El trato

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John Bonham estaba seguro de que se iría al infierno.

Y si eso no pasaba, al menos se merecía que algo malo le ocurriera. Después de todo, no puedes abusar de las desgracias de un niño huérfano sin pagar un precio. Simplemente no sería justo.

El niño estaba observando el plato girar dentro del microondas con toda su atención. Ahora que había dejado de gritar y lanzar cosas por los aires, cualquiera podía notar que se encontraba hambriento. Cuando la pantalla del microondas marcó 0:00, el chico se giró hacia John.

- ¿Siempre comida?- Le preguntó con timidez. Sus alas se pegaron todavía más a su espalda y envolvieron parte de sus brazos, lo cual lo hizo verse mucho más pequeño. Casi tan pequeño como un chico completamente humano.

- Toda la comida que quieras.- John asintió, abrió la puerta del microondas y le entregó el platillo que tanto había esperado. A Marlowe le temblaron las rodillas; nunca había sido bueno para aguantar el hambre.- Ten cuidado. Está caliente. Hot.

- Calientes baños.- Dijo el niño, antes de meterse un trozo de carne a la boca.

- Baños calientes.- Coincidió el mayor.- Una cama para ti solo. Un cuarto para ti solo. ¿Qué te parece?

Los ojos de Marlowe brillaron al instante.

Oh Dios. Sí que merecía irse al infierno. Nadie debería poder aprovecharse de un niño, como él estaba haciendo en esos momentos.

- Usted ves el futuro.- Marlowe se metió otro trozo de verdura a la boca y lo masticó velozmente.- Usted podías detener todo. Usted no lo hiciste. ¿Porqué?

- ¿Quién te dijo eso?- John le tendió una servilleta. Marlowe no le hizo caso.

- I can't tell. If they find out...

- ¿Quién te lo dijo, niño?- Repitió John, subiendo su tono de voz.- ¿Quieres un lugar seguro donde vivir o no? Esta noche hace todavía más frío que la anterior. No sé si ya lo habías notado antes.

Marlowe reflexionó unos segundos mientras admiraba el plato de comida caliente que tenía en las manos, rebatiendo si merecía la pena serle fiel a sus jefes solo para terminar en la calle nuevamente.

Después alzó la cabeza y cantó como un ave.

- La mujer dice que su nombre es B. No sé más. Lo prometo.

Oh Dios. Sí que merecía irse al infierno. Ni siquiera una botella de vino haría que John lograra sentirse mejor después de tratar a un niño así. ¿Y si alguien se aprovechara de Oliver de esta misma manera? Se le formó un nudo en el estómago de solo imaginarlo.

El hombro soltó un suspiro pesado.

- Sígueme. Te mostraré tu habitación.

***

Lo lamento niño. No es personal.

Tu primo asesinó a un hombre. ¿Quieres seguir viviendo con él después de eso?
¿Al menos puedes hacerlo? ¿No? Eso creí.

Tus padres me quitaron todo lo que tenía.
Todo.
No me llames tía Anna.
No somos familia.

A él le gustan los chicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora