Capítulo 2: «¿No es demasiado lujo para personas así?»

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→En la foto: Deidara.
✿Capítulo Corregido✿


¿Se encontraría con una especie de cárcel máxima seguridad pero en versión casa? ¿Quizás con un sitio rodeado de cercas eléctricas y repleto de perros policías? ¿Un fuerte con un estanque de cocodrilos hambrientos? Bueno... Ya no sabía qué imaginarse, pero de seguro, tratándose de los criminales más despiadados e imponentes de todo Japón; debían estar, como mínimo, en un sitio repleto de seguridad. O eso esperaba ella, porque al llegar al lugar donde debía vivir y trabajar por un año completo era un poco más «moderno, lujoso y caro» de lo que se hubiese imaginado.

Era una auténtica mansión salida del siglo XIX. Y en tan buen estado que incluso le asombraba pensar que allí vivieran ese tipo de personas.

La mansión estaba ubicada en el centro de un barrio privado que estaba cercado con rejas eléctricas y varias cacetas de oficiales de guardias, también tenían cámaras de seguridad y otros cachivaches de seguridad que ella no entendía del todo.

Esa parte de la seguridad estaba muy bien, pero... ¿Una mansión? Y a juzgar por el sitio en el que se encontraba y por la ausencia de cualquier otro edificio, aquella era la única construcción en el lugar.

Vale, aislados estaban, pero nuevamente... ¡¿En una mansión?!

¿Eran criminales o mafiosos? Eso era extraño.

El barrio privado también contaba con parques, un lago y un pequeño bosque. Nada más. Aunque había que destacar el tamaño que tenía todo el sitio en conjunto.

Cuando se paró frente a las rejas estilo italiano de color negro que cercaban la casa, comprobó que en aquel sitio no había ni guardia, ni perro, ni fuerte, ni cocodrilo, ni rayos láser, ni tampoco nada por el estilo. Solo unas simples rejitas que ni eléctricas eran.

Vio el panel de seguridad táctil e ingresó la clave secreta que le permitía ingresar a la propiedad. Las rejas se abrieron automáticamente y ella comenzó a caminar por un camino de piedras que conducía a la enorme y pesada puerta de una madera que parecía ser roble, arrastrando unas cuantas maletas repletas de ropa.

No era por exagerar, pero sentía que había dado un salto en el tiempo y ahora se imaginaba utilizando un vestido de la era medieval, con un corsé que le estrujaba los pechos para que se vieran más grandes y le quitaba la respiración, tacones exageradamente altos y un peinado excéntrico. Se imaginó la escena en la que una duquesa de la alta sociedad —ella, en ese caso—, se mudaba con unos primos lejanos que tenían mucho dinero y que conspiraban contra el orden social de la época. Ella, luego de un tiempo viviendo ahí, sería sometida a ser la esposa del líder de la familia, mientras que estaba enamorada del otro primo lejano, el más pobre de todos, quien estaba locamente enamorado de ella.

Sacudió la cabeza. Debía dejar de soñar despierta de una buena vez.

Llegó a la puerta y rebuscó en sus bolsillos la llave de la entrada que, si uno se fijaba bien, estaba hecha de un material similar a la plata.

Entró y sus ojos se toparon con el entorno más lindo que jamás había visto. Todos los muebles allí tenían algo así como un estilo algo medieval y las paredes, la iluminación, absolutamente todo, era como si estuviese entrando a un palacio antiguo, con lujos no correspondientes a esa época tales como los artefactos electrónicos, pero que no hacían mal alguno.

De nuevo se imaginó en la situación de haber dado un salto temporal y con la misma ropa ridículamente apretada y cara, mientras que esperaba a que algún criado la recibiera con respeto y deshaciéndose en reverencias por ella.

Una Niñera para Akatsuki. [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora