Prólogo

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—Y díganos señorita Ferreti

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—Y díganos señorita Ferreti...

—Anderson, mi apellido es Anderson.

—Díganos. ¿Cómo es que sucedió todo?

La chica suspiró.

—Yo solo pedía respuestas —contestó la adolescente al par de agentes frente a ella— No esperaba que nada de esto se saliera de control.

— ¿Y cómo es que nadie sabía de su existencia? —insistió el otro de los hombres— ¿Por qué Romina nunca nos dijo que tenía una hija perdida?

—Ya se lo dije todo. ¿Qué parte no les ha quedado claro?

Los dos sujetos en frente de ella querían aparentar la disciplina del policía bueno y el policía malo como aquellas películas de los 60's con la luz del escritorio apuntando hacia la acusada.

Se encontraban en una habitación cerrada donde el único trago de luz se asomaba por las ventanas que daban al mar. El ambiente era turbio y sombrío, como si el funeral de hace unas horas hubiera acabado con lo último de su energía.

—Dinos Milah. ¿Cuánto tiempo has estado en Venecia?

—No estoy segura ¿Seis, siete meses? No lo recuerdo —dijo mientras frotaba el sudor de su frente— ¿Ya me puedo ir oficial?

—Una pregunta más señorita —suplicó el hombre.

La chica asintió.

—¿Cómo fue que usted y sus amigos escaparon de esa prisión?

El cuerpo de Milah se tensó sintiendo como sus manos se comenzaban a humedecer de manera que tuviera que frotarlas. Tantos eran los recuerdos que cruzaban por su mente ante los sucesos de aquella semana; miedo, furia, inseguridad y tristeza al recordar la muerte de alguien que amaba.

"¿Qué había pasado?" Preguntaron ellos, pero ¿Qué respuesta les daría si su deber era proteger a su familia y amigos?

—Yo... no lo sé.

Sin contar los hechos, las mentiras, lo que sabía antes y lo que sabía ahora. Los dejaría con las lagunas mentales mientras ella salía ilesa con lo que había acordado con sus amigos antes de llegar a la escuela. La verdadera historia de cómo había llegado a Venecia, como había aprendido que su vida era un engaño y como había cambiado su percepción de ver al mundo en tan solo unos meses.

No hablaría de nada.

—Por favor señorita, solo hacemos nuestro trabajo —insistieron los policías.

—¡Ya les he dicho todo lo que se! —exclamó— ¿Qué no ven lo mucho que hemos sufrido ya? Entre el funeral, la visita de la CIA, los interrogatorios. Quisiera volver el tiempo y haber hecho las cosas de una forma diferente pero ya ven que no es así de sencillo. Entiendo que el asunto de los estudiantes desaparecidos sea una controversia de la que todo mundo habla, pero yo no tengo nada que decirles.

—Usted estaba en esa misión, que a decir verdad la hace una cómplice más de lo acometido.

Milah tragó saliva.

—Nosotros trajimos de vuelta a casi todos los estudiantes —contestó la chica nerviosa.

—A todos menos a uno.

Con los ojos inyectados en sangre, la morena se abalanzó hacia el policía para arrojar sus manos sobre su cuello. Ella estaba completamente consciente de que el otro sujeto le apuntaba con su arma, pero aun así no podía dejar a ese hombre con la sonrisa en su boca.

—Suéltelo ya señorita Anderson —exigió el compañero del otro con el arma.

—¡No hasta que se disculpe!

Los ojos de Milah irradiaban fuego y furia para cualquiera que los viera, pero en esta ocasión había un sentimiento nuevo que se transparentaba.

Dolor.

Dejaron ir a la chica que, aunque le hubieran disparado con el arma, no estaría dispuesta a contarles lo que sabía. Por el funeral seguramente cuidaría meticulosamente sus palabras. Si de encontrar evidencia se trataba, quedaban por lo menos otros tres testigos que responderían a su interrogatorio.

Llamaron al siguiente sujeto.

El chico se levantó en cuanto escuchó su nombre y cruzó miradas con su compañera. Milah estaba llorando, pero ni aun en esas circunstancias había dejado de brindarle su apoyo.

—¿Estas bien Anderson?

La chica se limitó a asentir.

Él estaba ansioso, triste, asustado que el futuro de todos sus amigos se viera colgado por un hilo. Si hubiera tenido la oportunidad de saber en lo que se involucraban ¿Lo hubiera hecho? ¿Habría cambiado sus decisiones desde que llegó a Venecia?

La puerta se abrió lentamente como si la casa del terror estuviera a punto de recibir a su próxima víctima en la guillotina.

Los dos policías lo observaban con los brazos cruzados, decepcionados de poder ver al hijo de uno de los más importantes espías en el interrogatorio.

—Por favor siéntese señor.

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Hola a la persona que pueda estar leyendo esto. 👋 Esta novela es el proyecto que quizás he dedicado mas tiempo en mis años de escritura y la razón por la cual paso demasiadas horas en mi habitación apartándome de la sociedad. He esperado mucho para publicarla pues siempre que estaba decidida a hacerlo ponía mil y un excusas para evitar sentir el rechazo y quemar un trabajo al que realmente le había dedicado esfuerzo.

Finalmente con el apoyo de mis amigos y familiares he decidido afrontar mis inseguridades y compartirla con los demás puesto que ¿Cuál es el propósito de ser un escritor sino es que otros puedan leerte?

Tú, lector que posiblemente te gusten las historias de acción y drama, seguramente disfrutaras como esta misma se va desenvolviendo. No espero que sea un cliché mas de los que siempre leemos, pero si que en cada capítulo vaya viendo tu entusiasmo reflejado en los comentarios.

Espero que esta pequeña introducción de lo que viene siendo "Cráter" te interese y que puedas agregarla a tu lista de lectura para que continúes con los avances de lo que viene siendo esta interesante historia. 

Gracias por leerme,

Atte. Michelle M.G.










Cráter [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora