Capítulo 2: La extraña del mustang 67

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En silencio, los minutos se hacían más largos mientras todos esperaban a que la italiana dijera algo. Aquella extraña tenía un gran parecido a Romina. Sus ojos grisáceos, el cabello largo, el mismo tono de piel e incluso algunas de sus expresiones. Milah recordaba cada detalle que su madre poseía; pero, no entendía porque había enviado a esa mujer en su lugar.

Mientras Geovanna contemplaba las fotos familiares, bebió su café extendiendo el tiempo de visita.

—Te estuve observando Milah —confesó su tía—, tengo que admitir que eres una persona muy interesante.

—¿Fue usted la que me estuvo acechando?

La muchacha mostró su incomodidad, ahora sabía que sus sospechas habían sido ciertas. ¿Por qué ahora? ¿Qué sucedió para que de pronto se interesaran en ella?

—Quería conocerte mejor —admitió la mujer como si pudiera leerle el pensamiento, parecía ser muy meticulosa— Soy la hermana mayor de Romina, ¿Ya no te acuerdas de mí?

La mandíbula de Milah se tensó al escuchar el nombre de su madre. A pesar de que la adolescente intentara hacer un esfuerzo para recordar el pasado, no podía encontrar alguna mención sobre ella.

—No, no sabía que tenía familia materna —respondió la chica haciendo una mueca— ¿Por qué habría de recordarlo? Ella nos abandonó hace trece años y por ende ustedes también.

La mirada de la italiana trató de mostrar compasión. Quizás exigía demasiado para lo que una joven de dieciocho años pudiera rememorar.

—Perdón cariño —se disculpó la extraña del Mustang— Iré al grano si estás de acuerdo.

La adolescente asintió, observando que sus padres se habían quedado a un lado de ella a escuchar. Tanto David como Caroline compartieron miradas como si estuvieran ocultando algo. ¿Qué era todo ese misterio? Ambos se veían incómodos ante la presencia de Geovanna.

—Milah, tú ya eres mayor de edad —declaró su tía con obviedad—, tienes la madurez necesaria para comprender la situación de tu madre y saber que te espera en Venecia.

—¿Venecia?

Sus ojos grises se abrieron de sorpresa mientras trataba de digerir la información. ¿Conocerla? La noticia la había tomado por sorpresa.

—Geovanna —interrumpió David antes de que continuara— Caroline y yo ya lo hemos decidido. Milah no va a formar parte de su mundo jamás.

—¿Y con qué derecho se creen de tomar esa decisión? —reclamó la mujer girando el rostro hacia el sujeto— Eso le corresponde solamente a mi sobrina.

—¡Sí, quiero saber que sucede! —apoyó la menor, pero ninguno de los presentes la escuchaba puesto que estaban más absortos en pelear.

Fue entonces que notó como la frente de su padre se arrugaba en una expresión tensa. Era comprensible que le disgustara hablar de su ex-mujer, pero no entendía porque esa actitud tan hostil ante su tía.

Cráter [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora