Una visión del futuro

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Sigiloso como un depredador
Vino un ladrón
Que de mí no se llevó
Ni plata ni oro
Ni dignidad ni orgullo

No llevaba máscara
pero sí una cabellera dorada
No sacó ninguna pistola
pero con su sonrisa perforó mi inocente pecho
No me dijo su nombre
pero yo ya quería tatuármelo en el cuello

Sigiloso como un depredador
Vino un ladrón
Que me tocó
Me tocó
Me tocó
Me tocó buscando en mi cuerpo
tesoros que yo nunca
Nunca
podría darle

No tenía una mirada calculadora llena de crueldad
porque poseía un par de ojos que te matarían
Te matarían
Te matarían
Te matarían y aún así
tú querrías verlos todavía más 
No había hecho un plan maestro
para asaltar los bancos
más ricos del mundo
porque podía vivir feliz para siempre
con un simple pastel de chocolate
y las manos manchadas de pintura

Sigiloso como un depredador
Vino un ladrón
Que me besó
Me besó
Me besó
Me besó y me hizo jurarle
promesas por las que preferiría morir antes de romper

Sigiloso como un depredador
Vino un ladrón
Que de mí no se llevó
Ni plata ni oro
Ni dignidad ni orgullo
Pero sí mi corazón

Recuerdo que le regaló
un beso suave
con sus ilegales labios
que lo metió dentro de una caja de cristal
con sus pecadoras manos
que me cayó para que no gritara
con sus despiadados besos
que me dio todo lo que anhelada
con sus profanas riquezas

Te amo, Ludwig Thomas. Gracias por robarme el corazón. Si prometes cuidarlo bien, puedes quedártelo para siempre. Por mí no hay ningún problema.

- Marlowe Castinger.

***

John Bonham volteó hacia atrás, lleno de confusión. Vio que detrás suyo se cernía un árbol seco de tamaño inmenso.
Y acomodado en una de sus ramas, lo observaba un búho con los ojos bien abiertos.

John se quedó sin aliento.

Alguien iba a morir muy pronto. Y maldita sea, iba a doler muchísimo.

***

- ¡Papá!

John abrió los ojos, aterrado. Se limpió el sudor de la frente con una sabana, mientras esperaba a que su corazón recuperara la compostura.

- ¡Papá!- Escuchó que alguien golpeaba la puerta de su habitación.- ¡Papá!

...¿Oliver?

¡Oliver!

John salió de su cama lo más rápido que pudo, todavía con las manos temblorosas y las piernas entumidas. Se golpeó el pie con una de las patas de su escritorio, pero apretó los labios y no gritó. Él no gritaba. Así eran las cosas.

Abrió la puerta con el corazón en la garganta. El sudor le había entrado en los ojos, y ahora eso también le ardía.

- ¿Te encuentras bien?- Fue lo primero que pudo decir, mientras inspeccionaba a su hijo con la mirada. No se veía enfermo o herido. Esa era buena señal.

A él le gustan los chicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora