21. Tu amor.

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Las calles transitadas de Nueva York y el bonito día que los cobijaba eran perfectos para olvidarse de los problemas. Se habían detenido ya en un camión de helados para comprar uno, Agatha había pedido uno de vainilla con nuez y Harry el de chocolate con menta.

-No puedo creer que falte exactamente una semana para el concurso.

Harry asintió. Justo siete días les quedaban para ensayar, el tiempo había pasado demasiado rápido. Pensando en eso, Harry se daba cuenta de dos cosas, la primera, tenía seis días para conseguir poner una foto de él y Agi en la pared del Big Tree, y la segunda y más importante, aún no había conseguido acercarse lo suficiente a Agi, a pesar de que ella ya no salía tanto con su novio, aún no lo dejaba, y eso era un impedimento para Harry. ¿Qué había conseguido? Su simpatía, algunas de sus sonrisas, su confianza, cosas que no se dan a la primera persona que ves pasar. Pero él quería más, necesitaba más. Agi era aquella chica que él había estado esperando, era justo como se la había descrito a sí mismo hace algunos años; Quiero que le guste la música, tanto como a mí, quiero que se ría conmigo de mis bromas absurdas, quiero que me tenga paciencia cuando suela ser cabezota, quiero que sepa que conmigo puede contar cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar, quiero que tenga una sonrisa que me mate, quiero que cuando me mire yo me sienta en el lugar correcto, quiero ver en sus ojos amor. Sabré que es ella en el primer momento en que la vea" Entonces agregaría un plus, sabré que es ella, cuando la escuche cantar, tendrá una voz digna de admirar. Agi era ella, estaba convencido, lamentablemente para Agi, Harry no era él, o quizá lo era, pero ella prefería no pensar en eso. En realidad, Agatha jamás pensó a detalle cómo sería su chico ideal, ella solo pensaba en alguien que la quisiera bien. No se puso a divagar si sería romántico, amargado, simpático, vulgar, gracioso, enojón... Solo, eso no importaba mucho, tal vez.

- ¿A qué hora nos juntaremos con los chicos?- preguntó Agi, a lo cual Harry sonrió.

- Como a las cinco, probablemente. - respondió. - Pero eso les pasa por tomar hasta perder el conocimiento.-se burló.

Continuaron caminando mientras cada uno terminaba su helado, los pensamientos en la cabeza de Agi eran sobre lo que los rodeaba, las personas, los negocios, los vendedores ambulantes, las botargas, el ambiente en Nueva York siempre la ponía de buen humor.

Mientras Harry tenía la cabeza hecha un lío. El tiempo se acababa, debía hacer algo, mostrarle a Agi que sus intenciones eran buenas, que la quería de una forma que ella ni se imaginaba. Las ganas de abrazarla y decirle cuánto la quería eran cada vez más intensas, por el bien de ambos, debía controlarse.

- ¿Iremos al Big Tree?

Agatha asintió, que estuviera molesta con su tío no significaba no ir al bar, además tenía muchas ganas de hablar con Walter, tenía cosas que contarle, ideas locas que se creaban en su cabeza, estaba confundiendo demasiado sus sentimientos.

Decidieron ir en ese momento, eran pasadas de las tres de la tarde y siendo sábado, el lugar se llenaba desde temprano. Pocas mesas estaban disponibles, pero Agi fue directo a ver a Wal. Este le sonrió en cuanto la vio venir.

- ¡Por todos los cielos! Te dignaste a aparecer.- comentó con gracia.

Agatha rió mientras ocupaba una de las bancas, Harry se acomodó a su lado. Después de saludar a Harry también, se giró para buscar algunas cosas.

- Sale una malteada de vainilla.- dijo de espaldas mientras tronaba los dedos. - Harry ¿Pedirás algo?

El ojiverde asintió y pidió un capuchino frío. Mientras Walter les contaba a Harry y Agi algo que había pasado la noche anterior en el bar, el lugar se iba llenando y poco faltaba para las presentaciones de ese día.

Perfecta Armonía. (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora