La carta de Los Enamorados

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[Ludwig Thomas]

Papá se acerca lentamente al desconocido, con las manos en el aire para que vea (o más bien, para que crea) que no está armado.

- ¡No, no! Nada de peleas, por favor.- Pide.- Sólo buscábamos a un muchacho. Él es como tú, con alas, pero de piel pálida y...

- ¡Sangre!- Gritan Oliver y Sofía al mismo tiempo, e inmediatamente después le saltan encima al ángel.- ¡Sangre!

- ¡No niños, no!- Grita papá.

- Ay Oliver...- Me cubro el rostro con una mano, avergonzado. El ángel aparta a Sofía de un empujón, haciéndola retirarse un par de metros con su súper fuerza. Sun-Jung desaparece de mi lado por un segundo, y al siguiente reaparece enfrente del enemigo. Ella alza su pierna y termina dándole una patada en la cara, pero él a penas se inmuta. El ángel coloca ambas manos alrededor del cuello de la chica y la levanta del suelo.

- Detesto mi trabajo.- Lo oigo decir. Sun-Jung gime a su merced.

***

[Oliver]

Saco mi pistola y le disparo nuevamente, esta vez en una mano. El bastardo suelta otro gruñido y deja ir libre a Sun-Jung, quien tose adolorada llena de tierra. Luego se arranca el dardo y centra toda su atención en mí. Ambos gritamos como bárbaros y empezamos a propinarnos golpes alrededor del cuerpo. Él me atrapa con un abrazo de oso para después tirarme contra el suelo como si fuera una pelota para rebotar. El tío John se acerca con la intención de ayudar, pero el ángel lo empuja con una fuerza tan descomunal que lo hace estrellarse contra un árbol... y él no se levanta.

- ¡Papá!- Escucho gritar a Ludwig Thomas.

Me pongo de pie, aprovechando que el ángel está distraído viendo a Ludwig Thomas correr hacia nuestro padre. Le lanzo otro dardo en el cuello porque aparentemente eso sí lo lastima, y cuando él se gira para retarme le regalo un hermoso golpe en la nariz. El ángel deja de moverse unos segundos, aturdido, para después regresarme el favor pegándome un puñetazo en el ojo izquierdo. Caigo de espaldas y trato de arrastrarme lejos de él, aterrado.

- Oh, no voy a matarte. No a ti.- Dice tranquilamente.- A me dijo que tú eras una de las agujas del reloj, y que te necesitaba vivo para completar el trabajo.- Se truena los dedos con una sonrisa nada angelical.- Pero no dijo que no podía romperte algunos huesos.

- ¿Otra vez lo de ese estúpido reloj?- Me obligo a mí mismo a sonreír con confianza, aún si estoy sintiendo como mi ojo está comenzando a hincharse. Podría curarme con mis poderes, pero los estoy reservando para cualquier otra persona.- No soy ningún maldito segundero. Tampoco mi hermano. Creí que lo habíamos dejado en claro cuando le pateé el trasero a los trabajadores de tu jefe la última vez.

El ángel abre su bocota para decir algo más. Sin embargo, nunca sabré que quería decirme, porque después se interrumpe a sí mismo, todo el color de su rostro desaparece, y se tira al suelo para después abrazarse con desesperación.

- ¡Argh! ¡No, no! ¡No fue mi culpa, lo juro!- Chilla.- ¡No, no te vayas! Ah... ah... Está silencioso... es demasiado silencioso... no me dejes aquí...

Alzo la vista, para encontrarme con el perfectamente serio rostro de mi hermano menor.

- Ella te abandonó hace años.- Dice Ludwig Thomas con una voz escalofriante, mirando fijamente al ángel que tiene rogando a sus pies.- Nunca debiste permitir que una persona que te lastimó tanto fuera tu máxima debilidad.

A él le gustan los chicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora