entre el cubrir de mi rostro... mis lágrimas fluyen nuevamente, pero trato de contener mi voz.

—N... no se... no sé cómo pudo pasarme esto.

— ¿Qué le paso señorita?

Doy un brinco de sorpresa y al elevar la mirada puedo ver al chico del día anterior, el botones que llevo nuestras cosas. Aparto mi cara con vergüenza y limpio mi rostro a cómo puedo.

—No, no ha sido nada —intento sonreír —es que soy tan olvidadiza —expreso apenada —que deje mi monedero en el cuarto junto a mi celular.

—No creo que... —mete las manos en los bolsillos de su sudadera —estuviera llorando así por eso... —desvía la mirada — ¿Se le antoja un café?

—Hu... se me ha olvidado sacar dinero...

—No se preocupe, yo invito, —sonríe —además conozco un lugar aquí cerca.

Es claro que necesito poner mi cabeza en otro lado así que de inmediato sonrío con un poco de ganas y lo sigo mientras me guía, nos adentramos en un restaurante familiar y tomamos asiento en una mesa junto al ventanal, casi en la esquina del lugar.

— ¿Por qué está abierto tan temprano?

—Normalmente la gente sale a ejercitar temprano, y luego de sus ejercicios pueden llegar a venir aquí por un desayuno nutritivo, tienen una gran variedad de ensaladas, —sonríe —el lugar se abre a las cinco y para las seis la gente comienza a llegar, no mucha, pero clientes son clientes.

—Lo entiendo... por cierto, —busco su mirada — ¿Tu nombre? No lo pregunté en el hotel y no estoy acostumbrada a mirar los gafetes.

—Eso es raro, —ríe levemente —soy Jhon... —tiende la mano —y es un placer conocerla oficialmente señorita Himawari.

Un delincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora