¡Déjame entrar! ¡Déjame entrar!
Me quito los auriculares de inmediato. Creo que he escuchado la voz de alguien, pero sólo hay silencio. Además, pensándolo bien, es imposible que haya alcanzado a escuchar cualquier cosa con la puerta cerrada. A sido mi imaginación.
Pongo los ojos en blanco. Como me molesta que me pasen estas cosas.
Bajo la vista hacia mi cuaderno, y después la desvío hasta mi celular. En serio quiero llamar a Erick, pero necesito terminar esta tarea. ¿Qué hago? ¿Tarea o Erick? ¿Tarea o Erick?
Ja. Como si en serio fuera tan difícil elegir.
Tomo mi celular y busco el nombre de Erick en mi agenda de contactos. No es difícil, porque de todos ellos Erick es el único nombre que tiene signos de exclamación, haciendo que mi lista se vea algo así:
EDUARDO
ELISA
¡ERICK!
EZRA...Sé que es ridículo, pero cuando era un pequeño y energético niño de doce años y Erick me entregó su número de celular decidí apuntarlo en una servilleta, y estuve tan emocionado que escribí:
33!!!67!!!!38!!!89!!!!21!!!
¡¡¡ERICK!!!!Y cuando le pedí ayuda al tío John para que agregara el número a mis contactos, porque yo no tenía ni la más mínima idea de cómo utilizar un celular, le entregué la servilleta para que llenara los datos, y él escribió literalmente:
¡¡¡ERICK!!!
Me sonrojé bruscamente. El tío John se rió y me revolvió el cabello con cariño.
Actualmente no tengo el mismo celular Nokia a prueba de niños, Erick ni siquiera tiene el mismo número y yo ya sé todo lo que se necesita saber para manejar un celular, pero sigo agregando los signos. Por pura nostalgia.
Estoy a punto de marcar Llamar, y justo en ese momento vuelvo a escuchar la voz de procedencia desconocida.
¡Pss! ¡Aquí! ¡Déjame entrar, por favor!
Frunzo el ceño. ¿Porqué alguien querría entrar a mi cuarto con tanta desesperación?
De todas maneras me pongo de pie y le abro la puerta al desconocido, pero del otro lado no hay nada.
¡No, no, no! ¡Aquí, en la ventana!
Un escalofrío me recorre la espalda. ¿A dicho ventana? ¿Hay alguien en mi ventana?
Estrujo el celular entre mis manos, tratando de decidir qué debo hacer.
Siempre serás mi hijo mayor.- Dice el tío Sebastián dentro de mí.- el más ingenioso, el más salvaje, el más perseverante.
Ahora mismo no me siento nada ingenioso, soy muy poco salvaje y estoy algo escaso de perseverancia.
¡Oliver! Vengo por mis galletas de todas las noches. ¿Oliver? Sé que estás allí adentro, no seas mal educado. ¡Oliver!
Doy un brinco de susto. Sé perfectamente de quién se trata, y desgraciadamente, eso no me hace sentir menos aterrado.
Me dirijo con paso dudoso hacia la ventana, y con mis manos temblorosas recorro la cortina que me impedía ver al exterior.
Allí parado, con un aspecto parcialmente simpático, se encontraba un cuervo.
Abro la ventana lentamente, tomándome mi tiempo, centímetro a centímetro, como si moverme rápido fuera a provocar que el pájaro se moleste y decida hacerme papilla.
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A él le gustan los chicos.
Teen FictionOliver Bonham es un joven millonario que carece de lo más esencial. Erick Baker ha tenido que trabajar cargando cajas desde que tiene memoria. Ludwig Thomas no ha salido de su hogar ni una sola vez en toda su vida. Oliver odia a todo el mundo, so...