Familia. Amor. Muerte.

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John Bonham soñó que estaba recostado en medio de un bosque, y que las flores crecían a su alrededor a una velocidad sorprendente.

Flores creciendo... reflexionó. Alguien va a brindarnos su ayuda muy próximamente.

¿Ayuda para qué? No tenía idea. Quizás debería consultar las cartas de Tarot cuando despertara. Ellas siempre eran mucho más precisas.

John suspiró y se dejó llevar.

***

Erick Baker no estaba muy seguro de lo que estaba haciendo. Pero la verdad era que nunca estaba muy seguro de nada, así que todo estaba bien en realidad, ¿no?

Erick iba sentado en un autobús, derechito y sin escalas hacia un destino incierto. El cielo estaba gris. Tenía poca batería en el celular. Llevaba la frente llena de sudor, a pesar de que el ambiente no era caliente. Así que muy cómodo
no estaba. Erick cerró los ojos y se permitió perderse en sus pensamientos. Había chicos que disfrutaban del silencio interno, de no pensar en nada, pero Erick no era uno de ellos. Por eso decidió que se pondría a planear una conversación entre la abuela Bonham y él, mientras todavía podía.

Erick: ¡Buenas tardes, señora! Vengo a que me explique un par de cosas y a que me ilumine con su sabiduría.

Abuela Bonham: Vete al diablo.

Ow, la conversación no luce nada bien ni siquiera en mi imaginación. Erick se mordió el labio inferior y recargó la cabeza en la ventana, pero justo después vio a un perro de aspecto famélico a través de ella, sentado en la banqueta, y prefirió desviar la mirada. Ese tipo de cosas le dolían demasiado. Cuando puso la mirada al frente para evitar observar al cobre cachorro notó que había una mujer de pie, y decidió cederle su asiento. La señora le sonrió complacida y tomó su lugar.

Erick se quedó allí parado, agarrado de un tubo para no caerse de cara cuando el conductor frenara. En la radio del autobús un hombre hablaba con una voz lenta y profunda sobre lo mucho que amaba vivir en esta "gran, gran ciudad".

Erick deseó al instante vivir en una ciudad que no pudiera ser descrita con la palabra grande. Quizás así no se sentiría tan pequeño y estaría menos aterrado por lo que iba a suceder pronto.

Yo te diré dónde encontrar a la anciana. Había dicho Marlowe entre susurros el día anterior. Pero si sientes que algo anda mal cuando la veas, no ignores tus instintos y corre.

Gracias, Marlowe. Que frase más reconfortante.

Erick volvió a practicar internamente su conversación con la abuela. Realmente estaba nervioso. Había peleado contra una sociedad secreta un par de veces, había visto fantasmas, había hablando con su padre muerto, había conocido a un hombre en el cuerpo de un cuervo, su novio tenía habilidades paranormales...y aun así Erick tenía miedo de visitar a una abuelita.

Quizás podía fingir que estaba de visita para ver a Alice, pensó. Quizás podía jugar con la bebé un par de horas y después preguntarle a la abuela Bonham todas sus dudas, pretender que sólo aprovechaba la vuelta.

No seas tonto. Erick se desplazó hasta el final del camión y apretó un botón rojo para indicarle al conductor que deseaba bajar. Sólo ve, entra y sal. Pan comido. Además, ella comparte genética con Oliver. El pequeño y hermoso Oliver. ¿Qué tan mala puede ser?

A él le gustan los chicos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora