Capítulo 11: "Asuntos de Desnudez"

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N/A En la foto Kakuzu *¬*

Había un sol que rajaba la tierra, el calor era abrasador y la pobre Nadine luchaba con su cabello, intentando una y otra vez recogérselo en un moño, sin mucho éxito debido a que tenía demasiado cabello.

Bufó molesta y sintió ganas de tomar unas tijeras y cortar una buena cantidad de pelo. Rápidamente perdió el interés al examinar detenidamente su larga cabellera azabache, bien cuidada y que le había costado tanto tiempo hacer crecer hasta el lugar donde lo tenía ahora –la espalda baja-.

Entonces el pasadizo secreto que comunicaba su pieza con la de Deidara se abrió y el rubio entró al cuarto con su larga cabellera rubia atada en una coleta alta, sin remera, descalzo y luciendo a la perfección la pretina de sus bóxer de Calvin Klein rojos, con bermuda negra y una de sus típicas sonrisas de picardía en el rostro.

Ella, por su parte, no se mostró muy feliz de verle. Estaba a un paso de comenzar a quitarse la remera para ponerse algo más cómodo y liviano… ¡¿Y si él hubiese entrado en el momento inadecuado?!

Era obvio que no tenía ningún interés en que él le viese de ropa interior.

— ¿Sabes? Estoy considerando cerrar ese pasaje…Ponerle el armario delante o algo por el estilo, a ver si aprendes a no ser tan inoportuno-comentó, frustrada, mientras que rebuscaba en su armario alguna cosa para ponerse.

Realmente su reserva de ropa de verano era escasa. Necesitaba un día para ella sola con urgencia. Tanta testosterona le estaba afectando seriamente.

Hace siglos, para exagerar, que no se ponía nada de maquillaje, apenas podía peinarse correctamente y ni hablar de echarse aunque sea una gota de perfume encima. ¡Era imposible teniendo que atender a hombres tan molestos todos los santos días!

—Conseguiría la forma de abrirlo otra vez, ya sabes que me gusta jugar con pólvora…-comentó el rubio, juguetonamente.

Resopló con cansancio e inmediatamente después sintió un par de brazos que la tomaban con firmeza de la cintura por su espalda. Gruñó para hacerle saber al rubio que aquello no le parecía divertido, pero a cambio sólo recibió caricias insinuantes recorriéndole la espalda completa.

—Te patearé si no me sueltas…No tienes nada de vergüenza, soy mayor que tú, anda y respétame, niño.

—Dos años no son nada…-intentó persuadirla él.

—Eres igualmente menor y los menores no me gustan…-aseguró.

Volvió a gruñir y se lo quitó de encima con un fuerte codazo.

—Me parece que estás de malhumor…-dijo él, sobándose el lugar golpeado-Es el calor, lo entiendo. Pero entonces… ¿Por qué no te quitas absolutamente todo? Rápidamente podría hacerte compañía y…

—Solo cállate…-espetó ella, mientras que se sonrojaba-No puedo recogerme el cabello y por eso estoy así. Hace calor y el cabello me molesta suelto, hace que me sude la espalda y el cuello, también los brazos…

—Debiste haberlo dicho antes. Dame tu pinza para el cabello, yo lo arreglo…-aseguró.

— ¿Tú? ¿Desde cuándo eres estilista?

—No es que sea estilista…-bufó él, inflando los cachetes-Es sólo que estoy acostumbrado porque, por si no lo notaste, tengo el cabello casi tan largo como tú.

Y le arrebató la pinza para cabello de las manos de muy mala manera, se colocó detrás de ella y comenzó a juntar su cabello azabache en su mano, a forma de coleta.

Una Niñera para Akatsuki. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora